La historia detrás del nombre que le damos a las nubes

Las nubes tal como las conocemos hoy, tienen un padre que les supo poner nombre: Luke Howard. Conocé en esta nota su historia.

Londres
La ciudad de Londres recordó a Luke Howard en su domicilio donde pasó gran parte de su vida.

Hasta antes del siglo XIX muchos meteorólogos pensaban que cada nube era única, inclasificable y solo con una existencia temporal. Cada nube era descripta por su color y se la interpretaba individualmente. Para ese entonces la meteorología era una ciencia muy nueva y en desarrollo.

Luke Howard fue quien inventó la base de los nombre que hoy damos a las nubes y sus diferentes subtipos. De profesión químico, Howard fue meteorólogo como aficionado. Pero desde muy chico su pasión por la meteorología fue muy fuerte. Toda su vida transcurrió en Londres, y en una de sus casas, compartiendo patio con el vecino, armó una zona de observación meteorológica.

Uno de sus más grandes legados es haber demostrado que la observación formal era esencial para que ciencias como la meteorología pudieran crecer. Después de años de observar el cielo, su gran momento llegó en diciembre de 1802 presentó su ensayo “On modification of clouds” ante la Askesian Society. La forma que propuso para clasificar y nombrar a las nubes, con pocos cambios, es la que conocemos hasta la actualidad.

Los grandes tipos de nubes según Luke Howard

Howard eligió el latín para nombrar las nubes, un idioma que en su época estaba de moda para nombrar cosas de uso internacional. Aunque después intentó volver al inglés, las expresiones en latín se ganaron su uso. Él describió tres grandes tipos: cumulus con la forma de un montón que crece hacia arriba desde una base horizontal, stratus por la expresión latina de lámina, nube de forma horizontal, y cirrus por rizo con forma de fibra convergentes o divergentes que se extienden en varias direcciones.

Luke Howard
Luke Howard sentó las bases no solo de la descripción de nubes, sino de la meteorología moderna.

También pensó que muchas nubes surgen de la combinación de estos tres grandes grupos. Así diferenció cirrus-cumulus de cirrus-stratus, definió los stratuscumulus, aunque Howard ideó el nombre al revés: cumulus stratus. Sumó al nimbus, como una combinación de cumulus, cirrus y stratus, que hoy asociamos a las nubes de lluvia.

Howard fue muy cuidadoso en describir los distintos tonos de las nubes en función de su densidad, señalando la existencia de nubes multicapas. Pero no distinguió a nimbustratus de cumulunimbus: a ambos llamó nimbus. De todas formas reconoció la transición entre torre-cumulus y cumulunimbus y que cuando eran maduros formaban un yunque por encima. Sin mucho conocimiento de física, su descripción fue una revelación, como relata la Royal Meteorological Society de Inglaterra. Y lo más interesante: hizo una gran cantidad de láminas dibujadas para, a falta de fotos, mostrar cada tipo de nube que representaba.

Una vida mirando el cielo

La vida de Howard estuvo dominada por la química, que era su profesión, y la observación del cielo. Aunque las auroras boreales no son comunes de ver en Londres, él hizo la observación de su ocurrencia, algo muy poco frecuente. También describió otro evento que vivió, conocido como “great haze”, ocurrido en 1783. En ese año el cielo se oscureció durante semanas por una erupción volcánica en Islandia.

También en 1783, el 18 de agosto fue testigo de la observación de un gran cometa que se hizo muy visible desde la Tierra. La mayoría de sus pinturas de nubes las hizo en sus diarios viajes en carruaje hasta su lugar de trabajo. Cuando tenía que viajar, su esposa Mariabella cuidaba de sus observaciones, manteniendo los registros en forma permanente.

En total fueron 30 años de datos que dieron vida al trabajo de Howard. También dedicó mucho tiempo a obras de caridad apoyando un movimiento anti esclavitud, otro contra la pena de muerte, y contra la crueldad con animales. Ahora, cada vez que veas el cielo y trates de identificar una nube, sabrás que en ese nombre hay mucha historia. En abril de 2002 Luke Howard fue recordado por el gobierno de Londres con una típica placa redonda azul en 7 Bruce Grove de Tottenham, lugar donde pasó casi toda su vida. Se lo recordó como el padre de la meteorología, el hombre que le puso nombre a las nubes.

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