Morir contamina: ¿cómo podemos hacerlo de forma más ecológica?

Aunque hagas todo lo posible por limitar tu huella de carbono, debes saber que tu muerte genera el equivalente a un viaje en automóvil de 4.000 km.

Muerte Contaminación Entierro en ataúd
Un funeral genera 833 kg de CO2, según un estudio realizado en 2017.

¿Sabías que nuestras muertes provocan una gran contaminación? Así es... Aunque cuides mucho el planeta y seas un ecologista ejemplar tomando sólo el tren, o comiendo productos ecológicos, locales y de temporada, lamento informarte de que el día de tu funeral (o incineración), ¡contaminarás el equivalente a un viaje de 4.000 km en automóvil! ¡Y eso es sólo la punta del iceberg!

Según un estudio de 2017, cuando morimos, nuestro entierro genera unos 833 kg de CO2, el equivalente a un viaje de varios miles de kilómetros en automóvil, o el 11% de las emisiones anuales de una persona media. Entonces, ¿por qué contaminamos incluso cuando morimos? En realidad, no es nuestra muerte la que contamina, sino las secuelas...

¡11% de las emisiones de un francés al año!

En Francia, la gente opta por el entierro en el 60% de los casos. Y el ataúd no es una opción, sino una obligación. La composición interior y exterior del ataúd es muy contaminante: madera barnizada o pintada, interiores sintéticos, asas y tornillos metálicos. Lo mismo ocurre con la sepultura, donde la fabricación de la bóveda de hormigón consume mucha energía. Por no hablar de que las estelas suelen importarse de Asia, y por tanto son muy contaminantes.

Para reducir la huella medioambiental, lo mejor es optar por el entierro bajo tierra. Esta solución es menos contaminante que la cremación, que genera 233 kg de CO2 de media. Los crematorios liberan dioxinas y mercurio al aire durante las cremaciones. Desde 2018, los crematorios están obligados a instalar filtros en sus chimeneas.

Más allá del entierro o la incineración, está simplemente el cuidado del cadáver, que es extremadamente contaminante. Francia y el Reino Unido son los 2 únicos países de Europa que siguen permitiendo el uso de formaldehído. Los productos utilizados en la tanatopraxia -aunque no sea obligatorio- acaban en el suelo, además de nuestra ropa, joyas e implantes... Porque no, las bóvedas de hormigón no son 100% herméticas.

¿Qué son los funerales "residuo cero"?

Para respetar el medio ambiente, incluso durante nuestro último viaje, debemos tener en cuenta todos los pasos descritos anteriormente. Elegir un ataúd de madera local y vestir al difunto con el mayor número posible de fibras naturales. Y, por supuesto, nada de tanatopraxia. Incluso las tumbas hay que cavarlas a mano...

Existen otras alternativas al entierro/cremación tradicional. La humusación, por ejemplo, permite convertirse en compost, "reintegrando el cuerpo humano en el ciclo de la vida". Por desgracia, este proceso aún no está autorizado en muchos países. Tampoco lo está la promesión, cuyo objetivo es transformar el cuerpo en polvo para fertilizar la tierra tras sumergirlo en nitrógeno líquido.

A diferencia de la incineración, la acuamación consiste en sumergir al difunto en una mezcla de agua y un producto alcalino. Este líquido se calienta a 150 °C para disolver todos los tejidos humanos. Lo único que queda son los huesos, que pueden triturarse y colocarse en una urna funeraria. Según la empresa británica Resomation, este método consume 5 veces menos energía que la incineración. Una vez más, este proceso sólo es legal en determinados países.