Efectos inesperados tras la reducción de emisiones por la pandemia

La atmósfera de la Tierra reaccionó de forma sorprendente a la reducción de las emisiones durante la pandemia de COVID-19. Una reciente investigación muestra la relación que existe entre el calentamiento del clima y la contaminación.

Covid-19
La disminución temporaria en las emisiones por la pandemia no mostró como resultado una reducción en la tendencia general de gases de efecto invernadero.

Recientes informes de investigación han mostrado que la atmósfera de la Tierra reaccionó de forma sorprendente a la reducción de las emisiones durante la pandemia de COVID-19, lo que demuestra la estrecha relación entre el calentamiento del clima y la contaminación atmosférica. Lo cierto es que las limitaciones en los viajes y otros sectores económicos por parte de los países de todo el mundo redujeron drásticamente la contaminación atmosférica y las emisiones de gases de efecto invernadero en tan sólo unas semanas. Ese cambio repentino dio a los científicos una visión sin precedentes de los resultados que tardarían años en alcanzar las regulaciones.

Un nuevo estudio de los efectos de la pandemia en la atmósfera, que utiliza datos de satélite de la NASA y otras agencias espaciales internacionales, ha demostrado algunos hallazgos muy destacables. El estudio también ofrece ideas para hacer frente a la doble amenaza del calentamiento climático y la contaminación atmosférica. Joshua Laughner, autor principal del nuevo estudio y becario postdoctoral en el Instituto Caltech de Tecnología de Pasadena (California). indicó a Global Climate Change que "ya hemos superado el punto en el que podemos pensar que se trata de dos problemas distintos".

"Para entender qué es lo que impulsa los cambios en la atmósfera, debemos considerar cómo la calidad del aire y el clima se influyen mutuamente" indicó Laughner. La investigación fue publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences hace unos 10 días con participantes procedentes de una veintena de universidades estadounidenses e internacionales, organismos federales y estatales, y laboratorios.

El estudio de gases de efecto invernadero y contaminantes

La investigación señaló cuatro componentes atmosféricos para su estudio en profundidad: los dos gases de efecto invernadero más importantes, el dióxido de carbono y el metano, y dos contaminantes atmosféricos, los óxidos de nitrógeno y las partículas microscópicas de nitrato. Uno de los resultados más sorprendente es que mientras las emisiones de dióxido de carbono (CO2) se redujeron en un 5,4% en 2020, la cantidad de CO2 en la atmósfera siguió creciendo casi al mismo ritmo que en los años anteriores. "Durante anteriores perturbaciones socioeconómicas, como la escasez de petróleo de 1973, se podía ver inmediatamente un cambio en la tasa de crecimiento del CO2", dijo David Schimel, jefe del grupo de carbono del JPL y coautor del estudio. "Todos esperábamos verlo también esta vez".

Utilizando los datos del satélite Orbiting Carbon Observatory-2 de la NASA lanzado en 2014 y el modelo atmosférico Goddard Earth Observing System de la NASA, los investigadores identificaron varias razones para este resultado. En primer lugar, aunque el descenso del 5,4% de las emisiones fue significativo, el crecimiento de las concentraciones atmosféricas se situó dentro del rango normal de variación interanual causado por los procesos naturales. Además, el océano no absorbió tanto CO2 de la atmósfera como en los últimos años, probablemente en una respuesta inesperadamente rápida a la reducción de la presión del CO2 en el aire en la superficie del océano.

Respecto del óxido de nitrógeno (NOx), en presencia de la luz solar pueden reaccionar con otros compuestos atmosféricos para crear ozono, un peligro para la salud humana, animal y vegetal. Sin embargo, esa no es en absoluto su única reacción. "La química de los NOx es un ovillo increíblemente complicado, en el que si tiras de una parte, otras cinco cambian", explica Laughner. Los descensos de NOx relacionados con COVID provocaron rápidamente una reducción global del ozono. Este contaminante reacciona para formar una molécula de corta duración llamada radical hidroxilo, que desempeña un papel importante en la descomposición de los gases de larga duración en la atmósfera. Al reducir las emisiones de NOx, por muy beneficioso que fuera para limpiar la contaminación atmosférica, la pandemia también limitó la capacidad de la atmósfera para limpiarse de otro importante gas de efecto invernadero: el metano.

La solución solo sería una modificación permanente de la emisiones

Según resalta el informe, molécula por molécula, el metano es mucho más eficaz que el CO2 para atrapar el calor en la atmósfera. Las estimaciones de cuánto disminuyeron las emisiones de metano durante la pandemia son inciertas porque algunas causas humanas, como el mal mantenimiento de la infraestructura de los campos petrolíferos, no están bien documentadas, pero un estudio calculó que la reducción fue del 10%. Sin embargo, al igual que con el CO2, el descenso de las emisiones no disminuyó la concentración de metano en la atmósfera. Por el contrario, el metano aumentó un 0,3% en el último año, un ritmo más rápido que en cualquier otro momento de la última década.

Polución
Para que los efectos sean perdurables, se comprobó que no basta con una disminución temporaria de las emisiones.

Con menos NOx, hubo menos radicales hidroxilos para eliminar el metano, por lo que éste permaneció más tiempo en la atmósfera. El estudio fue más allá para preguntarse qué podría enseñar la pandemia sobre cómo podría ser un futuro con menos emisiones y cómo podría el mundo llegar a él. En particular, las emisiones volvieron a los niveles anteriores a la pandemia a finales de 2020, a pesar de la reducción de la actividad en muchos sectores de la economía.

Los autores razonan que este repunte de las emisiones fue probablemente necesario para que las empresas y los individuos mantuvieran incluso una productividad económica limitada, utilizando la infraestructura energética mundial que existe actualmente. "Esto sugiere que la reducción de la actividad en estos sectores industriales y residenciales no es práctica a corto plazo" como medio para reducir las emisiones, señala el estudio. "La reducción permanente de las emisiones de estos sectores requerirá su transición a una tecnología de bajas emisiones de carbono".

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