Inundaciones: activan emergencia agropecuaria en Buenos Aires ¿qué implica para el agro?

Tras las lluvias extremas de julio y agosto, el Gobierno nacional declaró la emergencia agropecuaria en 12 distritos bonaerenses con beneficios fiscales y asistencia a productores.

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Campos anegados en el centro-oeste bonaerense tras las lluvias de julio y agosto, epicentro de la emergencia agropecuaria declarada por el Gobierno.

El invierno de 2025 quedará grabado en la memoria del campo bonaerense como una de las temporadas más difíciles de los últimos años. Desde julio, las lluvias castigaron al centro-oeste de la provincia de Buenos Aires, dejando acumulados que en muchos casos superaron los 400 milímetros en apenas dos meses.

En distritos como 9 de Julio, Carlos Casares, Bolívar y Guaminí, los productores enfrentaron jornadas de lluvias incesantes que transformaron los lotes en verdaderas lagunas.

Los caminos rurales se volvieron intransitables y las cosechas quedaron truncas, con maíces y sojas que no pudieron recolectarse. A esto se sumó la imposibilidad de iniciar la campaña de trigo en buena parte de la región, lo que compromete el futuro inmediato de la producción.

Las imágenes que circularon en redes sociales y medios locales mostraron tambores flotando, tractores encajados hasta el motor y pueblos rurales aislados. La situación se agravó con las lluvias de agosto, que se sumaron a suelos ya saturados, generando un escenario de emergencia productiva y social.

Emergencia agropecuaria en Buenos Aires

Frente a este panorama, el Gobierno nacional declaró la emergencia y/o desastre agropecuario en 12 partidos bonaerenses. La medida quedó oficializada el 4 de septiembre a través de la Resolución 1305/2025, firmada por el ministro de Economía, Luis Caputo.

La decisión abarca a los distritos de Puán, Tornquist, 9 de Julio, Carlos Casares, General Lamadrid, Coronel Suárez, Guaminí, Bolívar, Tapalqué, 25 de Mayo, Saladillo y Roque Pérez, y estará vigente desde el 1° de marzo hasta el 31 de agosto de 2025.

La declaración otorga a los productores afectados la posibilidad de acceder a:

  • Diferimiento en el pago de impuestos nacionales y provinciales como Ganancias y Bienes Personales.
  • Beneficios crediticios en bancos oficiales y mixtos.
  • Suspensión de ejecuciones fiscales mientras dure el estado de emergencia.
  • Asistencia directa canalizada a través de convenios con la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca.

Para obtener estos beneficios, los productores deberán presentar un certificado de emergencia emitido por la autoridad provincial competente. Este será el instrumento mediante el cual acreditarán que sus explotaciones están dentro de las zonas alcanzadas por la resolución.

El campo sintió el impacto de las lluvias

Las consecuencias de las inundaciones no se limitan a las pérdidas inmediatas de cultivos. En los tambos del centro-oeste bonaerense, los problemas logísticos complicaron el retiro de leche, obligando a algunos establecimientos a volcar la producción y los feedlots también vieron resentida la provisión de alimento, ya que el agua impidió la circulación de camiones y cortó accesos rurales.

En Carlos Casares y Bolívar, los anegamientos afectaron incluso a campos con alta inversión en tecnología, lo que muestra que las pérdidas no distinguen entre productores grandes o pequeños. En 9 de Julio, la desesperanza llevó a muchos a vender hacienda en forma anticipada y a precios bajos, para evitar pérdidas mayores ante la falta de pasturas y la imposibilidad de mantener la carga animal.

En tanto, la Bolsa de Comercio de Rosario reportó que en localidades como María Teresa, Bell Ville y Monte Buey —ya en el límite con Santa Fe y Córdoba— se acumularon más de 200 milímetros en un solo fin de semana de agosto. Estas son las cifras que confirman la magnitud del fenómeno.

Más allá de Buenos Aires, se trata de un problema regional

Si bien la resolución alcanzó a la provincia de Buenos Aires, los excesos hídricos también golpearon a la zona núcleo agrícola en provincias como Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. Allí se registraron campos anegados, tambos con dificultades para sacar la producción y pérdidas en lotes de maíz temprano.

El fenómeno de las lluvias extremas afecta tanto a zonas rurales como urbanas, y deja en evidencia la falta de infraestructura para mitigar el impacto.

La emergencia agropecuaria trae alivio inmediato, pero no resuelve los problemas estructurales que arrastra el campo argentino frente al cambio climático. Productores y entidades rurales coinciden en que es imprescindible avanzar en un plan integral de obras hídricas y caminos rurales, que permita manejar los excesos de agua de manera eficiente y evite que cada temporal se convierta en catástrofe.

Un cierre con doble cara para el agro

El invierno de 2025 dejó un aprendizaje claro: la productividad del agro argentino depende no solo del esfuerzo de sus productores, sino también de las condiciones climáticas que tienen un peso especifico muy importante en el ciclo agropecuario.Pero también es determinante la capacidad del Estado para garantizar infraestructura, previsibilidad y políticas adaptativas frente a un clima cada vez más extremo.

El exceso de lluvias que dejó bajo el agua a vastas zonas de la provincia de Buenos Aires provocó pérdidas de trigo y maíz temprano, además de la necesidad de refertilizar lotes para sostener rendimientos. Sin embargo, esa misma situación también recargó los perfiles de suelo en gran parte de la región, dejando una base sólida para encarar la campaña gruesa con altas expectativas.