La genética reescribe el origen de la papa: un cruce con tomates hace 9 millones de años
Un estudio revela el origen de la papa: nació de una hibridación con tomates y especies chilenas hace 9 millones de años, lo que habilitó la tuberización y su expansión mundial.

La ciencia acaba de poner fecha y mecanismo al origen de la papa. Un grupo de investigadores de varios países confirmó que la papa moderna surgió en Sudamérica gracias a una hibridación entre ancestros del tomate y un grupo de plantas emparentadas llamado Etuberosum.
No se trató de un cruce casual reciente, sino de un evento único que dejó huella permanente en el ADN de todas las papas actuales, tanto silvestres como cultivadas. Esa mezcla original fijó características que hicieron posible su expansión por el mundo y su papel clave en la seguridad alimentaria.
Cómo un cruce improbable creó la tuberización
El estudio se apoyó en el análisis de cientos de genomas de papas cultivadas y silvestres, logrando la reconstrucción más completa hasta ahora de su historia genética. Los resultados muestran que el origen de la papa se explica por un mosaico genético estable: aproximadamente un 60 % de su ADN proviene de Etuberosum y un 40 % del tomate.
La clave funcional está en dos genes que cambiaron el rumbo evolutivo de la especie. Sin la combinación de ambos genes, la papa como la conocemos no existiría.
- SP6A: heredado del tomate, funciona como una señal para iniciar la formación del tubérculo.
- IT1: proveniente del Etuberosum, permite que ese crecimiento ocurra bajo tierra, donde la planta almacena nutrientes de forma segura.
Este salto evolutivo coincidió con un momento crucial en la historia geológica de Sudamérica: el rápido levantamiento de la cordillera de los Andes durante el Mioceno creó nuevos ecosistemas fríos y secos, donde contar con una reserva de energía subterránea fue una ventaja adaptativa decisiva. En ese escenario, la hibridación no solo permitió la supervivencia, sino también la diversificación de la especie.
La hibridación como motor evolutivo
Durante décadas, la ciencia consideró que la principal fuente de nuevas especies era la acumulación de mutaciones aleatorias a lo largo del tiempo. El origen de la papa demuestra que la hibridación entre especies distintas puede ser un motor mucho más potente de innovación biológica.
Lejos de ser un fenómeno marginal, la hibridación se revela como una estrategia natural de aceleración evolutiva ya que al mezclar genomas completos, las plantas pueden obtener combinaciones únicas de rasgos que de otra forma tardarían millones de años en aparecer. Este concepto es cada vez más valorado en el desarrollo de nuevos cultivos y variedades adaptadas a condiciones extremas.

El éxito del híbrido que dio origen a la papa moderna se refleja en su expansión desde los Andes, donde se domesticó hace miles de años, hasta convertirse en un alimento básico en todo el planeta. Hoy es uno de los tres cultivos más importantes para la alimentación humana, junto con el trigo y el arroz, y sustenta la dieta de miles de millones de personas.
¿Por qué este trabajo puede definir el futuro de la papa?
Saber qué genes y qué combinaciones permitieron su aparición ofrece una hoja de ruta para mejorar su rendimiento, resistencia y adaptación. El conocimiento detallado de SP6A e IT1 abre la posibilidad de ajustar la formación de tubérculos para que sean más resistentes al calor, al frío o a la falta de agua.
Los programas de mejoramiento ya trabajan en integrar estos hallazgos para desarrollar variedades más productivas y con mejor calidad industrial. Esto es especialmente relevante para regiones que enfrentan cambios climáticos rápidos, donde la papa podría convertirse en un cultivo clave por su versatilidad y su alto aporte calórico.
Lo que viene: la papa sin semilla
Los investigadores avanzan en un concepto disruptivo: la creación de una “papa híbrida” que se reproduzca por semillas verdaderas en lugar de tubérculos. Este cambio reduciría los costos de transporte y almacenamiento, disminuiría el riesgo de transmisión de enfermedades y permitiría ciclos de cultivo más cortos.

El origen de la papa deja así de ser un dato histórico para transformarse en una herramienta estratégica para el futuro de la producción agrícola. Para el agro del siglo XXI, entender y aprovechar esos procesos puede marcar la diferencia entre un cultivo vulnerable y uno preparado para los desafíos globales.