Las tempestades de arena y polvo son fenómenos extremos que van en aumento

Las fuertes tempestades de arena y polvo son cada vez más frecuentes, y los expertos en clima de la ONU atribuyen el aumento a causas provocadas por el hombre, como el cambio climático y las prácticas agrícolas no sostenibles.

tempestades de arena y polvo
Las tempestades de arena y polvo son cada vez más frecuentes.

El aumento de la desertificación, producto de la actividad humana, ha provocado un aumento del número de tempestades, haciendo más urgente la necesidad de una acción internacional para mitigar sus efectos nocivos.

Tempestades de arena y polvo

Las tempestades de arena y polvo ocurren cuando vientos muy fuertes levantan grandes cantidades de arena y polvo de regiones áridas o semiáridas a la atmósfera, transportándolos a largas distancias.

Estas tempestades superficiales pueden reducir la visibilidad a menos de 1000 m, aunque en situaciones más severas pueden resultar en visibilidad nula. Suelen ser causados por depresiones o fuertes gradientes de presión asociados a los ciclones, que aumentan la velocidad del viento en una amplia zona.

Las principales regiones del globo donde ocurren las tempestades de arena y polvo son las regiones áridas del norte de África, la Península Arábiga, Asia Central y China, ocurriendo también en Australia, América y Sudáfrica, pero en menor escala.

región árida
Hay varias regiones áridas del planeta donde se producen tempestades de arena y polvo.

Una vez liberadas de la superficie, las partículas de polvo se elevan más alto en la troposfera mediante mezcla turbulenta y corrientes ascendentes convectivas. Luego, pueden ser transportadas por los vientos durante largos períodos de tiempo, según su tamaño y las condiciones climáticas, antes de regresar a la superficie nuevamente.

El polvo también puede ser arrastrado desde la atmósfera a través de la precipitación, dependiendo del tamaño de las partículas.

El polvo puede permanecer suspendido en el aire durante días, provocando brotes de alergia lejos de su origen.

Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), alrededor del 40% de los aerosoles en la troposfera (la capa más baja de la atmósfera terrestre) son partículas de polvo resultantes de la erosión eólica. Las estimaciones globales de las emisiones de polvo, derivadas principalmente de modelos de simulación, varían entre una y tres gigatoneladas por año.

Impactos en la salud

El polvo suspendido en el aire representa un grave riesgo para la salud humana. El tamaño de las partículas de polvo es un factor determinante del peligro potencial para la salud. Pueden producirse irritaciones cutáneas y oculares, conjuntivitis y aumento de la susceptibilidad a infecciones oculares, o incluso situaciones más graves, como asma, traqueítis, neumonía, rinitis alérgica, silicosis e incluso trastornos cardiovasculares.

Según la OMM, una evaluación de modelo global realizada en 2014 estimó que la exposición a partículas de polvo provocó unas 400.000 muertes prematuras por enfermedad cardiopulmonar en la población mayor de 30 años.

Algunas enfermedades infecciosas con lesiones cerebrales también pueden transmitirse a través del polvo.

Impactos en el medio ambiente y la sociedad

Los depósitos de polvo superficial son una fuente de micronutrientes para los ecosistemas continentales y marinos, sin embargo, también tienen impactos muy negativos en la agricultura y la erosión del suelo.

Agricultura
La agricultura es uno de los sectores afectados por las tempestades de arena y polvo.

Los impactos indirectos de la deposición de polvo incluyen el llenado de canales de riego, el cubrimiento de rutas de transporte y la afectación de la calidad del agua de ríos y arroyos.

Las reducciones en la visibilidad debido al polvo también tienen un impacto en el transporte aéreo y terrestre. Las malas condiciones de visibilidad representan un peligro durante el aterrizaje y el despegue de aeronaves, y el polvo también puede afectar las superficies de las aeronaves y dañar los motores.

El polvo también puede afectar a la producción de plantas de energía solar, especialmente a aquellas que dependen de la radiación solar directa.

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