Más pasos, menos excusas: cómo las ciudades "caminables" cambian nuestra salud en el día a día

Una investigación con millones de registros de teléfonos inteligentes en EE. UU. revela que vivir en zonas más accesibles para los peatones aumenta la actividad física diaria. Las simulaciones indican un aumento significativo en el número de pasos, los minutos de ejercicio y una mayor adhesión a los objetivos de salud.

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Más movilidad, más movimiento: vivir cerca de lo que necesitamos convierte los trayectos cortos en valiosos minutos de actividad física.

Caminar no es solo un simple gesto: es una de las maneras más efectivas, económicas y democráticas de proteger la salud. Tan solo unos minutos al día pueden mejorar la salud cardiovascular, ayudar a controlar el estrés y darte energía para la rutina diaria. Pero no depende solo de la fuerza de voluntad.

La forma como se planifican las ciudades, veredas continuas, cruces seguros, buena iluminación, servicios a poca distancia, pueden facilitar (o dificultar) este hábito.

Un artículo publicado en Nature demuestra precisamente eso: el diseño urbano influye directamente en el número de pasos que damos a lo largo del día.

La investigación fue realizada por científicos de la Universidad de Washington y la Universidad de Stanford, en colaboración con NVIDIA y Chan Zuckerberg Biohub. En lugar de preguntar cuánto camina la gente, rastrearon los cambios de domicilio reales de miles de residentes en todo Estados Unidos y compararon la actividad antes y después de la mudanza.

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Cuando los servicios, las veredas y la seguridad se unen, los pasos se incorporan naturalmente a la rutina.

Al observar al mismo individuo en diferentes entornos urbanos, los autores revelaron un vínculo claro entre la caminabilidad del vecindario y la actividad física diaria: aquellos que se mudan a áreas más amigables para los peatones tienden a caminar más, sin tener que cambiar radicalmente su rutina.

Lo que encontró el estudio

En lugar de preguntar cuánto camina la gente, los investigadores rastrearon lo que sucede cuando se mueven. Utilizando datos anónimos de teléfonos inteligentes, registraron 7447 movimientos en 1609 ciudades y analizaron 248.266 días de actividad en una población de 2,1 millones de usuarios.

La clave del método residió en considerar la mudanza como un "experimento natural": al cambiar de domicilio, la misma persona se muda a un entorno urbano diferente, lo que permite realizar comparaciones antes y después sin recurrir a cuestionarios. Esto reduce los sesgos comunes en las encuestas de opinión y acerca el análisis a situaciones reales.

El resultado es directo y convincente: quienes cambian de una ciudad poco transitable por otra más peatonal acaban dando, de media, unos 1.100 pasos más al día.

También ocurre lo contrario: mudarse a zonas menos transitables reduce el número de pasos, y los efectos duran al menos tres meses. La medida de transitabilidad utilizada, el Walk Score, resume factores como la proximidad a los servicios, la densidad de intersecciones y la combinación de usos del suelo, características que hacen posible realizar las tareas cotidianas a pie. Y no depende de una reubicación planificada.

Por qué esto es importante para la salud

Los pasos adicionales significan más minutos de actividad moderada a vigorosa, precisamente el tipo que más protege el corazón, el metabolismo y el bienestar. En viajes con mejoras significativas en la transitabilidad, la ganancia ascendió a cerca de una hora de esta actividad por semana.

  • Los efectos aparecen a diferentes edades y entre mujeres y hombres.
  • La simetría de los resultados (ganancias y pérdidas) sugiere una causa, no sólo una preferencia personal.
  • Mudarse a ciudades con transitabilidad similar no cambia la rutina de caminar.
  • El beneficio viene con más tiempo de actividad moderada a vigorosa.

Más allá de las estadísticas, hay un mensaje simple: calles seguras, veredas continuas y servicios más cerca de casa fomentan las caminatas espontáneas, desde ir al supermercado hasta pasear al perro.

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La iluminación continua, las veredas sin obstáculos y los cruces protegidos dan confianza para caminar y convierten la actividad física en parte del trayecto.

No tienes que convertirte en deportista; la ciudad empieza a trabajar por ti. En la práctica, esto se traduce en menos tiempo sentado, más energía en tu vida diaria y, para muchas personas, la diferencia entre cumplir o no las recomendaciones de actividad física de la Organización Mundial de la Salud.

¿Y ahora qué? Planificación urbana y límites

Los autores simulan escenarios de políticas urbanas y estiman que si todas las ciudades estadounidenses alcanzaran un nivel de transitabilidad peatonal como el de Chicago o Filadelfia, la gente daría, en promedio, 443 pasos más al día y añadiría 24 minutos semanales de actividad física moderada a vigorosa. Esto aumentaría el número total de estadounidenses que cumplen sus objetivos de actividad física en aproximadamente un 11,2 %.

Hay salvedades: la métrica utilizada está agregada por ciudad, los teléfonos inteligentes no registran el ciclismo y los datos provienen de EE. UU. Aun así, el estándar es consistente y ofrece lecciones: veredas continuas y accesibles, cruces seguros, buena iluminación, ciclovías conectadas y transporte público de calidad.

Con una combinación de usos y velocidades más bajas, la vida cotidiana fomenta los paseos espontáneos. Cuando el entorno invita a caminar, la población responde.

Referencia de la noticia

Countrywide natural experiment links built environment to physical activity. 13 de agosto, 2025. Althoff, T., Ivanovic, B., King, A.C. et al.