Rotación de cultivos: la clave para mejorar rindes que confirma un estudio de la NASA y el MIT

Un estudio de la NASA y el MIT confirma que la rotación de cultivos mejora rindes y revela qué secuencias funcionan mejor, con hallazgos que pueden aplicarse en Argentina.

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Lote de soja que parte de una rotación con trigo, una práctica clave para mejorar rindes y conservar la salud del suelo en Argentina.

Una investigación apoyada por el programa Harvest de la NASA confirmó con datos satelitales lo que muchos productores conocen por experiencia: la rotación de cultivos mejora los rindes y favorece la salud del suelo. El trabajo fue liderado por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Stanford, y analizó millones de hectáreas en condiciones reales usando imágenes Landsat y aprendizaje automático.

“La conclusión fue que la rotación tuvo un efecto positivo en los rendimientos”, afirmó Dan Kluger, investigador posdoctoral del MIT y autor principal. Los beneficios se explican por menor presión de plagas y malezas, comunidades microbianas más saludables y una fertilidad más estable con menos uso de fertilizantes sintéticos.

El estudio se diferencia de los ensayos en campos experimentales, porque considera limitaciones reales como costos de producción, disponibilidad de maquinaria y prácticas culturales. Esto le da un valor práctico adicional a los resultados, al estar más cerca de la realidad que enfrentan los productores.

Qué pasó en los campos de los "farmers"

El análisis identificó que alternar maíz y soja o soja y trigo de primavera aumentó los rendimientos cerca de un 8 % respecto al monocultivo. También sembrar soja o trigo de invierno antes del maíz generó mejoras, aunque más moderadas: 2,5 % y 0,9 % respectivamente.

En cambio, la secuencia soja–trigo de invierno mostró una caída del 12 % en la producción. La principal causa sería la demora en la siembra de trigo después de la cosecha de soja, lo que reduce el tiempo de crecimiento del cereal.

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Mapa de cultivos en las zonas más productivas de los Estados Unidos, según imagen elaborada por el Earth Observatory de la Nasa. Gentileza: nasa.gov

En Marysville, Kansas, las imágenes satelitales mostraron campos que alternaban maíz y soja con buenos resultados. Sin embargo, en los lotes donde el trigo seguía a la soja, el rendimiento cayó por cuestiones de calendario más que por problemas de fertilidad.

El maíz sembrado después de soja suele necesitar menos fertilización debido a la fijación de nitrógeno que realiza la leguminosa. Pero si el productor reduce demasiado la dosis de fertilizante, el beneficio se diluye.

Rotaciones de cultivos en Argentina

En nuestro país la rotación de cultivos es una práctica ampliamente utilizada, aunque con diferencias marcadas entre regiones y sistemas productivos. La elección de secuencias depende de factores como el clima, el tipo de suelo, la presión de malezas y las ventanas de siembra, además de las señales del mercado.

Al integrar los resultados del estudio de la NASA y el MIT con la experiencia local, se pueden identificar combinaciones que maximizan rendimientos y mejoran la resiliencia del sistema productivo. La siguiente tabla muestra las rotaciones más habituales en distintas zonas del país, junto con rendimientos esperados y observaciones prácticas para cada caso.

RegiónSecuencia más comúnRendimiento esperado y observaciones
Región núcleo (sur de Santa Fe, norte de Buenos Aires, sudeste de Córdoba)Trigo – Soja de segunda – Maíz tempranoTrigo: 35–45 qq/ha (baja si siembra tardía tras soja). Soja: 28–35 qq/ha. Maíz: 90–110 qq/ha. Alta eficiencia si se ajusta el ciclo de la soja.
Oeste bonaerense y sur de CórdobaMaíz temprano – Soja de primera – Cultivo de cobertura (vicia o centeno)Maíz: 80–100 qq/ha. Soja: 30–38 qq/ha. Cobertura mejora estructura del suelo y retención hídrica en veranos secos.
NOA (Salta, Tucumán, Santiago del Estero)Sorgo – Soja de primera – Maíz tardíoSorgo: 50–70 qq/ha. Soja: 20–28 qq/ha. Maíz: 60–75 qq/ha. Rotación clave para suelos arenosos y baja humedad.
NEA (Chaco, norte de Santa Fe, Formosa)Maíz temprano – Girasol – Soja de segundaMaíz: 65–80 qq/ha. Girasol: 20–25 qq/ha. Soja: 15–25 qq/ha. El girasol conserva humedad y reduce presión de malezas resistentes.
Sudeste bonaerenseTrigo – Cebada – Soja de segunda o Maíz tardíoTrigo: 45–55 qq/ha. Cebada: 50–60 qq/ha. Soja: 25–32 qq/ha. Alternancia de cereales de invierno reduce plagas y diversifica exportación.
Centro de Entre RíosTrigo – Soja de segunda – Maíz de primeraTrigo: 30–38 qq/ha. Soja: 22–30 qq/ha. Maíz: 70–85 qq/ha. Clave para suelos con alta presión de malezas de hoja ancha.
Los rendimientos son promedios estimados y pueden variar según manejo, clima y condiciones de cada campaña.

Estos ejemplos demuestran que no existe una única fórmula válida para todo el territorio. Cada región requiere un manejo adaptado a sus condiciones, priorizando cultivos que aporten cobertura, mejoren la estructura del suelo y permitan escalonar fechas de siembra y cosecha.

El desafío está en encontrar el equilibrio entre la rentabilidad inmediata y la sustentabilidad a largo plazo. Tal como señala el estudio internacional, ajustar la secuencia a las características climáticas y al comportamiento del suelo es clave para sostener los rindes y reducir riesgos en un contexto de variabilidad creciente.

El papel del clima y adaptaciones para el agro argentino

El estudio reveló que la rotación es más efectiva en zonas más lluviosas para maíz, soja y trigo. En estos entornos, la humedad favorece la proliferación de plagas y malezas, y la alternancia de cultivos ayuda a mitigarlas.

En regiones secas, el impacto es menor, pero las rotaciones con cultivos que dejan mayor rastrojo, como el trigo, ayudan a conservar la humedad y la estructura del suelo. Esto es clave en zonas donde las lluvias son escasas o irregulares.

En soja, los beneficios de la rotación aumentaron en climas cálidos, probablemente porque el calor intensifica el ataque de plagas. Sin embargo, las ganancias de sembrar maíz o trigo después de soja fueron menores en altas temperaturas debido a la menor eficiencia de la fijación de nitrógeno.

En Argentina, el doble cultivo trigo–soja de segunda es común en la región núcleo, pero campañas con lluvias abundantes y siembras atrasadas muestran que el ciclo de la soja debe ajustarse para proteger el potencial del trigo. En el NOA y NEA, priorizar sorgo o maíz temprano ayuda a conservar humedad y a manejar malezas resistentes.