Los satélites de Elon Musk ponen en jaque a la investigación: ¿un “fin del cielo oscuro” para la ciencia?
La explosión de satélites como Starlink inunda el espacio con luces artificiales. Un reciente estudio advierte que incluso el Hubble podría quedar ciego ante esta “contaminación satelital”.

Mirá al cielo una noche despejada: probablemente veas unas pocas estrellas brillando. Ahora imaginá ese cielo poblado por decenas de miles de luces “artificiales” cruzando una tras otra: eso es lo que está por venir si no frenamos la avalancha de satélites en órbita. Lo peor de todo es que no se trata de un espectáculo inofensivo, sino de una amenaza real para la astronomía espacial.
Un estudio reciente liderado por investigadores de la NASA revela que las “megaconstelaciones” de satélites de telecomunicaciones, como las de Starlink u otras similares, podrían contaminar gran parte de las imágenes capturadas por telescopios espaciales.
Es decir: podríamos perder nuestra ventana al universo profundo.
La invasión silenciosa de los satélites
En apenas cinco años, se pasó de cerca de 2.000 satélites en órbita a alrededor de 15.000. Según las proyecciones, para 2037 podrían haber más de 560.000.
Estos objetos (que brillan como luces reflectantes y en movimiento) cruzan frecuentemente el campo de visión de los telescopios espaciales, dejando rayas blancas que invalidan fotos enteras. Para la ciencia, es como intentar tomar una foto de un paisaje nocturno mientras un enjambre de luciérnagas pasa frente a la cámara una y otra vez.

El estudio simula escenarios futuros: mientras el Hubble podría perder cerca del 40 % de sus imágenes, nuevos telescopios como SPHEREx, ARRAKIHS (de la Agencia Espacial Europea) o el planeado Xuntian verían comprometido hasta el 96 % de sus registros.
¿Qué significa para la exploración espacial y el conocimiento del universo?
Si el cielo se llena de “ruido luminoso”, los telescopios espaciales dejarán de servir como faros hacia galaxias lejanas, planetas exóticos o supernovas. Muchas de las imágenes limpias, profundas y reveladoras que confiamos para conocer el cosmos se convertirán en imágenes arruinadas.

El problema no solo afecta a proyectos actuales, sino también a los futuros. Telescopios planificados para estudiar el origen del universo, buscar exoplanetas o mapear galaxias quedarán ciegos ante esta contaminación —esa “luz basura” comienza a competir con la luz tenue de las estrellas más lejanas.
Además, este cambio no es reversible de un día para otro: una vez que se llena el cielo de satélites, recuperar un cielo oscuro real es tan complejo como volver atrás en el tiempo.
Mirando al futuro
Este es un llamado urgente a cuidar lo que podríamos definir como un patrimonio colectivo: el cielo estrellado. Si las constelaciones satelitales continúan expandiéndose sin regulación, la astronomía espacial podría perder décadas de potencial científico.

La comunidad internacional, las agencias espaciales y las empresas responsables deben trabajar en regulaciones estrictas —limitar la cantidad de satélites, usar diseños menos reflectantes, planificar lanzamientos con conciencia del impacto lumínico—. De lo contrario, estaremos cambiando para siempre la manera de mirar al cosmos.
Pero no todo está perdido. Existe una ventana de oportunidad: con conciencia pública, presión social y regulación, podemos exigir un “cielo oscuro” para las futuras generaciones. Conservemos esta bóveda estrellada antes de que quede reducida a un recuerdo digital.
Referencia de la noticia:
Borlaff, A.S., Marcum, P.M. & Howell, S.B. Satellite megaconstellations will threaten space-based astronomy. Nature 648, 51–57 (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-09759-5