Miles de satélites en órbita incumplen una norma y complican el trabajo de los científicos
El brillo excesivo de los satélites está contaminando la observación del cielo nocturno y pone en riesgo investigaciones astronómicas cruciales, según un análisis reciente.

La expansión acelerada de satélites para servicios de internet está generando un problema inesperado: muchos son demasiado brillantes y podrían interferir no solamente en la contemplación del cielo nocturno sino también en la observación astronómica profesional.
Aunque los satélites son pequeños en comparación con los astros, su reflejo puede ser lo suficientemente fuerte como para interferir con los instrumentos más sensibles.

La Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés) fijó un umbral de magnitud 7 como el límite máximo para evitar que estos objetos arruinen observaciones científicas. Para los observadores ocasionales, el límite estético está en la magnitud 6: por encima de ese nivel, los satélites ya compiten con las estrellas visibles a simple vista.
La magnitud es una escala inversa: cuanto menor el número, mayor el brillo. Una estrella como Vega, visible en cielos despejados, tiene magnitud 0. Los objetos con magnitud 6 son apenas perceptibles. Pero muchos satélites hoy superan ese valor con creces.
El estudio que encendió la alerta
Un análisis publicado recientemente en el servidor de preprints arXiv de la Universidad Cornell, examinó miles de satélites pertenecientes a varias constelaciones: Starlink (SpaceX), OneWeb, BlueBird y los proyectos chinos Qianfan y Guowang.
La investigación concluye que las medidas que tomaron algunas compañías -como pintar los satélites de negro o ajustar su orientación- no han sido suficientes. La gran mayoría de los objetos siguen siendo claramente visibles desde la Tierra, incluso en cielos rurales.

Actualmente hay más de 5.000 satélites Starlink en órbita, y SpaceX planea lanzar muchos miles más. Amazon, con su proyecto Kuiper, y otros actores internacionales, no se quedan atrás.
Esta contaminación visual obliga a los astrónomos a descartar fotos, repetir observaciones y perder datos valiosos. La calidad de los estudios sobre galaxias lejanas, exoplanetas o fenómenos como las supernovas puede verse comprometida por objetos que, hasta hace poco, no existían.
Una pérdida para todos
No se trata solo de la ciencia. Astrónomos aficionados y amantes del cielo nocturno en todo el mundo han empezado a notar el fenómeno: líneas brillantes que cruzan las estrellas, incluso en lugares remotos. Esta "contaminación espacial" se suma al resplandor de las ciudades, dejando cada vez menos espacio para la conexión humana con el universo.
El Centro para la Protección del Cielo Oscuro y Tranquilo, un organismo creado por la IAU, busca mediar entre la industria satelital y la comunidad astronómica. Algunas empresas han mostrado voluntad de colaborar, pero el avance tecnológico ha sido más veloz que la regulación.
Para los autores del estudio, es hora de tomar medidas concretas y coordinadas. “Si no actuamos pronto, perderemos una ventana única al cosmos”, advierten en el documento.