¿Atraés a los mosquitos? ¡La ciencia te cuenta por qué!

Para algunas personas los mosquitos son una verdadera pesadilla. Para los mosquitos, en cambio, algunas personas son auténticos manjares. ¿Por qué algunas personas son imanes para estos insectos?

Mosquitos
¿Por qué algunas personas atraen a los mosquitos más que otras?

Una escena conocida. Una persona esquiva zumbidos y tira manotazos al aire para evitar ser picada por un mosquito. Mientras, otra la mira como si nada. Es que ya lo sabíamos: los mosquitos tienen sus preferencias a la hora de elegir dónde clavar el aguijón. Y aunque durante mucho tiempo se pensó que esta elección tenía que ver con el tipo de sangre, nunca hubo evidencia suficiente para respaldar esta idea.

Ahora, una investigación trae respuestas. El trabajo se publicó el mes pasado en la revista Cell y estuvo a cargo de la neurobióloga Leslie Vosshall, del Instituto Médico Howard Hugues y la Universidad de Rockefeller; y de María Elena De Obaldía, científica de la empresa de biotecnología Kingdom Supercultures.

La denominada “atracción diferencial” que algunas personas ejercen sobre los mosquitos se debe a ciertos olores corporales. Pero ese olor no tiene nada que ver con lo que hayamos comido o con nuestra higiene personal. Sino con nuestro “perfil olfativo”, ese olor único que todos tenemos y que resulta de la combinación de los compuestos químicos que forman el cebo de nuestra piel, que es la capa aceitosa que ayuda a mantenerla hidratada y protegida.

Mosquitos
El cebo de nuestra piel atrae a los mosquitos.

Específicamente, la investigación descubrió que las personas que producen altos niveles de ácido carboxílico resultan ser las preferidas por estos insectos. “Existe una asociación muy fuerte entre tener grandes cantidades de estos ácidos grasos en la piel y ser un imán para los mosquitos”, dijo Vosshall en un comunicado de la universidad.

Otro hallazgo relevante es que el nivel de “atracción” que se ejerce sobre los mosquitos -sea alto o bajo- se mantiene en el tiempo, independientemente de cualquier cambio en los hábitos. “Lo que sí sabemos es que el nivel de ácidos carboxílicos se mantiene bastante constante a lo largo del tiempo. Esto, a su vez, hace que el perfil olfativo de una persona no varíe.” Dijo Vosshall. “Esta capacidad se mantiene durante toda la vida, lo cual es una buena o mala noticia, según la persona en cuestión”, agregó.

Torneo de mosquitos

Para llegar a estas conclusiones el equipo de investigación trabajó con 64 participantes a los que les pidieron que usaran medias de nylon durante seis horas, para impregnarlas con su “perfil olfativo” único. Luego, estas medias fueron distribuidas en recipientes cerrados donde había hembras del mosquito Aedes aegypti. El experimento se replicó durante varios meses.

El objetivo era observar la conducta de los insectos e identificar si había preferencias, lo que efectivamente ocurrió: se dirigían reiteradamente en mayor medida hacia algunas medias y no tanto a otras.

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La piel de los sujetos más atrayentes tiene mayores niveles de ácidos carboxílicos.

“El Sujeto 33 era cuatro veces más atractivo para los mosquitos que el siguiente participante más atractivo del estudio, y sorprendentemente 100 veces más atractivo que el menos atractivo, el Sujeto 19.” indica el informe. Es decir que el participante 33 era el mayor imán de mosquitos. Su atracción era más de 100 veces mayor que la de los menos atrayentes, el 19 y el 28.

Luego se analizaron los perfiles olfativos de los participantes y allí se encontró la característica que podía explicar esa atracción diferencial. La piel de los sujetos más atrayentes tenía los mayores niveles de ácidos carboxílicos. Y a la inversa, los menos atrayentes, contenían una cantidad mucho menor.

¿Por qué algunas personas producen mayores niveles de estos ácidos? Esta pregunta aún queda abierta para futuras investigaciones. Asimismo, habrá que indagar si otras especies de mosquito reaccionan del mismo modo. Esta investigación se centró en el Aedes aegypti por su grado de peligrosidad, ya que es transmisor de enfermedades como el virus del zika, el dengue, el Chikungunyam.

Aunque aún quedan interrogantes, este estudio suma conocimiento que será útil para proyectos que ya están en la agenda de algunos laboratorios, y que tienen que ver con el desarrollo de repelentes de larga duración que contribuyan a combatir las enfermedades que estos insectos transmiten.

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