Dormir en el aula: Japón transforma escuelas en hoteles para salvar los pueblos vaciados
En lo profundo de las montañas de la isla más pequeña de Japón, Shikoku, una vieja escuela primaria se ha transformado en un alojamiento donde los visitantes no sólo duermen, sino que reconectan con la naturaleza y con una forma de vida que parecía olvidada.

Cada año, cerca de 450 escuelas rurales cierran sus puertas en Japón. Es el resultado de un fenómeno demográfico que parece imparable: una población envejecida, una baja tasa de natalidad y el éxodo de jóvenes hacia las grandes ciudades.
Pero algunos han comenzado a darles nueva vida. Uno de los casos más notables es el de Hare to Ke, una antigua escuela en Miyoshi, que ahora funciona como casa de huéspedes. El proyecto fue impulsado por Shuko Uemoto, una diseñadora que se enamoró del paisaje de la zona al visitarlo con su hijo pequeño.

“Cuando nos alojamos aquí por primera vez, los síntomas de asma de mi hijo simplemente desaparecieron”, dijo Uemoto a la BBC. La experiencia la marcó. Y cuando la ciudad abrió una convocatoria para revitalizar sus escuelas vacías, no lo dudó.
La escuela Deai, donde hoy funciona el hotel, llegó a tener más de 500 alumnos en su apogeo. Cerró en 2005, cuando solo quedaban cinco, y fue oficialmente clausurada en 2013. Desde entonces permanecía en silencio, hasta que el proyecto de Uemoto le devolvió la vida: aulas transformadas en habitaciones, murales escolares conservados y un campo de deportes donde los vecinos ahora se reúnen a jugar gateball.
Pero la propuesta va más allá del turismo nostálgico. El nombre mismo del lugar —Hare to Ke— alude a una antigua distinción de la cultura japonesa entre los días festivos (hare) y la rutina diaria (ke). El objetivo es recuperar ese equilibrio a través del descanso y la lentitud.
Uno de los atractivos más singulares es su "Viaje del Sueño", una experiencia sensorial diseñada para quienes duermen mal: incluye aromaterapia, infusiones de hierbas personalizadas, silencio profundo y aire de montaña. “No esperaba sentir tanta diferencia, pero descansé más profundamente que en años”, contó Uemoto sobre sus primeras noches en la zona, que inspiraron la idea.
Proyectos a futuro para no olvidar el pasado
La iniciativa de Hare to Ke no es un caso aislado. En Miyoshi, al menos 13 escuelas abandonadas fueron reconvertidas en espacios como cafés comunitarios, oficinas, hospedajes o talleres.
Otras regiones del país siguen el mismo camino: en Wakayama, por ejemplo, una escuela se transformó en el refugio rural Akizuno Garden; en Niigata, Katakuri no Yado ofrece gastronomía local y baños termales en un entorno montañoso; y en Miyagi, una ex escuela afectada por el tsunami ahora funciona como posada educativa familiar bajo el nombre Moriumius.

Para los promotores de estos proyectos, la reconversión de escuelas es mucho más que una solución al abandono edilicio. Es una forma de revitalizar comunidades enteras. “El hecho de que ahora los turistas se sientan atraídos y lo encuentren atractivo ha ayudado a los locales a recuperar la confianza”, explicó Yuko Oka, funcionaria de la División de Revitalización Regional de Miyoshi.
Además, muchas de estas iniciativas incorporan actividades que refuerzan la identidad local. En el caso de Hare to Ke, los visitantes pueden participar en talleres de cocina, mercados nocturnos y hasta en festivales tradicionales como el del Monte Tsurugi, que se celebra desde hace siglos.

Dormir en una antigua aula puede parecer insólito, pero para muchos visitantes es una forma de reconectar con la calma, la comunidad y la memoria. En un país que enfrenta una crisis silenciosa de despoblación rural, estas escuelas reconvertidas ofrecen descanso, preservan historias, reaniman pueblos y demuestran que, a veces, el futuro se construye reciclando el pasado.