La voz humana a lo largo de la vida: ¿por qué cambia?

Imagina que eres parte de un jurado en audiciones a ciegas para determinar la apariencia de una persona por su voz. Difícil tarea, ¿cierto? Los sonidos que producimos son reveladores, en gran medida, de quienes somos. Pero no siempre han sido iguales.

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Detente por un instante a escuchar tu propia voz y la de los que te rodean. ¿Percibes las similitudes y diferencias entre todas?

Lo primero que debemos conocer es que la voz humana es el sonido voluntario que se produce cuando el aire proveniente de los pulmones es expulsado por la laringe y hace vibrar las cuerdas vocales.

Cuando hablamos, gritamos o cantamos estamos generando sonidos articulados, con la intervención del aparato fonador. Los sistemas de fonación y de articulación componen este aparato, y en tanto el primero es el encargado de encaminar el chorro de aire desde los pulmones hasta las cuerdas vocales, el segundo lo modula con la boca y los labios, para transmitir emociones o sentidos socialmente codificados.

La individuación de la voz de una persona se inicia desde el primer llanto, y depende de las características anatómicas y fisiológicas de cada una. Sin embargo, a lo largo de la vida la voz de un individuo sufre cambios, en los que intervienen fundamentalmente el sistema nervioso y el hormonal.

Una vida contada en su voz

En la etapa infantil, hasta los 9 años, el niño transita desde la imitación de melodías y ritmos, hasta alcanzar la emisión de sonidos en el rango de los 268 Hz los varones, y los 295 Hz las niñas.

En la pubertad y la adolescencia, la voz masculina transita por una serie de cambios importantes. Los cartílagos laríngeos crecen rápidamente y por tanto la laringe aumenta de tamaño y desciende; crecen la epiglotis y las glándulas tiroideas; se ensancha el tórax y crecen las cavidades de resonancia de la tráquea y los pulmones, por lo que el tono de la voz desciende y es más grave.

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Los niños varones transitan de la imitación de melodías y ritmos hacia una voz más grave durante la adolescencia.

Durante la adultez las características distintivas de la voz de cada persona se consolidan, pero en la medida a que avanza en edad las cuerdas vocales van perdiendo elasticidad y fibras de colágeno, por lo que se van perdiendo los tonos agudos y el timbre va opacándose.

Los cambios hormonales que ocurren en la etapa de adolescencia provocan transformaciones físicas y psicológicas, entre las que la voz más grave del adolescente varón es un rasgo distintivo.

En la etapa presenil ocurre la involución laringofónica, caracterizada por la presencia de pliegues vocales edematosos, que ocasionan la transición a una tesitura más grave y una resonancia pectoral.

En la última etapa de la vida, la influencia de las afectaciones en los sistemas neurológico, auditivo, respiratorio, muscular y psíquico entre otros, provocan que el tono fundamental en los hombres estará entre los 125 y 130 Hz, en tanto que en las mujeres suele estar en alrededor de los 180 Hz. Además aparecen temblores en la voz y la disminución notable de su intensidad.

También se puede “operar” la voz

Con los avances de la medicina en las ramas de la laringología y la foniatría, es posible realizar intervenciones quirúrgicas para modular la voz hacia tonos más agudos o graves. Las mujeres trans son las pacientes más comunes en cirugías de otoplastia modificada, que permite elevar el tono de la voz (hacerla más aguda). En cambio los hombres trans logran cambiar a tonos más graves su voz mediante terapias hormonales.

Las terapias psicológicas y las rutinas indicadas por logopedas, complementan las acciones en el quirófano para lograr la “magia” de la voz deseada.

En casos de disforia vocal —que ocurre cuando una persona no siente que su voz forma parte de la imagen que proyecta— en pacientes masculinos, las cirugías de tiroplastia tipo III de Isshiki han demostrado su efectividad.

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