Una nueva forma de contaminación acecha la salud pública europea y pone en riesgo a millones de personas
Más de 100 millones de personas viven sometidas a niveles de ruido perjudiciales para la salud. Lo que muchos consideran “parte del paisaje urbano” está generando enfermedades, trastornos del sueño y miles de muertes prematuras al año.

Puede que no la veamos. Puede incluso que hayamos aprendido a ignorarla. Pero la contaminación acústica no da tregua: está en la calle, en los trenes, en los cielos. Según un informe publicado esta semana por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), más de 110 millones de personas en Europa —una de cada cinco— están expuestas a niveles de ruido que alteran su salud física y mental. Y aunque parezca exagerado, no lo es: el ruido enferma y mata.
Los datos son contundentes. El estudio estima que esta exposición prolongada provoca cada año 66.000 muertes prematuras, 50.000 casos de enfermedades cardiovasculares y 22.000 diagnósticos de diabetes tipo 2. Casi cinco millones de personas padecen trastornos graves del sueño, y 15 millones de niños viven en zonas con niveles de ruido considerados nocivos. El costo económico de este fenómeno invisible roza los 100.000 millones de euros anuales.

“El ruido no solo molesta. Nos mantiene en un estado constante de alerta, aunque no lo notemos”, explicó la doctora Eulalia Peris, experta de la AEMA y una de las responsables del informe. “Ese estrés acumulado se traduce en inflamación, estrés oxidativo y una larga lista de afecciones crónicas: desde problemas cardíacos y ACV, hasta deterioro cognitivo infantil y enfermedades mentales”.
Un enemigo persistente
El informe de la AEMA se elaboró a partir de datos oficiales de los países del Espacio Económico Europeo, que registraron los niveles de ruido del transporte en calles, autopistas, ferrocarriles y aeropuertos.
Para evaluar el impacto en la salud, los investigadores utilizaron modelos epidemiológicos basados en investigaciones previas que relacionan la exposición al ruido con enfermedades cardiovasculares, trastornos del sueño y mortalidad prematura. Además, consideraron distintos umbrales de contaminación acústica, incluyendo los recomendados por la Organización Mundial de la Salud, para ofrecer una visión integral del problema.

El ruido del transporte es el principal responsable. El 84 % de los casos reportados en el informe provienen del tránsito vehicular. El resto se reparte entre trenes (18 millones de afectados) y aviones (2,6 millones). La mayoría de las fuentes son constantes y omnipresentes, lo que dificulta tanto su medición como su regulación.
“El problema con el ruido del transporte es que es crónico. A diferencia de la contaminación del aire, que puede generar alertas puntuales, el ruido nos rodea siempre. Por eso, muchas veces no se lo toma como una amenaza real”, explicó Leena Ylä-Mononen, directora ejecutiva de la AEMA. “Pero los efectos sobre la salud están ampliamente documentados. Es hora de que dejemos de subestimarlo”.
Incluso los coches eléctricos, que prometían ser más silenciosos, no ofrecen la solución esperada. Su ventaja acústica solo se nota a baja velocidad: a más de 30 km/h, el ruido de los neumáticos y el pavimento supera al del motor. Y peor aún: gran parte del ruido urbano está dominado por un pequeño grupo de vehículos muy ruidosos, lo que complica aún más la regulación efectiva.

Aunque el foco del informe está puesto en el transporte, no es la única fuente de contaminación acústica. El ruido de bares, boliches, fiestas y vecinos también puede ser perjudicial para la salud, especialmente cuando se prolonga durante la noche. Sin embargo, medir su impacto resulta mucho más difícil, ya que es intermitente, varía según el horario, el día y la ubicación, y no siempre queda registrado en los monitoreos oficiales. Aun así, es una fuente real de estrés y alteraciones del sueño para quienes viven cerca de estos focos sonoros.
El panorama parece desalentador, pero el informe también ofrece alternativas. Reducir los límites de velocidad en zonas urbanas, promover neumáticos más silenciosos, mejorar el mantenimiento de trenes y vías, y optimizar las rutas de despegue y aterrizaje en los aeropuertos son algunas de las propuestas más concretas.

Además, fomentar el transporte público, la bicicleta y los traslados a pie no solo disminuye la contaminación del aire, sino también la acústica. En un contexto donde el 30 % de reducción de molestias crónicas por ruido, que la UE se propuso para 2030, parece hoy inalcanzable, cada acción cuenta.
Referencia de la noticia
Environmental noise in Europe 2025. EEA report 05/2025 Published 23 Jun 2025. European Environment Agency.