La palmera mexicana o washingtonia robusta: cuidados de la planta que conquista al mundo

La palmera mexicana tiene una silueta inconfundible que llena calles y parques. Su éxito proviene de su sencillez, belleza y resistencia, por eso hoy es la favorita del paisajismo urbano mundial.

Una palmera adulta de Washingtonia robusta puede llegar a producir hasta 100 mil semillas en una sola temporada.

En casi cualquier ciudad de México y muchas partes del mundo, si levantas la vista en avenidas, parques o incluso jardines privados, lo más probable es que encuentres una palmera alta, delgada y elegante que parece saludar al cielo. Esa es la Washingtonia robusta, mejor conocida como palmera mexicana.

Aunque muchos piensan que este árbol es un símbolo del trópico que pertenece solo a playas paradisíacas, y que en realidad, tiene raíces más profundas en nuestro territorio y una historia interesante que explicar.

Es originaria del noroeste de México, principalmente de estados como Baja California y Sonora, aunque hoy está presente en países como España, Italia, Sudáfrica o Australia. A pesar de ser tan común en las ciudades, pocas personas saben realmente cómo se cuida.

Esta palmera tiene un gran valor ecológico y paisajístico, ya que brinda sombra, sirve como refugio para aves, y es tan adaptable que puede crecer en condiciones bastante duras. Esa resistencia es precisamente lo que la ha llevado a convertirse en una especie globalizada.

Se ha comprobado que puede resistir temperaturas de hasta -5 °C por periodos cortos, aunque sufre daños visibles.

Hablar de la palmera mexicana es hablar de una planta que combina rusticidad y elegancia, de esas que no piden demasiado pero que entregan mucho. Con un porte estilizado y la facilidad con la que se integra a proyectos de jardinería urbana la hacen casi imbatible en comparación con otras palmeras más exigentes.

El origen y su personalidad única

La Washingtonia robusta pertenece a la familia Arecaceae y se distingue por tener un tronco largo y delgado que puede alcanzar más de 25 metros de altura en condiciones óptimas. Su diámetro no suele superar los 30 a 40 centímetros, lo que le da esa silueta delgada y alargada tan característica.

Una de sus marcas más visibles es el "abanico" de hojas verdes en forma de palma, que pueden medir hasta un metro y medio de largo. Cuando estas hojas mueren, muchas veces no se desprenden solas y quedan pegadas al tronco, formando lo que se conoce como una “falda” de hojas secas.

Puede crecer en suelos pobres, pedregosos o arenosos, siempre y cuando tengan buen drenaje.

A pesar de su porte tropical, esta palmera tolera tanto el calor extremo como climas más frescos, aunque no sobrevive a heladas muy intensas. Puede crecer en suelos pobres, pedregosos o arenosos, siempre y cuando tengan buen drenaje, esa capacidad de adaptación explica por qué la encontramos desde desiertos hasta zonas costeras.

El primer secreto para que esta especie luzca bella e imponente es la luz solar. Esta palmera necesita pleno sol para desarrollarse bien, aunque puede aguantar algo de sombra en su primeros años de vida, si se planta en un sitio con buena insolación crecerá más rápido y con hojas más verdes y saludables.

En cuanto al suelo, no es nada exigente, lo fundamental es que tenga buen drenaje. Los suelos encharcados favorecen la aparición de hongos en las raíces, lo que puede matar a la planta. Curiosamente, su rusticidad le permite prosperar en suelos alcalinos, salinos o incluso pobres en nutrientes, algo que pocas especies logran.

Sobre el riego, el secreto esta en la moderación. De joven necesita riegos frecuentes para establecerse, pero una vez adulta puede soportar largos periodos de sequía, es una planta que “aprende” a buscar agua con sus raíces profundas, lo que la hace ideal para jardines de bajo consumo hídrico o proyectos de paisajismo sustentable.

Secretos de cuidado como todo un jardinero pro

Uno de los puntos más comunes al hablar de esta palmera es la poda de hojas secas, como ya mencionamos, las hojas muertas quedan adheridas al tronco, formando esa falda característica. Aunque estéticamente no siempre gusta, desde un punto de vista ecológico es un refugio para fauna.

La “falda” de las palmeras da un aspecto rústico y algo desordenado, y sirve de refugio para murciélagos, aves e insectos.

El problema es que esas faldas también pueden convertirse en material combustible en caso de incendios o ser refugio de plagas urbanas como ratas o cucarachas. Por eso, en entornos urbanos se suele hacer una poda periódica para mantenerla más limpia y segura.

Otro detalle importante es el control del crecimiento, ya que al ser una palmera de rápido crecimiento, en pocos años puede superar los 10 metros, por lo que es necesario elegir bien el lugar donde se planta. No es recomendable ponerla demasiado cerca de casas, cables eléctricos o muros, ya que con el tiempo puede generar problemas de espacio.

Es una especie que puede vivir entre 70 y 100 años si las condiciones son favorables.

Aunque es bastante resistente, la Washingtonia robusta no está libre de problemas, entre las plagas más comunes están los picudos rojos (Rhynchophorus ferrugineus) y las larvas de ciertos escarabajos que se alimentan del corazón de la palmera, estas plagas pueden ser devastadoras si no se detectan a tiempo.

En cuanto a enfermedades, la más frecuente es la pudrición de la raíz y del cogollo, provocada por hongos que prosperan en condiciones de exceso de humedad, aunque la mejor manera de prevenir esto es con un buen drenaje y evitando riegos excesivos.

Un consejo práctico de agrónomo es revisar periódicamente el estado del cogollo, que es el punto central de crecimiento, si el cogollo está sano, la palmera seguirá viva, aunque pierda hojas, pero si el cogollo muere, la planta completa está en riesgo.

La magia de verla en el entorno urbano

Más allá de su función ornamental, esta palmera tiene una gran importancia en proyectos de urbanismo y paisajismo. Su porte alto y delgado permite crear avenidas arboladas sin bloquear demasiado la luz o el paso de aire, algo clave en zonas calurosas.

Es utilizada en proyectos de reforestación urbana porque resiste sequías, contaminación y requiere poco mantenimiento una vez establecida y en países como España o Egipto se ha convertido en un símbolo de modernidad urbana, aunque su origen mexicano no siempre se reconoce.

Incluso, algunos investigadores la consideran parte de un patrimonio genético valioso, ya que combina belleza con resistencia. Su capacidad de crecer rápido y adaptarse a distintos climas la vuelve un recurso estratégico para zonas con limitaciones de agua.

Un ejemplo de cómo una especie local, puede conquistar el mundo gracias a su resistencia, belleza y facilidad de cultivo. Aunque a simple vista parece una planta sencilla, detrás de su tronco esbelto y sus hojas de abanico hay toda una serie de cuidados y características que vale la pena conocer.