A más de un año de iniciada, la sequía en el Amazonas está lejos de terminar

Según las autoridades, al menos 600.000 personas están siendo afectadas y la sequía, fortalecida por el cambio climático, tiene un gran impacto sobre el ecosistema y la agricultura de la región.

Río Negro Amazonas
El río Negro es uno de los principales afluentes del Amazonas. Su cuenca está seriamente afectada por esta histórica sequía.

La sequía que afecta a la Amazonia ya lleva más de un año, y por las condiciones actuales, parece estar lejos de terminar. Según datos del Instituto Nacional de Meteorología de Brasil, en los últimos meses el volumen de lluvias en toda la región amazónica ha estado por debajo del promedio. Tal como menciona Eos, las autoridades locales indicaron que al menos 600.000 personas han sido afectadas directamente por esta sequía.

El punto de inflexión amazónico es una hipótesis posible, y antes de que se produzca una catástrofe de esta naturaleza, los ecosistemas acuáticos dan la voz de alarma.

El evento, que se esperaba quedara acotado a pocos meses, está extendiéndose mucho más en el tiempo. Muchos especialistas en el comportamiento climático de la Amazonia se ven sorprendidos por el alcance de esta sequía. El climatólogo José Marengo, coordinador de investigación y desarrollo del Centro Nacional de Vigilancia y Alerta de Desastres Naturales de Brasil indicó a Eos: "no recordamos haber oído hablar de la muerte de delfines de río en anteriores sequías en el Amazonas".

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A lo que hace referencia Marengo es a la muerte de más de 250 delfines de río registrada entre septiembre y octubre de 2023 en los lagos Coari y Tefé, en el norte del Amazonas. En Tefé, la temperatura del agua alcanzó un valor sorprendente de 39,1°C. Si, leyeron bien, la temperatura del agua, no del aire.

En una nota técnica publicada a finales de enero, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales y el Instituto Nacional de Meteorología de Brasil y la Fundación Cearense de Meteorología y Recursos Hídricos señalaron que un patrón de precipitaciones inferior al previsto se prolongará durante todo abril.

Este fenómeno se debe, en parte, a temperaturas inusualmente altas en los océanos Pacífico ecuatorial y Atlántico tropical.

Solo la mitad de las precipitaciones

De las 32 cuencas fluviales que contiene la Amazonia, sólo tres entraron en febrero con un volumen de precipitaciones positivo, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (INPA). Otras cinco cuencas tuvieron niveles de precipitación cercanos a los esperados para el período, pero el resto, incluyendo porciones del propio río Amazonas con su sistema de drenaje más extenso del mundo, iniciaron el año con escasas lluvias.

Sequía Amazonas
Clasificación de las zonas de sequía en la región del Amazonas. Fuente: NOAA.

El río Negro, uno de los corredores más importantes para la navegación en la región, recibió aproximadamente la mitad de las precipitaciones previstas para enero. Al analizarse la pérdida de agua en la Amazonia brasileña en 2023 en comparación con 2022, se concluyó que la remisión fue de 3,33 millones de hectáreas de agua superficial, un área algo más grande que la provincia de Misiones.

Para poder obtener esos valores se utilizan imágenes del satélite Sentinel. El análisis de ese material demuestra que la mayor parte de la pérdida de agua superficial en 2023 tuvo lugar a menos de 50 kilómetros de aldeas indígenas y zonas urbanas, y a menos de 25 kilómetros de pequeñas ciudades. Por ello el impacto sobre la población de la región es muy fuerte.

El punto de no retorno cada vez más cerca

El punto de inflexión en el Amazonas es una situación hipotética en la que la degradación forestal alcanzara un punto de no retorno y la zona se degradara hasta convertirse en una sabana herbácea. Los investigadores afirman que puede alcanzarse si se deforesta entre el 20 % y el 25 % de la superficie original del bosque.


Para Carlos Souza, coautor e investigador de teledetección del Instituto Amazónico de la Gente y el Medio Ambiente, esta posibilidad "es una hipótesis plausible, y antes de que se produzca una catástrofe de esta naturaleza, los ecosistemas acuáticos deben dar la voz de alarma".

Souza también explicó a Eos que las llanuras aluviales son especialmente vulnerables a las sequías prolongadas. "Cuando el suelo pasa por largos periodos de sequía, pierde su microbiodiversidad, que es importante para procesar la materia orgánica y liberar nutrientes que contribuyen a la productividad del suelo", explicó el especialista. Las empresas agrícolas se han visto duramente afectadas por la sequía amazónica. Por caso, la sequía ha impactado en calidad y cantidad de la producción de açaí, por ejemplo, así como de piñas y otros cultivos.

Durante los eventos de El Niño como el que se vivió desde el año pasado, las lluvias en la región tienden a disminuir. Pero en este año, a ello se le sumó la temperatura inusualmente del Atlántico tropical y el Pacífico fuera de las áreas de desarrollo de El Niño. Ello agudizó la sequía y la extensión temporal de la misma.

De hecho, un reciente estudio publicado por World Weather Attribution señala al cambio climático, y no El Niño, como el principal culpable de la actual sequía en el Amazonas. En el estudio, un equipo internacional de 18 investigadores utilizó modelos para simular la sequía en las condiciones atmosféricas actuales y bajo temperaturas medias globales preindustriales.

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