¿Ciudades con más jardines? Los científicos alertan sobre la urgente necesidad de vegetación para combatir el calor
El cambio climático y el aumento de la urbanización crean problemas que afectan gravemente a los ciudadanos de diversas formas.
Las olas de calor son especialmente frecuentes durante el verano, con efectos perjudiciales para la salud, el nivel socioeconómico y el medio ambiente. Estos fenómenos meteorológicos implican períodos prolongados de temperaturas anormalmente altas, con múltiples impactos y diversas causas, lo que requiere la adopción de diferentes medidas para abordarlos.
Entre sus impactos socioeconómicos se encuentra la reducción de la productividad laboral, especialmente en sectores como la agricultura y la construcción, que se realizan mayoritariamente al aire libre. Además, la reducción de la producción agrícola puede afectar la seguridad alimentaria. En cuanto a la salud, las altas temperaturas causan deshidratación y agravan enfermedades crónicas, especialmente en grupos vulnerables como las personas mayores. También afectan negativamente la salud mental debido al estrés.
Las olas de calor han aumentado su frecuencia e intensidad, sobre todo en las últimas décadas. Esto incrementa el riesgo de incendios forestales, y la agricultura se enfrenta al reto de adaptarse a la situación con cultivos más viables.
Calor en las ciudades: ¿cómo combatirlo?
La creciente frecuencia de este fenómeno requiere la implementación de políticas y estrategias, tanto públicas como privadas, en los ámbitos económico, social y ambiental.
Los modelos climáticos presentan proyecciones de temperatura bajo diferentes escenarios de emisiones de carbono. Las proyecciones más pesimistas muestran varias regiones para finales del siglo XXI donde se combinarán altas temperaturas y baja humedad, lo que limitará la supervivencia de los seres vivos .
El impacto en la salud y la mortalidad es especialmente intenso en zonas densamente pobladas, donde el tráfico, la concentración de actividades económicas y los materiales utilizados en calles y edificios provocan la concentración de calor. En estas zonas, se recomiendan medidas como la restricción del tráfico y la promoción de infraestructura verde.
Los beneficios de la forestación urbana
La naturaleza multifuncional de la infraestructura verde la hace especialmente adecuada para combatir el calor en entornos urbanos. Ayuda a mitigar las temperaturas, aportar humedad, reducir la contaminación por partículas, promover la biodiversidad con plantas nativas y facilitar hábitos saludables de recreación y ejercicio. Todo esto se ve reforzado por su carácter sostenible como solución basada en la naturaleza.
Los planes de prevención del calor y el comportamiento de las personas están reduciendo la vulnerabilidad al calor extremo. Entre 2000 y 2014, la temperatura mínima de mortalidad —es decir, el riesgo más bajo— fue de 15 °C, mientras que entre 2016 y 2019 ascendió a 17,7 °C, lo que demuestra la resiliencia del cuerpo humano.
Al considerar la idea de "reverdecer" la ciudad —es decir, aumentar la vegetación—, el objetivo es garantizar que los residentes tengan acceso a espacios verdes en su entorno inmediato. Esto puede lograrse, además de con grandes parques y jardines, mediante azoteas, muros verdes, áreas interiores o arbolado en las calles.
La idea, como reza el lema de Singapur, es que las ciudades se ubiquen en un jardín, no al revés. Ecologizar las ciudades es una estrategia esencial para que sus habitantes puedan afrontar un mundo cada vez más cálido.
Referencia de la noticia
Elisa Gallo, Marcos Quijal-Zamorano, Raúl Fernando Méndez Turrubiates, Cathryn Tonne, Xavier Basagaña, Hicham Achebak & Joan Ballester. Heat-related mortality in Europe during 2023 and the role of adaptation in protecting health. Nature Medicine (2024).