Cómo el aumento del calentamiento global está cambiando la naturaleza

El calentamiento global no solo altera climas y ecosistemas: también desafía la base molecular de la vida. Las proteínas, esenciales para cada organismo, enfrentan límites de temperatura que podrían transformar la naturaleza tal como la conocemos.

Die Erderwärmung gefährdet die Biodiversität

Cascar un huevo en una sartén y ver cómo el calor transforma su interior es un fenómeno que todos conocemos. En segundos, un líquido viscoso se convierte en algo sólido, casi como una paradoja: en lugar de fundirse, se endurece. La explicación está en las proteínas, esas moléculas que bajo el calor se desnaturalizan y cambian su estructura.

Ese sencillo ejemplo resulta útil para entender lo que pasa en la naturaleza frente al aumento de las temperaturas globales. Así como las proteínas en un huevo dejan de funcionar al sobrecalentarse, muchas de las proteínas que sostienen la vida en nuestro planeta también enfrentan límites. Y cuando se rompen esos equilibrios, las consecuencias se expanden a todas las especies, desde las bacterias del suelo hasta los cachalotes, pasando por plantas y seres humanos.

La desnaturalización

Esta palabra será nueva para la mayoría de nosotros, a menos que recordemos la clase de biología o trabajemos como biólogos. Sin embargo, el término "desnaturalización" es más que una simple descripción práctica de proteínas resistentes.

Cada proteína tiene una temperatura a la que funciona mejor.

Si se calienta o enfría demasiado, la proteína se deforma o se rompe. Deja de funcionar.

Con esta comparación , qué más apropiado que pensar en lo que el aumento de las temperaturas significa para nuestro planeta, porque este aumento de calor también provocará cambios en muchos compuestos proteicos.

De proteínas

Las proteínas en nosotros y en todos los demás seres vivos varían enormemente. Algunas toleran mejor el calor que otras. Algunas se desestabilizan incluso con un ligero aumento de temperatura. Los peligros no residen en la proteína promedio sino en sus eslabones más débiles, aquellos con mayor probabilidad de fallar en condiciones de calor extremo.

¿Qué pasará con los millones de proteínas de millones de especies, desde las esporas hasta los cachalotes, las bacterias del suelo hasta los girasoles, a medida que el mundo continúa calentándose?

Las proteínas son el centro desconocido de la vida misma. Leen, reparan y replican el ADN. Son los mensajeros y mecanismos que controlan y corrigen los procesos dentro y entre las células. No solo dan forma y color al cabello, sino que también impulsan hormonas y enzimas.

Bloqueo de proteínas: bloqueo de la naturaleza

Cuando las proteínas fallan, las consecuencias pueden extenderse mucho más allá del organismo afectado. Esto se debe a que la vida no es una serie de organismos aislados, sino una red de destinos compartidos.

Mike Shanahan describe esto en su artículo de Global Nature Beat usando el ejemplo de la higuera estranguladora, cuyo desarrollo estudió y analizó directamente en una selva tropical de Borneo.

Cada una de las más de 900 especies de higueras depende de una o varias especies diminutas de avispas, necesarias para polinizar sus flores. Las avispas, a su vez, dependen de los higos, los únicos lugares donde pueden poner sus huevos.

Esta interdependencia, sumada a la corta vida de las avispas, garantiza la disponibilidad de higos durante todo el año. Por esta razón, las higueras atraen a más especies de aves y mamíferos que cualquier otra planta.

A cambio de la pulpa del fruto, los animales que se alimentan de higos distribuyen las semillas de los árboles. También prestan este servicio a miles de otras plantas de la selva tropical. Estas interacciones entre las higueras y los animales desempeñan un papel fundamental en la preservación de las grandes selvas tropicales del mundo.

De perturbaciones y cambios

¿Qué ocurre entonces cuando el calor afecta las estructuras proteicas de los higos? Estudios han demostrado que incluso un pequeño aumento de las temperaturas actuales puede acortar la vida de una avispa del higo a tan solo unas horas. Esto le deja tiempo insuficiente para encontrar un higo, polinizar sus flores y poner huevos.

Sin polinización, no habría higos maduros para los animales y, como resultado, se dispersarían menos semillas. Al final de esta cadena, las selvas tropicales se verían debilitadas y tendrían menor capacidad para almacenar carbono.

Las especies animales más grandes también están en peligro directo

Las diminutas avispas son muy frágiles, pero las compañeras más grandes de las higueras también se ven amenazadas por el aumento del calor. Los murciélagos frugívoros, también conocidos como "zorros voladores", se encuentran entre los dispersores de semillas más eficaces del planeta.

Pueden transportar semillas de higo hasta 50 kilómetros antes de excretarlas. Su vulnerabilidad se hizo especialmente evidente en 2014, cuando miles de personas murieron durante una ola de calor abrasadora en Queensland, Australia.

Tanto para los murciélagos como para las avispas de los higos, el calor es un enemigo. "Cocina" sus proteínas hasta que sus procesos vitales se interrumpen. Estos ejemplos se refieren a la selva tropical. Las higueras son parte esencial de ella. Su destino está entrelazado con el nuestro, por improbable que parezca.

La ecología nos enseña que ninguna especie vive aislada, excluida así de los ciclos de la naturaleza. Este hecho nos recuerda a diario que todos estamos en el mismo barco ante la crisis climática, y no solo la avispa de los higos y el murciélago frugívoro.

Reacciones extrañas

Las respuestas humanas al cambio climático son desconcertantes . O no existen, o son tales que nos retiramos de la naturaleza para protegernos de los caprichos del cambio climático. Por ejemplo: aire acondicionado en lugar de gestión forestal.

Al hacerlo, corremos el riesgo de desnaturalizar nuestras propias sociedades. Estamos creando vínculos rotos y perdiendo funciones importantes de nuestros propios sistemas proteicos. No hay vuelta atrás en este impasse. Al final, somos como un huevo en una sartén: una vez desnaturalizados biológicamente, no podemos volver a ser lo que éramos antes.