Landais Alzheimer: el pueblo francés donde todos padecen demencia
Existe una aldea diseñada para personas con Alzheimer. Allí no hay batas blancas ni horarios rígidos, pero sí cafés en la plaza, peluquería, teatro y parques. Una vida sin prisas que, según los investigadores, podría estar cambiando el curso de la enfermedad.

En Dax, al suroeste de Francia, existe un lugar donde las baguettes se entregan sin cobrar, el café se toma sin apuro y las personas se cruzan en la plaza con una familiaridad que ya no se ve en las ciudades. A simple vista, parece un pueblo tranquilo de 120 habitantes. Sin embargo, todos ellos tienen algo en común: un diagnóstico de Alzheimer.
Se trata del Village Landais Alzheimer, un proyecto pionero inspirado en una experiencia similar en los Países Bajos, diseñado para que quienes padecen demencia vivan con la mayor autonomía posible. Aquí no hay batas blancas ni timbres de pasillo. Los 240 profesionales y voluntarios que trabajan en el lugar visten de calle y se integran a la vida diaria, ayudando cuando es necesario, pero sin que la asistencia se convierta en una barrera.
Una vida cotidiana sin prisas ni símbolos médicos
El pueblo cuenta con todo lo que se necesita para una rutina activa: restaurante, peluquería, biblioteca, gimnasio, parques, sala de música y un supermercado. Las compras no se pagan con efectivo, lo que evita la preocupación de llevar dinero o recordar dónde se guardó la billetera. El objetivo es que los residentes mantengan hábitos cotidianos en un entorno seguro y amigable.
Cada persona vive a su propio ritmo. Quien amanece a las seis no interrumpe al que disfruta de dormir hasta tarde. No hay horarios estrictos para las comidas o las actividades, sino un tiempo flexible que busca reducir el estrés y fomentar la libertad.
Ciencia, comunidad y bienestar
La profesora Hélène Amieva, que participa del seguimiento científico de esta experiencia, señala que los primeros resultados muestran una evolución más suave de la enfermedad en comparación con lo observado en instituciones tradicionales. En general, cuando una persona con demencia ingresa a una residencia convencional, se registra un deterioro cognitivo acelerado. En este pueblo, en cambio, ese patr��n no aparece.
Otro impacto importante es emocional: las familias de los residentes muestran una notable disminución de la ansiedad y la culpa. Al visitar a sus seres queridos, no encuentran un ambiente clínico, sino un hogar con fotos familiares, muebles conocidos y ventanas que dan a jardines. Tampoco hay horarios de visita; entrar y salir es tan natural como en cualquier casa.
Un modelo que despierta interés mundial
El proyecto fue inaugurado en 2020 con una inversión de 22 millones de dólares por parte del gobierno regional francés. Hoy, es uno de los pocos pueblos de este tipo en el mundo y el único que funciona como parte de un proyecto de investigación formal. La lista de espera para ingresar es larga, lo que refleja el interés por una alternativa que combina atención médica, libertad y calidad de vida.

En Village Landais Alzheimer, las actividades sociales y creativas reemplazan, en gran medida, a la medicación. El teatro, la música, el ejercicio y los paseos no solo mantienen las capacidades cognitivas y motoras, sino que también generan sentido de comunidad. Los vecinos se saludan en la plaza, se encuentran en el café o comparten una charla en la peluquería.
Más que un tratamiento, una manera de vivir
Aunque la enfermedad sigue su curso y no existe cura, el enfoque de esta aldea apunta a que el “invierno de la vida” llegue más despacio y con más luz. Aquí, la demencia no significa encierro ni soledad, sino una vida adaptada a las necesidades individuales, donde la libertad y la dignidad son parte del tratamiento.
Tal vez la lección más grande que ofrece este pueblo no sea solo médica, sino profundamente humana: una comunidad unida, un entorno seguro y los pequeños placeres de todos los días son tan terapéuticos como cualquier fármaco… y algo de lo que, en el fondo, todos podríamos beneficiarnos.