Lluvias récord: el “cisne negro” que redefine la campaña agrícola en la zona núcleo

Las entidades bursátiles advierten acerca de un “cisne negro” climático: las lluvias récord saturaron suelos en el 83 % de la zona núcleo y ponen en riesgo la siembra de maíz y girasol.

trigo
Recorrida de trigo en Catalpa en Monte Maíz y Pehuen en Monte Buey e Isla Verde. Imagen gentileza usuario de X: @FandinoGaston

Las lluvias de agosto marcaron un punto de quiebre en la campaña agrícola argentina y lo que para muchos parecía un ciclo de transición hacia una mayor estabilidad climática terminó convirtiéndose en un fenómeno de magnitud histórica. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) lo definió como un “cisne negro”: un hecho inesperado, de gran impacto y capaz de alterar el curso de la producción nacional.

Con registros de hasta 344 milímetros en un solo mes en localidades de la zona núcleo —como María Teresa, Chovet, Godeken o Pergamino—, se superó de manera amplia cualquier antecedente reciente. En promedio, las estaciones de la red GEA midieron 193 mm durante agosto, frente a un valor histórico cercano a los 30 mm.

El resultado es que el 83 % de los suelos de la región núcleo se encuentran saturados, lo que equivale a más de 8 millones de hectáreas comprometidas.

En términos productivos, el agua acumulada trae un doble filo. Por un lado, asegura perfiles cargados para los cultivos de invierno y ofrece una base prometedora para el arranque de la gruesa.

Pero, por otro, deja lotes anegados, caminos rurales intransitables y una amenaza creciente de enfermedades. El desafío para los productores será gestionar este escenario complejo, donde la abundancia también puede transformarse en riesgo.

El balance entre beneficios y vulnerabilidades

En el caso del trigo, la foto actual muestra una condición en general muy buena. En gran parte de la región núcleo, el cereal se encuentra desde macollaje hasta encañazón con perfiles de humedad que sostienen el desarrollo y abren la posibilidad de alcanzar rindes elevados.

Sin embargo, el exceso de agua en el este y sur de la región comienza a evidenciar focos de enfermedades fúngicas, un riesgo que podría incrementarse si persiste la humedad ambiental y se demora la aplicación de fungicidas.

La cebada comparte este escenario: perfiles recargados y un estado general favorable en los núcleos cebaderos del sur bonaerense, donde la fertilización nitrogenada pudo aplicarse a tiempo. Pero los anegamientos puntuales en áreas del sudeste también ponen en alerta la evolución del cultivo.

Para el girasol y el maíz, el impacto es aún más sensible

La siembra de ambos cultivos quedó frenada en sectores clave de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, con lotes que no ofrecen piso suficiente para la entrada de equipos. En los casos más críticos, los productores evalúan la posibilidad de retrasar la implantación hacia fechas tardías o incluso reconvertir parte de la superficie a soja.

¿Cómo están los cultivos?

El último informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires aporta una mirada complementaria con datos concretos sobre cada cultivo:

  • Trigo: es, por ahora, el gran beneficiado del temporal. El 98 % del área sembrada muestra una condición Normal a Excelente, un dato alentador si se considera que el 26,9 % del cultivo ya transita etapas críticas desde encañazón en adelante.
  • Cebada: también se vio favorecida por las precipitaciones, aunque con matices. Actualmente, el 82 % de los lotes exhibe una condición hídrica Adecuada u Óptima, y el 93 % del área implantada se encuentra Normal/Buena.
  • Maíz: la cosecha de maíz 2024/25 llegó al 98,5 % de la superficie, con un rinde nacional promedio de 72 qq/ha y una producción proyectada de 49 millones de toneladas. Las lluvias de los últimos días ralentizaron el tramo final, pero no alteraron la proyección.

En paralelo, comenzó la siembra de la campaña 2025/26, que apunta a recuperar un 9,9 % de área interanual. Sin embargo, el inicio fue más lento de lo esperado: los excesos hídricos impidieron avanzar en buena parte del centro y sur santafesino, Entre Ríos y este de Córdoba.

El riesgo de un año demasiado húmedo

La abundancia de agua representa un arma de doble filo. Los perfiles recargados constituyen una ventaja para sostener rindes elevados en trigo y cebada, pero también generan las condiciones ideales para la proliferación de patógenos y la pérdida de nutrientes.

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En las zonas donde la humedad es extrema, los técnicos advierten que el ciclo ya entró en una etapa en la que no se cuenta la lluvia caída, sino los días sin lluvia. Gentileza: Bolsa de Comercio de Rosario.

Si las precipitaciones se mantienen, la ventana de siembra para el maíz temprano podría cerrarse en sectores de la región núcleo. Allí los productores deberán decidir entre apostar al maíz tardío o trasladar parte del área a soja, con el consiguiente impacto en la planificación de la campaña y en la futura oferta de grano.

Una campaña que se juega en los próximos días

El “cisne negro” de agosto dejó a la agricultura argentina frente a un dilema inédito: abundancia de agua con riesgos crecientes de saturación y enfermedades. La campaña 2025/26 dependerá, en gran medida, de que las lluvias cedan y permitan retomar la siembra en los plazos previstos.

El potencial está sobre la mesa: los cultivos de invierno tienen agua suficiente para expresar altos techos de rinde y la gruesa podría arrancar con perfiles cargados como pocas veces en la historia. Pero todo dependerá de cómo evolucione la variable climática en las próximas semanas, cuando los productores definan si el exceso de agua se traduce en una oportunidad o en una amenaza para el campo argentino.