Miel púrpura: el enigma apícola que solo ocurre en Carolina del Norte

En los Sandhills, las abejas producen una miel violeta única cuya causa sigue siendo un misterio. Su rareza la convierte en un tesoro gourmet.

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Un pequeño frasco de 85 gramos puede venderse hasta por 75 dólares, reflejo del carácter limitado y casi mítico de esta miel sureña del estado de Carolina del Norte.

En la región de los Sandhills de Carolina del Norte, las abejas sorprenden al producir una miel de color púrpura profundo, un fenómeno que desconcierta tanto a apicultores como a científicos por su rareza y falta de explicación clara. Esta miel púrpura aparece en los panales de forma impredecible, sin seguir un patrón regular ni responder a causas evidentes.

Algunas temporadas las colmenas ofrecen esta singularidad natural, mientras que en otras simplemente no hay rastro de ella, lo que incrementa su valor simbólico y económico. Esa incertidumbre, junto con su sabor afrutado y su intenso color violeta, convierten a esta miel en un producto tan deseado como escaso.

La región de Sandhills, ubicada entre Raleigh y Charlotte, conserva un ecosistema muy particular, originado por una antigua costa marina cuyos sedimentos dejaron suelos arenosos. Esa condición favoreció el desarrollo de una biodiversidad única que incluye especies en peligro como la serpiente de hocico chato y la rana gopher, además de albergar este curioso fenómeno apícola.

En estos suelos, los panales pueden aparecer rebosantes de una miel de tonalidad berenjena, cuya génesis sigue siendo un misterio incluso para los expertos más experimentados.

Don Dees, apicultor de Dees Bees Apiary en Aberdeen, recolectó miel púrpura en algunas ocasiones, pero admite que nunca pudo predecir cuándo volverá a encontrarla. Dees vende frascos de 85 gramos por 75 dólares, un precio que refleja su rareza y su valor de colección, mientras que su miel tradicional ronda los 16,50 dólares por kilo.

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Paisaje típico de los Sandhills en Carolina del Norte, un ecosistema único que alberga flora, fauna amenazada y una miel que escapa a toda explicación.

El sabor de esta miel también es inusual: Rusty Burlew, apicultora y fundadora de Native Bee Conservancy, la describe como intensamente afrutada, con reminiscencias de uvas y una textura más ligera que la miel convencional. Además, su color se degrada con el tiempo, desvaneciéndose paulatinamente después de cuatro meses de envasado, lo que acentúa su carácter efímero.

Teorías, suelos y flores misteriosas

Numerosas teorías intentan explicar el origen del color púrpura en la miel, pero hasta ahora ninguna fue comprobada científicamente, lo que añade más intriga al fenómeno. Paige Burns, directora de extensión del condado de Richmond, sostiene que cada apicultor tiene su propia hipótesis, y que algunas versiones apuntan al néctar del kudzu, una enredadera invasora de flor violeta.

Otras propuestas sugieren que las abejas podrían estar recolectando néctar de bayas silvestres o de arbustos nativos como el titi o el gallberry, plantas frecuentes en suelos pobres. También hay quienes postulan que los suelos ricos en aluminio podrían alterar el pH del néctar, provocando una reacción similar a la que convierte las hortensias de rosa a azul, dependiendo del entorno.

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La miel púrpura no solo desafía la ciencia, sino que se convirtió en un fenómeno cultural que atrae turistas, científicos y amantes del buen sabor.

Don Dees descarta la influencia del kudzu, argumentando que si esa fuera la causa, sus colmenas producirían miel púrpura todos los años debido a la abundancia de esta planta en la región. Él cree que el fenómeno está vinculado a los arándanos azul-negro, frutos que prosperan en suelos arcillosos resistentes a la sequía, y cuya floración suele coincidir con periodos de escasez hídrica.

El fenómeno no puede anticiparse, por eso no hace preventas. Suele anunciar en sus redes sociales si hubo suerte a mediados de julio, que es cuando suele aparecer.

La observación empírica también refuerza la hipótesis climática: Rusty Burlew ha notado que la miel púrpura tiende a aparecer en veranos secos, cuando las flores habituales escasean y las abejas deben recurrir a fuentes menos tradicionales de néctar. Aun así, no hay pruebas concluyentes sobre qué flor específica está detrás del fenómeno, y además, se desconoce cómo acceden las abejas al néctar de bayas si no pueden perforar su piel.

Un producto que despierta curiosidad y turismo

Paige Burns relata que tiene colmenas a pocos kilómetros de una colega que obtiene miel púrpura con frecuencia, mientras que ella nunca logró cosecharla, pese a compartir ecosistema, clima y vegetación. “Estamos en el mismo arroyo, con las mismas plantas y condiciones similares. Pero en mi apiario no aparece. Es pura suerte”, comenta, confirmando el carácter caprichoso del hallazgo.

Ese componente de azar contribuye a mantener vivo el interés en torno al fenómeno, que ya trasciende lo estrictamente apícola para convertirse en una atracción turística y cultural.

A lo largo del año, los mercados locales y las tiendas rurales ofrecen otras variedades como miel de flor de manzano, madera agria o tupelo, pero los frascos de miel púrpura son los más buscados, y quienes logran conseguir uno suelen conservarlo como una joya. Su escasez y su historia la transformaron en un producto ideal para el segmento gourmet, donde no solo se valora su sabor, sino también el relato que lo acompaña.

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Apicultores locales inspeccionan sus colmenas en busca de la escurridiza miel púrpura, cuya aparición depende del clima y el entorno.

Desde una perspectiva comercial, esta miel representa una oportunidad para diferenciarse en un mercado saturado de productos apícolas. Su singularidad, unida al desconocimiento sobre su origen, genera un aura de exclusividad que la posiciona como una edición limitada de la naturaleza.

El misterio que nadie puede develar

Además de su valor gastronómico, la miel púrpura sirve como punto de partida para reflexionar sobre biodiversidad, resiliencia ecológica y cambio climático, ya que su aparición parece responder a desequilibrios en el ecosistema. En un mundo cada vez más medido y explicado, su existencia recuerda que la naturaleza aún guarda secretos imposibles de predecir.

Quizá nunca sepamos con exactitud qué combinación de factores da lugar a este fenómeno, pero eso no le resta valor; al contrario, lo convierte en un recordatorio tangible de lo mucho que aún nos falta por entender. La miel púrpura de Carolina del Norte, más que un producto, es un símbolo del misterio y la belleza que todavía residen en lo desconocido.