Papúa Nueva Guinea suspendió la búsqueda y recuperación de cuerpos tras deslave que sepultó un pueblo

Tras dos semanas se suspendieron las labores de búsqueda de más cuerpos en la zona del deslizamiento de tierra en Papúa Nueva Guinea, la región fue declarada fosa común.

En la madrugada del 24 de mayo de 2024 un deslizamiento de tierra sepultó bajo una capa de entre seis y ocho metros de altura al poblado de Yambali, en la montañosa provincia de Enga, en Papúa Nueva Guinea.

El viernes 7 de junio, dos semanas después de la tragedia, la Organización Internacional de Migraciones (OIM) informó que las operaciones de rescate fueron suspendidas.

La zona afectada fue nombrada fosa común por el gobierno de la provincia de Enga. Las personas que quedaron sepultadas las declararon como desaparecidas, se estima que son alrededor de 670 cuerpos. En un principio se estimó en 2,000 los sepultados tras la avalancha.

El administrador provincial de Enga autorizó que se destinen los recursos disponibles para mitigar los riesgos sanitarios y comenzar la rehabilitación de las infraestructuras y servicios públicos. El gobierno de Australia envió insumos para los damnificados.

Riesgo de más deslizamientos de tierra y del brote de enfermedades

Según el análisis del terreno por parte de geólogos procedentes de Nueva Zelanda, existe la posibilidad de nuevos aludes. El pronóstico a corto plazo indica que más lluvia se registrará en la región del deslizamiento.

El deslizamiento desgarró la ladera de una montaña y fue tan grande como cuatro canchas de fútbol.

La descomposición de cuerpos enterrados también supone un alto riesgo para la salud pública. Teniendo en cuenta el riesgo de más deslizamientos se decidió evacuar a 8,000 pobladores.

Los deslizamientos de tierra, un fenómeno frecuente en Papúa Nueva Guinea

La combinación de un relieve accidentado, la deforestación y las fuertes tormentas que afectan al país crean el ambiente propicio para que ocurran deslizamientos de tierra. Las regiones montañosas y las zonas costeras son las más propensas.

La tragedia se magnifica porque la infraestructura del país es precaria, sobre todo en poblaciones montañosas, en los hogares de estas zonas pueden vivir alrededor de 16 personas por vivienda.