¿Por qué una dieta “occidentalizada” puede ser tóxica para nuestro intestino?

Una dieta "occidental", alta en grasas y azúcares, daña las bacterias intestinales, alterando nuestra salud. Expertos explican por qué puede ser tóxica y cómo afecta el cuerpo

Dieta occidente
La dieta occidental, alta en grasas y azúcares, puede ser tóxica para las bacterias intestinales, lo que puede influir en nuestra salud física y mental... ¿Qué dice la ciencia?

Imaginemos por un momento que nuestro intestino es como un enorme jardín lleno de vida, cuidado por millones de bacterias que ofician de jardineros, trabajando juntas para mantenerte sano. Esas bacterias, conocidas como microbiota intestinal, ayudan a digerir alimentos, fortalecen tu sistema inmune y hasta pueden influir en tu estado de ánimo.

Ahora bien: ¿qué pasa cuando este “jardín” recibe un "veneno" en forma de comida? La dieta occidental, cargada de azúcares, grasas procesadas y pocos nutrientes, está siendo señalada por expertos como una amenaza para este ecosistema vital. Los científicos advierten que lo que comemos no solo afecta nuestro peso o energía, sino que puede desequilibrar este delicado jardín intestinal, volviéndolo menos diverso y más débil.

Estudios recientes muestran que la dieta occidental no solo priva a las bacterias de lo que necesitan para prosperar, sino que puede ser directamente tóxica para ellas. Veamos cómo y por qué este patrón alimenticio está poniendo en riesgo nuestra salud.

¿Qué es la dieta occidental y cómo afecta la microbiota?

La dieta occidental es como un buffet de comida rápida: hamburguesas, papas fritas, refrescos azucarados, pizzas y postres llenos de azúcar. Es baja en fibra, frutas y verduras, y alta en grasas saturadas, azúcares refinados y alimentos ultraprocesados.

alimentos con fibra
Una dieta con fibra evita la constipación, previene y es parte del tratamiento de enfermedades como la diabetes, la dislipidemia, la hipertensión arterial y la obesidad, regulando los niveles de insulina.

Este tipo de dieta es común en muchos países industrializados, pero su impacto en el cuerpo va más allá de las calorías. Investigadores y nutricionistas destacan que una dieta con estas características puede ser "tóxica" para las bacterias intestinales porque no les da los nutrientes que necesitan, como la fibra, que es su alimento principal.

Volviendo al ejemplo del inicio, pensemos en lo que pasaría si dejas de regar y abonar tu jardín: las plantas se debilitan y algunas mueren. Las bacterias intestinales necesitan fibra de alimentos como frutas, verduras y granos enteros para producir sustancias que mantienen sano el intestino.

Intestino delgado
Estructura del intestino delgado

La dieta occidental favorece el crecimiento de bacterias menos beneficiosas, que prosperan con azúcares y grasas, y reduce la diversidad de la microbiota. Esto puede llevar a inflamación, problemas digestivos e incluso enfermedades como diabetes tipo 2 o problemas cardíacos, indica un estudio liderado por Vicente Javier Clemente-Suárez, director del Grupo de Investigación de Psicofisiología Aplicada de la Universidad Europea de Madrid.

El impacto en nuestra salud: más allá del intestino

Cuando la microbiota intestinal se desequilibra, es como si el sistema de alarma de tu cuerpo empezara a fallar. Las bacterias "buenas" ayudan a regular la inflamación, proteger contra infecciones y hasta influir en cómo procesamos los alimentos.

Pero una dieta occidentalizada, con su exceso de alimentos procesados, puede reducir estas bacterias protectoras y aumentar las que generan inflamación. Esto no solo afecta el intestino, sino que puede impactar todo el cuerpo, desde el corazón hasta el cerebro, como señala un trabajo de investigadores italianos liderados por el Dr. Emanuele Rinninella, de la Università Cattolica del Sacro Cuore en Roma.

Por ejemplo, la falta de fibra y el exceso de grasas saturadas pueden alterar la barrera intestinal, dejando que sustancias dañinas pasen al torrente sanguíneo, lo que los científicos llaman "intestino permeable". Esto está relacionado con enfermedades crónicas como obesidad, resistencia a la insulina e incluso problemas de salud mental, como ansiedad o depresión. Además, la dieta occidental suele incluir aditivos y conservantes que podrían dañar aún más la microbiota, según investigaciones recientes, haciendo que nuestro "jardín intestinal" pierda su equilibrio natural.

¿Qué podemos hacer… o comer?

La buena noticia es que el daño no es irreversible. Cambiar la dieta puede ayudar a restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal. Incorporar más frutas, verduras, legumbres y granos enteros es como darle abono y agua a ese jardín interno.

alimentos ultraprocesados
Los alimentos ultraprocesados están compuestos por azúcares, aditivos, grasas, sodio y otras sustancias químicas asociadas a un mayor riesgo de trastornos metabólicos, inflamación sistémica, enfermedades cardiovasculares y otras afecciones crónicas.

Estudios muestran que dietas ricas en fibra, como la mediterránea, fomentan una microbiota más diversa y saludable, lo que puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas. Incluso pequeños cambios, como reducir los ultraprocesados o elegir un yogur natural en lugar de un postre azucarado, pueden marcar la diferencia.

Pero no se trata solo de comida. Factores como el estrés, la falta de sueño o el uso excesivo de antibióticos también afectan la microbiota. Por eso, adoptar un estilo de vida más equilibrado es clave. Los expertos sugieren empezar con pasos simples: incluir una porción extra de verduras al día, probar alimentos fermentados como el kéfir o el chucrut y limitar los productos ultraprocesados.

Kefir alimento
El Kefir es un fermentado originario del Cáucaso, que aporta microorganismos vivos y nutrientes esenciales, los que ayudan a restaurar la microbiota y reducir molestias gastrointestinales como el colon irritable y el estreñimiento, entre otros.

Lo importante es asumir que la dieta occidental actúa como un herbicida en nuestro jardín intestinal, debilitando las bacterias que nos mantienen sanos. Al entender su impacto, podemos tomar decisiones más conscientes para nutrir nuestra microbiota y, con ello, priorizar nuestra salud. Proteger este ecosistema no solo es una inversión en nuestro bienestar físico, sino también en nuestra calidad de vida a largo plazo.

Referencias de la noticia

Rinninella, E., Raoul, P., Cintoni, M., Franceschi, F., Miggiano, G. A. D., Gasbarrini, A., & Mele, M. C. (2019). What is the Healthy Gut Microbiota Composition? A Changing Ecosystem across Age, Environment, Diet, and Diseases. Microorganisms, 7(1), 14.

Clemente-Suárez, V. J., Beltrán-Velasco, A. I., Redondo-Flórez, L., Martín-Rodríguez, A., & Tornero-Aguilera, J. F. (2023). Global Impacts of Western Diet and Its Effects on Metabolism and Health: A Narrative Review. Nutrients, 15(12), 2749.