Qué son las tormentas de masa de aire, el sorpresivo fenómeno que inundó el AMBA
Un fenómeno local potenció las clásicas tormentas de verano. Te explicamos la física tras las lluvias extremas y por qué no hubo alerta.

Las tormentas de masa de aire son esas tormentas intensas, puntuales y de corta duración típicas de los meses cálidos. En cuestión de minutos, el cielo se oscurece, caen chaparrones fuertes, a veces con granizo y ráfagas de viento, y luego todo vuelve a la calma y al sol pleno.
#URGENTE | Autos flotando en la autopista debido a las precipitaciones torrenciales sobre Capital Federal y Zona Oeste.
— Clima MeteoFedex (@MeteoFedex) December 23, 2025
Mejoras las condiciones rápidamente y drena el agua de forma gradual. Evitar calles inundadas. pic.twitter.com/SNepZnXATE
A diferencia de las tormentas frontales (asociadas a frentes fríos que atraviesan grandes áreas), las tormentas de verano suelen ser de "masa de aire": se forman y mueren dentro de una misma masa de aire cálido y húmedo, por eso son tan locales.
Para que se formen se necesitan tres "ingredientes" clave que el verano provee en abundancia:
1. Calor intenso (combustible)
El sol calienta fuertemente la superficie terrestre durante la mañana y la tarde. Este calor se transfiere al aire que está en contacto con el suelo, creando burbujas de aire caliente y menos denso que comienzan a elevarse.
2. Alta humedad (materia prima)
En verano, la evaporación es mayor (de ríos, mares, lagos, y la transpiración de la vegetación). El aire cálido puede contener muchísimo vapor de agua. Esta humedad es la "materia prima" que la tormenta convertirá en nubes y, finalmente, en lluvia.
3. Un "disparador" o fuente de elevación (la chispa)
Es el mecanismo que fuerza al aire cálido y húmedo a comenzar a ascender. Puede ser: el calentamiento diurno desigual (una zona se calienta más que otra), una brisa (por ejemplo, la brisa del río o del mar que choca con el aire continental), o una pequeña perturbación en la atmósfera.
Este tipo de tormentas tienen características muy particulares que las diferencian de otros sistemas:
- Son unicelulares: no son un conglomerado de nubes, sino que generalmente aparecen como nubes individuales. Esto hace que la lluvia se de sobre unas pocas cuadras mientras a metros de distancia puede no llover e incluso permanecer soleado. Por eso los acumulados de lluvia suelen ser tan dispares.
- Vida corta: su ciclo completo de vida suele durar entre 30 y 60 minutos, desde que nacen hasta que se disipan. Una vez que la lluvia cae, el aire frío que desciende con el agua "apaga" la fuente de calor que la alimenta.
- Movimiento lento: al formarse en días con poco viento en altura, estas nubes se desplazaran a paso de hombre.
- El factor horario: casi siempre alcanzaron su punto máximo entre las 15 y las 19 horas, cuando la temperatura del suelo es la más alta del día.
- Factor sorpresa: a este tipo de tormentas “no las ves venir”. Se forman en muy pocos minutos y prácticamente sobre nuestras cabezas. Si estás mirando el radar o el satélite, podés pasar de un cielo despejado a una tormenta de una imagen a otra.
Todo esto hace que las tormentas de verano sean muy difíciles de pronosticar. Los meteorólogos saben que habrá condiciones para que se desarrollen, pero es casi imposible predecir dónde exactamente se formará cada célula y cómo avanzará.
La brisa de río y su rol en las lluvias
En el AMBA las condiciones para tormentas de verano estaban y figuraban en los pronósticos oficiales: calor intenso, mucha humedad, poco viento y una atmósfera con energía disponible para que los cúmulos crezcan.
Otra del diluvio 23-dic en este caso Panamericana (RN9) y calle Thames, o sea digamos justo en el límite entre Boulogne y Villa Adelina (partido de San Isidro) a un par de km del Unicenter. // La lluvia allí estuvo entre 60 y 80 mm aprox. (en 1h) (mapa en cm). https://t.co/cWtHICbz66 pic.twitter.com/wBRFrZSvoK
— OFIMET ARGENTINA (@ofimet) December 24, 2025
Y esto no es raro, son situaciones muy habituales en esta época del año. Por eso, desde el mediodía en adelante, comenzaron a verse en el cielo algunas nubes bien blancas que crecían rápido. Pocos minutos después, las lluvias empezaron a verse en el radar y se escucharon los primeros truenos. Hasta acá todo dentro del manual de verano porteño
El detalle extra apareció cerca del Río de la Plata. En zonas costeras, durante la tarde se activa la brisa del río, un viento que entra desde el agua hacia tierra por el calentamiento desigual entre ambos. Avanza pocos kilómetros tierra adentro, pero a veces alcanza para cambiar el juego.
Las tormentas que se formaban lentamente avanzaron hacia el este… y se encontraron con esa brisa de dirección opuesta y fuerza similar. Resultado: algunas quedaron casi quietas sobre el mismo lugar. Cuando una tormenta no se mueve, hace lo que mejor sabe hacer: descargar. Mucha agua, en poco espacio y durante más tiempo. Esto explica por qué tanta diferencia de milímetros acumulados en lugares tan cercanos.
Un muro invisible
En la animación del radar se distingue bien esa línea tenue que avanza desde la costa hacia el interior: es la brisa. Justo en ese momento comienzan a desarrollarse las tormentas más persistentes, sobre todo en el norte y oeste del AMBA, donde se las ve estacionadas durante más de una hora.
Así fue la formación y el avance de las tormentas que afectaron zona norte y oeste del AMBA durante la tarde del 23 de diciembre pic.twitter.com/3WLaO8R9Vs
— Cindy (@cindymfernandez) December 24, 2025
Ese viento bajo chocó de frente con las tormentas que intentaban avanzar. ¿El resultado? Una zona de convergencia que seguía aportando humedad desde el río y que frenó a la nube justo sobre la zona norte y oeste del conurbano. No fue una tormenta "monstruosa", fue una nube que se quedó estacionada por culpa de la brisa
En condiciones normales, estas tormentas pasarían rápido, dejarían un chaparrón fuerte y seguirían viaje. Ayer no pudieron. Y cuando la atmósfera decide frenar, los milímetros se acumulan sin escalas.
¿Por qué no hubo una alerta?
Muchos me preguntaron por qué no hubo un aviso con más tiempo. El problema de estas "burbujas" de calor es que la ciencia todavía no puede predecir con horas de antelación el punto exacto donde van a estallar.
Por eso, en estos casos, la última palabra la tiene el radar. Los Avisos a Corto Plazo (ACP) son el eslabón crucial para alertar a la población: se emiten en tiempo real cuando el radar ya detecta la célula peligrosa y, lo más importante, su comportamiento anómalo, como quedarse quieta sobre un área. Por eso, estar atentos a los ACP es tan importante como mirar el pronóstico del día. Son nuestro sistema de alarma más preciso contra los fenómenos repentinos.