Supertifón Ragasa: “la reina de las tormentas” dejó terribles destrozos en Hong Kong, muertos y desaparecidos en Taiwán

Ragasa fue, lamentablemente, "la reina de las tormentas" para este 2025 en el Pacífico. El supertifón dejó destrucción en Hong Kong, pero gracias a las medidas preventivas, sin muertos. Mientras en Taiwán crece el número de víctimas.

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Supertifón Ragasa: “la reina de las tormentas” dejó terribles destrozos en Hong Kong, muertos y desaparecidos en Taiwán. Créditos imagen: AFP

En septiembre de 2025, el supertifón Ragasa emergió como el ciclón tropical más poderoso de la temporada, marcando una trayectoria de devastación sin precedentes a través del Pacífico occidental y un número de víctimas fatales y desaparecidos que sigue creciendo. Su virulento paso afectó a Filipinas, Taiwán y Hong Kong antes de disiparse en el sudeste de China continental.

La ciudad de Hong Kong se vio paralizada por la alerta meteorológica frente a la llegada del supertifón Ragasa. Medidas preventivas lograron mitigar la pérdida de vidas a expensas de una disrupción económica masiva.

Ragasa es el noveno ciclón de la temporada en el Pacífico, un número superior al promedio anual de seis.

Ragasa supo alcanzar vientos máximos sostenidos de 270 km/h y ráfagas que superaron ese valor, esto lo llevó a tener una intensidad igualada con los huracanes de máxima categoría (cat 5, según la escala Saffir Simpson). Tuvo una muy rápida intensificación, este vertiginoso incremento de potencia puede atribuirse a las condiciones oceánicas excepcionalmente favorables, en particular las aguas cálidas del Pacífico.

Ragasa fue, lamentablemente, "la reina de las tormentas" para este 2025 en el Pacífico. El supertifón dejó destrucción en Hong Kong, pero gracias a las medidas preventivas sin muertos. Mientras en Taiwán crece el número de víctimas fatales.

Las consecuencias fueron drásticas, en Taiwán, las cifras de muertos variaron en los reportes iniciales entre 14 y 17 personas, con un número incierto de desaparecidos que superó las 124 personas. En Hong Kong, la respuesta coordinada limitó los daños personales a un centenar de heridos y ninguna víctima mortal. Los daños materiales fueron cuantiosos en ambas regiones, incluyendo la destrucción de un puente y la inundación de áreas residenciales en Taiwán.

Ragasa y su paso fatal por Filipinas y Taiwán

El 22 de septiembre de 2025, el ciclón tocó tierra en el norte de Filipinas con vientos superiores a los 260 km/h, forzando la evacuación preventiva de más de 650 mil residentes. Los primeros reportes de víctimas fluctuaron entre 3 y 10 muertos, demostrando la letalidad del sistema incluso antes de su impacto en las grandes metrópolis de Asia Oriental.

La tragedia en Taiwán fue el resultado de un fenómeno producido por la periferia del tifón, si bien el ojo del sistema no impactó directamente en la isla, los brazos externos del sistema afectaron severamente el sur de Taiwán. La interacción del ciclón con la orografía montañosa desencadenó lluvias torrenciales sin precedentes.

El sudeste de China evacuó a casi 2 millones de residentes de manera preventiva, ante la inminente llegada del peligroso tifón Ragasa.

El punto central de la tragedia ocurrió en el condado de Hualien. Las intensas precipitaciones desbordaron un lago-barrera natural, liberando un torrente de lodo y agua. Esta riada catastrófica arrastró el puente Mataian, destruyéndolo por completo, y sumergió rápidamente el centro urbano de Guangfu, donde varias calles quedaron cubiertas por el agua hasta el nivel de los tejados.

El balance de víctimas de este desastre fue particularmente difícil de consolidar. El Comando Central de Operaciones de Emergencia (CEOC) informó de 14 muertos y 32 heridos solo en el municipio de Guangfu, con 152 personas que continúan desaparecidas. Otros reportes indicaron que la cifra total de muertes en Taiwán ascendió a 17, con un número de desaparecidos que osciló en torno a 124, cifras totalmente preliminares.

Estas variaciones en las cifras no son simples imprecisiones, sino que reflejan la naturaleza caótica y repentina de una inundación con escombros, donde las tareas de rescate y recuento inicial se ven dificultadas, es una noticia que se encuentra en desarrollo.

El desastre también puso de manifiesto un fallo en la respuesta de emergencia; el primer ministro taiwanés, Cho Jung-tai, solicitó una investigación sobre por qué las órdenes de evacuación no se cumplieron plenamente, a pesar de que las autoridades habían estado monitoreando el riesgo del lago desde julio. Esto evidencia una brecha entre la detección de un riesgo y la ejecución efectiva de las medidas preventivas, una lección crítica para la gestión de desastres en la región.

Paralización, gran impacto, y recuperación en Hong Kong

En Hong Kong la parálisis de actividades fue estratégica y planificada con bastante anticipación. A las 2.40 am (hora local) del 24 de septiembre, el Observatorio de Hong Kong (HKO) activó la señal de huracán número 10, la más alta en su escala, un estado de alerta que se mantuvo durante un período récord de casi 11 horas.

En el caso de Hong Kong, ilustra cómo una sociedad avanzada priorizó la seguridad pública, aceptando un costo económico masivo para proteger la vida humana.

El centro de Ragasa pasó a unos 100 kilómetros al sur de la ciudad, con vientos sostenidos de 195 km/h (el equivalente en intensidades de viento de un huracán de categoría 3), pero las estrictas medidas de seguridad y el cumplimiento de las mismas por parte de la población minimizaron las víctimas. La paralización de la ciudad fue casi total. El Aeropuerto Internacional de Hong Kong, detuvo sus operaciones con bastante anticipación, lo que resultó en la cancelación de más de mil vuelos y afectó a unos 140 mil pasajeros.

El transporte terrestre y marítimo también fue suspendido; el servicio ferroviario MTR se limitó a tramos subterráneos, y el servicio de tren de alta velocidad, buses y ferries fue cancelado por completo. En línea con la alerta, las clases fueron suspendidas por dos días, y los comercios cerraron casi por completo, una medida replicada en Shenzhen y otras diez ciudades del sur de China.

A pesar de la intensidad de la tormenta, Hong Kong registró un balance de daños personales notablemente bajo, con un centenar de heridos y ninguna muerte confirmada al momento de redactar este informe. Las pérdidas materiales fueron significativas pero manejables, incluyendo 1220 árboles derribados y 22 casos de inundaciones, además de la marejada ciclónica que rompió ventanas y puertas en un hotel de lujo en el distrito de Aberdeen.

El jefe ejecutivo de Hong Kong, John Lee, calificó el impacto de "bastante controlable" gracias a la planificación previa. No obstante, la respuesta no fue impecable. Residentes de zonas costeras más remotas, como la isla de Lantau, lamentaron la falta de asistencia gubernamental y materiales de protección, lo que subraya una disparidad en la asignación de recursos en comparación con los distritos céntricos. Esto demuestra que incluso en un modelo de respuesta aparentemente exitoso, persisten vulnerabilidades sistémicas.