Agua con gas o sin gas: ¿cuál hidrata más según la ciencia?
Cada vez más personas eligen el agua con gas como alternativa al agua común, pero ¿hidrata igual? ¿Tiene efectos en la digestión o en los huesos? Esto es lo que dicen los estudios más recientes y los expertos en nutrición.

El agua con gas se convirtió en una opción habitual para quienes quieren hidratarse sin recurrir a bebidas azucaradas. Su efervescencia y sabor suave la vuelven más atractiva para muchos. Pero aún persiste una duda: ¿hidrata tanto como el agua natural?
Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition en 2016 evaluó el impacto hidratante de 13 bebidas diferentes. Al medir la retención de líquidos y comparar la producción de orina, los investigadores concluyeron que el agua con gas es tan eficaz como el agua natural para mantener al cuerpo hidratado. De hecho, se comporta de forma similar a bebidas como el té o algunos refrescos, siempre que no contengan altos niveles de azúcar o cafeína.

La razón es simple: tanto el agua con gas como la natural están compuestas mayormente por H₂O. La diferencia está en el agregado de dióxido de carbono, que al disolverse forma ácido carbónico —responsable de esa efervescencia característica—. Pero este proceso no interfiere con la capacidad del cuerpo para absorber el líquido.
¿Es lo mismo soda que agua con gas?
Aunque a veces se usan como sinónimos, no son exactamente lo mismo. “Agua con gas” es un término amplio que incluye desde aguas naturalmente carbonatadas, como algunas de origen mineral, hasta las gasificadas artificialmente.

La soda, en cambio, es una forma específica de agua con gas a la que se le añaden minerales como bicarbonato de sodio o cloruro de potasio, lo que le da un sabor ligeramente salado o alcalino. Ambas hidratan por igual, aunque su composición y gusto varían.
Lo que más importa es cuánto se toma
Grace Derocha, nutricionista y vocera de la Academia de Nutrición y Dietética de EE.UU., explicó al Washington Post que lo relevante no es si el agua tiene gas o no, sino la cantidad que se bebe. “Para algunas personas, las burbujas pueden hacer que disfruten más del agua, lo que las anima a tomar más. Y beber más agua, sea con gas o sin, es lo que verdaderamente mejora la hidratación”, señaló.
Las personas con trastornos digestivos como el reflujo gastroesofágico o con tendencia a la hinchazón pueden experimentar molestias si consumen agua carbonatada en exceso. Aun así, no hay evidencia de que cause daño digestivo generalizado. Incluso, algunos estudios pequeños sugieren que podría aliviar síntomas leves de estreñimiento o indigestión.

Otro mito común es que el agua con gas perjudica los huesos o los dientes. Aunque su acidez es mayor que la del agua natural, está muy lejos del nivel ácido de bebidas como los jugos cítricos o las gaseosas azucaradas.
Una investigación de la Universidad de Alabama analizó el pH de distintas aguas con gas y encontró que, en la mayoría de las marcas populares, el nivel de acidez es superior a 4. Ese valor se considera el umbral por debajo del cual puede comenzar la erosión del esmalte dental. Es decir, mientras el pH se mantenga por encima de ese punto -y no haya saborizantes cítricos añadidos-, el riesgo para los dientes es bajo, incluso con consumo habitual.
En cuanto a la salud ósea, estudios que vincularon bebidas carbonatadas con una menor densidad mineral ósea apuntan más al ácido fosfórico presente en bebidas cola que al gas en sí. No se ha demostrado que el agua con gas —sin aditivos— tenga efectos negativos sobre los huesos.
¿Y en niños o embarazadas? El agua con gas se considera segura durante el embarazo y en la infancia, siempre que no genere molestias. En algunos casos, las burbujas pueden causar sensación de llenura o más eructos, pero no existen riesgos conocidos para la salud.

Cuando se trata de hidratación, el agua con gas es tan efectiva como la natural. Su elección depende más del gusto personal, la tolerancia digestiva y los hábitos de cada uno. Para quienes disfrutan de la efervescencia, es una aliada para mantener una buena hidratación diaria. Y si eso ayuda a tomar más agua, mejor aún.