¿Cómo sobreviven los animales sin cerebro?

A pesar de lo extraño que suena, compartimos el planeta con especies que no necesitan el cerebro para sobrevivir. Algunos conservan las mismas morfologías desde hace millones de años, otros se agrupan en colonias y ahora se sabe que incluso pueden aprender.

Las medusas han sobrevivido a todas las extinciones sin cerebro ni corazón.
Las medusas han sobrevivido a todas las extinciones sin cerebro ni corazón.

¿Te imaginas vivir sin cerebro? Lo que para un ser humano sería imposible de concebir, es la realidad para diversas especies, principalmente marinas, que se alimentan, excretan, se reproducen y pueden aprender de lo que ocurre en su entorno sin la necesidad de ese órgano.

Medusas, estrellas de mar, anémonas, corales y erizos de mar, están en la lista, pero también las lombrices de tierra. Algunas parecen plantas o tienen formas gelatinosas, y muchas comparten la característica de tener un sistema nervioso o, al menos, terminaciones nerviosas. Aunque hay especies que ni eso tienen.

La evolución del cerebro

La evolución permitió avanzar desde los primeros mensajes químicos y eléctricos en organismos multicelulares –hace más de 1.900 millones de años–, a sofisticados sistemas nerviosos, donde la comunicación neuronal se volvió cada vez más rápida, precisa y compleja.

Los primeros sistemas nerviosos fueron redes nerviosas.
Los primeros sistemas nerviosos fueron redes nerviosas.

Los primeros sistemas nerviosos fueron redes nerviosas, que no tenían un comando central ni cerebro, lo que todavía se puede ver en organismos como hidras y medusas. Pero hace unos 500 millones de años, los primeros vertebrados desarrollaron versiones básicas del patrón de conexiones que tienen gran parte las especies actuales. Luego, con el auge de los vertebrados de cuatro patas –hace más de 350 millones de años–, el cerebro se hizo más complejo, aumentando su capacidad para procesar información sobre el entorno y recordar y aprender de la experiencia.

Con los mamíferos –hace unos 200 millones de años–, el cerebro desarrolló aún más su tamaño y complejidad. Se ampliaron las conexiones entre los lados izquierdo y derecho, y evolucionó una estructura de seis capas –neocórtex o la región exterior arrugada de nuestro cerebro–, importante para tareas complejas como el pensamiento abstracto y la planificación, considerada la clave de nuestra inteligencia y que permitió a los humanos dominar la Tierra.

No brain, no problem

A pesar de carecer de un cerebro centralizado o de seguir funcionando como lo hicieron los primeros animales en el planeta, muchas especies pueden aprender de experiencias pasadas para poder alimentarse o evitar obstáculos. Conoce aquí algunas de ellas.

1. Medusas

Han sobrevivido a todas las extinciones sin cerebro ni corazón. Son prácticamente una bolsa de agua, pero pueden aprender. Un estudio con Tripedalia cystophora, una pequeña especie de cubomedusa, demostró que con los pocos miles de neuronas agrupados en sus cuatro ojos, pueden asociar cambios en la intensidad de la luz y ajustar su nado, lo que les permite una navegación más precisa.

2. Estrellas de mar

Tienen entre 5 y 50 brazos, los que les sirven para reproducirse, cazar y excretar. Si bien no tienen cerebro, cuentan con un sistema nervioso y una caja de conexiones nerviosas que funcionan como una especie de cerebro distribuido en partes.

Estrella de mar sobre un coral.
Estrella de mar sobre un coral.

3. Corales

Parecen formaciones rocosas o vegetales, pero son animales. No tienen corazón, sistema nervioso ni cerebro, sino que están formados por millones de pequeños individuos o pólipos. Organizados en colonias, utilizan sus pequeños brazos en forma de tentáculos –que tienen terminaciones nerviosas– para capturar alimento del agua.

4. Anémonas

No tienen cerebro ni corazón, pero sí un sistema nervioso primitivo. Por lo mismo, varios equipos científicos las han estudiado. En 2023, un biólogo de la U. de Friburgo, Alemania, enseñó a anémonas de mar estrella (Nematostella vectensis) a adaptar su comportamiento en función de experiencias pasadas. En la Universidad de Duke, EE.UU., otro equipo demostró que la anémona perla (Actinia equina) puede habituarse a la presencia de clones cercanos, pero reacciona violentamente a otras invasiones de su territorio.

La anémona de mar estrella (Nematostella vectensis) está dotada de memoria simple y puede aprender mediante asociación. Foto: UNIFR
La anémona de mar estrella (Nematostella vectensis) está dotada de memoria simple y puede aprender mediante asociación. Foto: UNIFR

5. Pez lanceta

Descubierto en 2011 en Escocia, el pez lanceta (Branchiostoma lanceolatum) no tiene cerebro, rostro ni esqueleto. Mide cinco centímetros y tiene un sistema nervioso formado por una cuerda dorsal y no está protegido por vertebras.

6. Esponjas

Surgieron antes de que los animales desarrollaran cerebros, hace entre 5 y 8 millones de años. No tienen tejidos, órganos, ni sistema nervioso, digestivo o circulatorio. En cambio, tienen cuerpos porosos y canales internos con los que pueden bombear el agua. Toda su actividad vital la realizan a nivel celular, ya que tienen células totipotenciales, capaces de cambiar de función de acuerdo a lo que necesiten.

7. Lombriz de tierra

No tienen cerebro, aunque sí tienen ganglios que cumplen la función de recibir los impulsos nerviosos perciben. Las lombrices viven en lugares húmedos y cavan hoyos en la tierra para desplazarse. Su anatomía está compuesta por una boca, un ano y músculos en todo el cuerpo. Tienen sistema circulatorio y una válvula central que hace de corazón.

Otros ejemplos

Entran también en la lista la fragata portuguesa o falsa medusa (Physalia physalis), los ctenóforos, hidras y las medusas invertidas. También el erizo de mar, el lirio de mar (Crinoidea), el pepino de mar y las sanguijuelas.

Referencia de la noticia:
John Hopkins Medicine, University of Queensland, University of Sydney, Experto Animal, NOAA.