Cuando hablás otro idioma, ¿cambiás de personalidad? Lo que dice la ciencia sobre los cerebros bilingües

Un nuevo estudio muestra que las personas bilingües no solo traducen palabras: también cambian la forma en que piensan, sienten y hasta su personalidad, dependiendo del idioma que usan.

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Las personas bilingües crean más conexiones entre palabras y conceptos, lo que las hace más flexibles mentalmente y, en muchos casos, más creativas.

¿Notaste que hay gente que se vuelve más simpática, segura o hasta un poco más coqueta cuando cambia de idioma? No es una impresión. La ciencia tiene algo que decir al respecto: las personas bilingües ajustan su personalidad según la lengua que estén hablando.

La idea puede sonar extraña, pero es pura neurociencia. Según la psicolingüista Viorica Marian, profesora de la Universidad Northwestern y especialista en cerebros multilingües, cada idioma activa un conjunto distinto de redes neuronales, recuerdos y marcos culturales. En otras palabras: hablar otro idioma no solo cambia cómo te expresás, sino quién sos en ese momento.

El cerebro multilingüe funciona de forma muy diferente al cerebro monolingüe "estándar" en lo que respecta a la memoria, la toma de decisiones, la creatividad, el envejecimiento y otros aspectos.

Marian lleva más de treinta años investigando cómo se comporta el cerebro cuando tiene más de una lengua disponible. En su libro The Power of Language: Multilingualism, Self and Society, plantea que estudiar la mente desde una mirada “monolingüe” fue un error histórico.

Durante décadas, la ciencia tomó al hablante de una sola lengua como modelo estándar. Pero en el mundo actual, la mayoría de las personas habla más de un idioma. Si queremos entender cómo funciona la mente humana, dice, hay que mirar también a quienes piensan en dos o más.

Personalidades múltiples (pero sin diagnóstico)

Las pruebas de psicología que miden los “Cinco Grandes” rasgos de la personalidad -apertura, responsabilidad, extraversión, amabilidad y neuroticismo- muestran un patrón curioso: quienes hablan varios idiomas suelen dar resultados diferentes según la lengua que usan.

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Hablar otro idioma no solo cambia cómo te expresás, sino quién sos en ese momento.

Eso significa que alguien puede sentirse más extrovertido en inglés, más reflexivo en japonés o más melancólico en español. No es que cambie su esencia, sino el filtro cultural y emocional con el que ve el mundo.

La propia Marian lo vivió. Nacida en Moldavia, creció hablando rumano y ruso, pero escribió su libro en inglés. Lo explica así: “Escribir en inglés me libera de las limitaciones impuestas por los roles de género de mi lengua materna”. En ese idioma, se siente más científica y más libre. Una versión distinta de sí misma, habilitada por otra gramática.

El idioma no solo comunica: también arrastra valores, gestos y modos de pensar. Por eso cambiar de lengua puede ser como cambiar de escenario o de personaje. En una conversación podés ser reservado; en otra, espontáneo. Todo depende del idioma que le des al cerebro para trabajar.

Un cerebro que nunca apaga las luces

Antes se creía que las lenguas vivían en compartimentos separados del cerebro y se encendían de a una, como interruptores. Pero los estudios actuales muestran lo contrario: un cerebro bilingüe procesa todas las lenguas a la vez, en paralelo, como una orquesta donde todos los instrumentos suenan al mismo tiempo.

Esa sinfonía tiene ventajas. Las personas bilingües crean más conexiones entre palabras y conceptos, lo que las hace más flexibles mentalmente y, en muchos casos, más creativas. “Por ejemplo, un hablante de español e inglés puede relacionar nail (uña o clavo) con “clavo” en su idioma, y eso a su vez activar recuerdos, imágenes o asociaciones distintas. Es decir, el cerebro bilingüe tiende a encontrar vínculos entre ideas que, para un monolingüe, no tendrían conexión alguna”, explica la científica.

El idioma también condiciona qué recuerdos afloran. Si una persona bilingüe cuenta su historia en inglés, tenderá a recordar hechos que ocurrieron en ese idioma. Si lo hace en español, aparecerán otros. Cada lengua activa una red de experiencias y emociones distintas, como si el cerebro tuviera bibliotecas separadas y solo pudiera abrir una a la vez.

Por eso escuchar una palabra en otro idioma puede desenterrar recuerdos que parecían perdidos. No era olvido: era un cambio de idioma.

Un gimnasio mental gratuito

Hablar más de un idioma no solo modifica la personalidad: también fortalece el cerebro. Los estudios muestran que las personas mayores bilingües tienen mejor memoria y que, en promedio, el Alzheimer aparece entre cuatro y seis años más tarde que en quienes hablan una sola lengua.

Y lo mejor: no hace falta practicarla a diario para conservar los beneficios. Una vez que el cerebro aprendió a moverse entre dos sistemas lingüísticos, esa gimnasia mental deja una huella duradera.

Así que si alguna vez te sentís más ingenioso, más serio o más simpático según el idioma que hablás, no te preocupes: no es que tengas una crisis de identidad. Tu cerebro, simplemente, está demostrando que es multilingüe… y multifacético.