El origen del sistema solar en la sorprendente intuición del filósofo Kant

La historia está llena de filósofos que han hecho valiosos aportes al avance de la ciencia y entre ellos, en el ámbito de las ciencias espaciales, el filósofo alemán Immanuel Kant.

sistema solar
La valiosa contribución del filósofo Kant a la comprensión del sistema solar.

Hubo un tiempo en que los filósofos eran también científicos y los científicos eran también filósofos. Esta combinación de filosofía y ciencia, que tiene una larga historia, ha beneficiado tanto a la filosofía como a la ciencia.

Sistemas geocéntrico y heliocéntrico

Entre los primeros filósofos-científicos cuya producción literaria es bien conocida figura el filósofo griego Aristóteles.

Junto con el astrónomo (pero también astrólogo y geógrafo) Ptolomeo , Aristóteles elaboró el famoso sistema "aristotélico-ptolemaico" más conocido como sistema geocéntrico . Era un sistema cosmológico (hoy sabemos que es un sistema incorrecto) que consideraba a la Tierra como el centro del Universo (geos = Tierra y céntrica = en el centro).

La revolución de Copérnico

Hoy sabemos que el sistema elaborado posteriormente por el astrónomo polaco (también matemático y religioso) Copérnico era más correcto que el geocéntrico (pero no exacto), es decir, el sistema heliocéntrico (helios = Sol y céntrico = en el centro) ubicando al Sol y no a la Tierra en el centro del universo.

El paso de una visión con la Tierra en el centro a una con el Sol en el centro se denomina revolución copernicana, término comúnmente utilizado hoy en día para aquellos acontecimientos de cualquier naturaleza en los que se cambia radicalmente la perspectiva.

De hecho sabemos que ni siquiera el Sol está en el centro del universo, sino que está situado en un punto bastante alejado del centro de una galaxia, la Galaxia escrita precisamente con V mayúscula o Vía Láctea, que es una de las miles de millones de galaxias presentes en el Universo.

epiciclos
Sistema geocéntrico mostrando epiciclos (circunferencias pequeñas) y deferentes (circunferencias grandes). Crédito: EduInaf

Si en el sistema heliocéntrico se describe de forma sencilla el movimiento de los planetas a través de órbitas elípticas con el Sol en uno de los focos, la descripción del mismo movimiento de los planetas en el sistema geocéntrico requería algo verdaderamente ingenioso, a saber, el uso de orbita a lo largo de epiciclos (circunferencias pequeñas) cuyos centros orbitaban a su vez alrededor de los conductos deferentes, es decir, de circunferencias más grandes.

La complicadísima combinación de epiciclos y deferentes era la única manera de explicar el movimiento de los planetas observados en el cielo, estando el sistema de referencia centrado en la Tierra.

Kant y el origen del sistema solar

Pero volviendo a la historia de los filósofos-científicos, entre los últimos en orden cronológico debemos mencionar al filósofo alemán Kant, un filósofo y científico del siglo XVIII, pero también uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos.

Desde el siglo XIX, por diversas razones, la filosofía y la ciencia se han ido separando, cuando no entrado en conflicto. Podríamos llamarlo un divorcio real.

Fue Kant quien tuvo la primera intuición brillante de cuál podría ser el origen del Sol y del sistema solar. Kant planteó la hipótesis de que una gran nube de gas inicial había comenzado a contraerse gravitatoriamente, adoptando la forma de un disco giratorio, y que en su centro, donde el gas se había vuelto más denso, se había formado el Sol, mientras que parte del gas restante había dado lugar entonces a los planetas del sistema solar.

¡Impresionante pensar que Kant cualitativamente había acertado!

Kant había asumido correctamente el origen del sistema solar.

Hoy, gracias a las observaciones astronómicas desde la Tierra y desde el espacio, y gracias a una nueva generación de instrumentos que nos permiten explorar el cielo en diferentes longitudes de onda, desde el visible hasta el infrarrojo y radio, hemos descubierto numerosos sistemas planetarios extrasolares. Hasta la fecha se conocen 4037, según el informe de la NASA.

Gracias a que estos sistemas planetarios tienen diferentes edades (desde unos pocos millones de años hasta miles de millones de años), podemos observar las diferentes etapas de su evolución.

El cuadro que surge del análisis de estos sistemas planetarios de diferentes edades es que su origen está precisamente en el colapso de las nubes iniciales de polvo y gas.

Debido a inestabilidades gravitatorias, por fenómenos tanto dentro como fuera de la nube, en algunos puntos la nube comienza a contraerse. Dado que la nube inicialmente gira (¡todo en el universo gira!), comienza a aplanarse asumiendo la forma de un disco en el centro del cual se forma la estrella y su sistema planetario dentro del disco.

¡Kant no podría haberlo dicho mejor!

Hoy observamos protoestrellas, es decir, estrellas tan jóvenes como para estar aún sumergidas (envueltas) en su nube molecular y protoplanetas que se están formando a partir del polvo y el gas presentes en la nube por colapso gravitacional (un proceso que conduce a la formación de planetas gaseosos) o por acreción, es decir, a través de las colisiones de pequeños cuerpos que gradualmente se vuelven cada vez más grandes (un proceso que conduce a la formación de planetas rocosos).

Es admirable cómo el filósofo-científico llegó a tal intuición sobre la formación del sistema solar con más de dos siglos de antelación y sin indicios de carácter observacional, sino gracias a la capacidad especulativa de la mente.

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