Geoingeniería para salvar el Ártico: ¿solución sostenible o trampa climática?
Propuestas de geoingeniería, como el salado artificial del océano ártico, buscan frenar el deshielo producto del calentamiento global, pero podrían hacer que no se cumpla la meta global de emisiones cero para 2050.

En la película Geostorm (2017), una ola de huracanes, inundaciones y sequías azota la Tierra. Para controlar el clima, científicos de 17 países crean una red de satélites que es todo un éxito... hasta que se pierde el control y todo se transforma en caos climático global.
Aunque ficticia, esta historia evoca debates reales sobre la geoingeniería: intervenciones humanas a gran escala para contrarrestar el cambio climático. En el Ártico, donde el hielo se derrite a ritmos alarmantes, ideas como salarlo artificialmente suenan prometedoras, pero un reciente estudio advierte que podrían complicar el camino hacia un mundo sin emisiones de carbono.
El Ártico actúa como el "aire acondicionado" del planeta, regulando el clima global al mantener el frío y las corrientes oceánicas. Con el calentamiento acelerado, su pérdida amenaza inundaciones costeras y ecosistemas enteros.
La geoingeniería propone "arreglos" rápidos, como agregar sal o nutrientes al océano para formar más hielo o absorber CO2. Sin embargo, estos enfoques no atacan la raíz del problema: las emisiones humanas. Exploraremos algunas propuestas, sus pros y contras, y por qué podrían sabotear el objetivo de emisiones cero para 2050.
¿La geoingeniería salvará el Ártico?
La geoingeniería en el Ártico es como un "parche" tecnológico para un sistema dañado: busca enfriar la región sin reducir el uso de combustibles fósiles.
Una idea clave es el salado artificial del océano, que implica rociar agua salada en la superficie para aumentar la salinidad y promover la formación de hielo marino, contrarrestando el deshielo.

Otra propuesta es la fertilización oceánica, agregando hierro para estimular blooms de fitoplancton que absorban CO2, o esparcir microesferas de vidrio reflectantes sobre el hielo para aumentar su albedo y reflejar más luz solar, como si le pusieras una capa de protector solar gigante al Ártico.
Estas técnicas se basan en modelos computacionales, pero carecen de pruebas a gran escala. Por ejemplo, el proyecto de bombeo de agua salada requeriría millones de bombas eólicas para cubrir solo el 10 % del océano ártico, un esfuerzo logístico colosal.
Otras incluyen inyecciones de aerosoles en la estratosfera para bloquear el sol o barreras marinas para frenar corrientes cálidas. Aunque innovadoras, estas ideas surgen de la urgencia: el Ártico se calienta cuatro veces más rápido que el promedio global, liberando metano y acelerando el calentamiento.
Consecuencias positivas y negativas para la humanidad
Los beneficios potenciales suenan esperanzadores: podrían ralentizar el deshielo, preservando hábitats para osos polares y comunidades indígenas que dependen del hielo para cazar y navegar. Al absorber CO2 o reflejar calor, estas intervenciones podrían ganar tiempo para transiciones energéticas, reduciendo el alza del nivel del mar que amenaza a millones en costas como las de América Latina.
GEOINGENIERÍA es la modificación deliberada y a gran escala de las condiciones climáticas para luchar contra el calentamiento global: cambios en el régimen de lluvias, gestión de la radiación solar...
— Nao Casanova (@NaoCasanova) January 25, 2021
Este mapa interactivo muestra todos esos proyectos.https://t.co/qH8MiJQYT5 pic.twitter.com/RMGNsbRJ92
Para la humanidad, significaría mitigar desastres inmediatos, como inundaciones en ciudades vulnerables, y mantener la estabilidad climática que afecta la agricultura y la economía global.
Sin embargo, los riesgos son alarmantes y podrían superar los beneficios. El salado artificial podría alterar corrientes oceánicas, afectando pesquerías y liberando más metano del permafrost, un gas de efecto invernadero 25 veces más potente que el CO2.

Estudios muestran que esparcir partículas reflectantes podría oscurecer el hielo en lugar de enfriarlo, o envenenar cadenas alimentarias marinas. Para la humanidad, implica dilemas éticos: ¿quién decide y paga por estos experimentos?
Costos estimados en miles de millones de dólares podrían desviar fondos de energías renovables, perpetuando la dependencia de fósiles y erosionando la voluntad política para emisiones cero. Además, fallos impredecibles, como cambios en patrones de lluvia, podrían agravar sequías en regiones tropicales.
Priorizar el cero emisiones sobre experimentos riesgosos
En un mundo interconectado, la geoingeniería polar no es un salvavidas aislado; afecta a todos. Sus promesas de alivio rápido podrían distraer de la verdadera solución: reducir emisiones drásticamente, como exige el Acuerdo de París.
Expertos coinciden en que lograr cero neto estabilizaría el clima en décadas, beneficiando al Ártico sin jugárnosla a tecnologías no probadas.
Bill Gates backs Harvard research into solar geoengineering to reflect sunlight and slow climate change. https://t.co/uXzjxKLfSk pic.twitter.com/tbV3oV5VbY
— Interesting Engineering (@IntEngineering) September 9, 2025
Los aspectos negativos, como daños ecológicos y tensiones geopolíticas por recursos árticos, superan los positivos inciertos. Comunidades indígenas, ya afectadas por el cambio, podrían ver sus derechos ignorados en favor de intervenciones que no resuelven la causa raíz.
Invertir en geoingeniería equivale a tratar solo los síntomas mientras la enfermedad avanza, arriesgando un planeta más inestable.
Aunque ideas como el salado artificial pueden sonar fascinantes, la relevancia radica en su advertencia: la geoingeniería podría sabotear el objetivo de cero emisiones para 2050, retrasando una transición justa y sostenible. Para la humanidad, el camino claro es cortar emisiones ahora, protegiendo el Ártico y nuestro futuro colectivo sin apuestas peligrosas.
Referencia de la noticia
British Antarctic Survey. (2025). Review suggests polar geoengineering ideas could do more harm than good. https://www.bas.ac.uk/media-post/review-suggests-polar-geoengineering-ideas-could-do-more-harm-than-good/