La polémica de las esferas extraterrestres: ¿prueba de vida alienígena o simple especulación?

Un científico de Harvard afirma haber recuperado 50 pequeños fragmentos esféricos de hierro del fondo del Océano Pacífico y sugiere que podrían ser material de una nave espacial extraterrestre interestelar.

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¿Por qué hay polémica sobre los dichos de un profesor de Harvard?

El físico Avi Loeb de la Universidad de Harvard ha vuelto a captar la atención del mundo científico con su afirmación de haber recuperado fragmentos esféricos de hierro del fondo del Océano Pacífico que podrían ser restos de una nave espacial extraterrestre interestelar. Sin embargo, ¿qué tan sólida es su evidencia y qué posibilidades hay de que sea cierta?

Para contextualizar el hallazgo, esta investigación surge de que en 2014 se observó una bola de fuego en el cielo, registrada por los sensores del Departamento de Defensa de EE. UU. bajo el nombre CNEOS 20140108. Según Loeb, esta bola de fuego viajaba más rápido que la mayoría de los meteoritos y se desintegró sobre el Océano Pacífico cerca de Papua Nueva Guinea.

Modelando la trayectoria, Loeb identificó un área específica del Pacífico Sur donde creía que se depositarían los restos del IM1, como se denominó a este objeto. Luego de una operación de dragado en el área y el uso de un poderoso imán, ahora afirma haber encontrado material de IM1. Hallaron alrededor de 50 fragmentos esféricos de hierro de medio milímetro de diámetro cada una.

Sin embargo, la conexión entre la bola de fuego y una nave espacial extraterrestre es un salto científico considerable. Si bien Loeb es conocido por su especulación sobre la posibilidad de objetos de origen artificial provenientes del espacio, como el cometa 'Oumuamua, no existe una evidencia sólida que respalde esta afirmación.

El cometa 'Oumuamua fue el primer visitante interestelar registrado en nuestro Sistema Solar y su forma inusual generó cierta especulación sobre su origen. En un artículo publicado en 2018, Loeb planteó la posibilidad de que 'Oumuamua fuera de origen artificial, aunque la evidencia concreta aún es escasa.

En cuanto a las esférulas metálicas recuperadas por Loeb, no es imposible que sean de origen extraterrestre, pero es necesario realizar un análisis exhaustivo de su composición y compararlo con los análisis de meteoritos y contaminantes terrestres comunes para determinar su autenticidad.

¿Especulación o realidad?

La existencia de esferas metálicas de origen extraterrestre no es un fenómeno nuevo. Expediciones anteriores, como la del HMS Challenger en 1872-76, encontraron gotas metálicas en el fondo del océano, conocidas en ese momento como "esférulas cósmicas". Sin embargo, desde entonces, la contaminación terrestre ha aumentado significativamente, lo que dificulta la identificación de este material espacial sin un análisis adecuado de su composición.

Se necesitan pruebas analíticas sólidas, como una composición detallada, edad y comparación con otros materiales extraterrestres y contaminantes terrestres, para respaldar su afirmación. La presencia de hierro en las esferas no es suficiente para demostrar su origen extraterrestre, y no hay evidencia concluyente de que sean de una nave espacial.

Loeb también sugiere que estas esferas son de origen interestelar, lo cual es cuestionable. Existe una gran cantidad de material interestelar en la Tierra, incluyendo moléculas orgánicas y granos provenientes de estrellas que vivieron y murieron antes de que naciera nuestro propio Sol. Aunque es posible que parte de este material esté presente en el fondo del océano, no se puede afirmar con certeza que las esferas recuperadas por Loeb sean de origen interestelar.

Una bola de fuego sobre el Pacífico

El objeto identificado como IM1 fue detectado en el cielo sobre el Pacífico Sur, frente a la costa norte de Papúa Nueva Guinea, el 8 de enero de 2014. También conocido como CNEOS 20140108, el meteoro tenía una masa estimada de 460 kg y medía entre 80 cm y 1 m de diámetro. El análisis de composición de las esferas mostró que estaban compuestas de 84 % de hierro, 8 % de silicio, 4 % de magnesio y 2 % de titanio, además de oligoelementos”.

"Basándonos en la presión del aire que sostuvo antes de desintegrarse en tres explosiones a 20 km sobre la superficie del océano, este objeto tenía una resistencia material más dura que todos los otros 272 meteoros en el catálogo CNEOS de la NASA", declaró el profesor Loeb, líder del Proyecto Galileo , que tiene como objetivo identificar la naturaleza de los objetos potenciales hechos por civilizaciones tecnológicas extraterrestres existentes o extintas.

La evidencia presentada por Avi Loeb hasta el momento no es suficiente para respaldar su afirmación de haber encontrado restos de una nave espacial extraterrestre. La búsqueda de vida extraterrestre es un tema apasionante, pero es importante mantener un enfoque científico riguroso y basar las afirmaciones en evidencias sólidas. Hasta que se realicen estudios más exhaustivos, la especulación sobre la existencia de naves espaciales extraterrestres seguirá siendo solo eso: especulación.

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