Entre montañas y silencio, perfecto para una escapada de invierno: un rincón escondido de Tucumán que pocos conocen
Destacada por un entorno agreste y alejado del ruido urbano, la localidad de Villa Batiruana se convierte en un destino perfecto para quienes buscan reposo, contemplación y conexión con el paisaje.

Aguas cristalinas que corren entre montañas, senderos que invitan a caminar sin apuro y un silencio profundo —ese bien cada vez más escaso y necesario— hacen de Villa Batiruana un refugio ideal. Este pueblo escondido entre la selva y la sierra es perfecto para quienes buscan alejarse del ruido de las grandes ciudades y sumergirse en entornos naturales, austeros y casi intactos.
Ubicada a unos 125 km al sur de San Miguel de Tucumán, en el Departamento La Cocha y dentro de la comuna rural de Yánima, Villa Batiruana fue construida a mediados del siglo XX para alojar a los trabajadores del Dique Escaba y su usina hidroeléctrica. Con el paso del tiempo, y tras el fin de estos proyectos, su perfil productivo fue decayendo. Sin embargo, en ese mismo proceso, comenzó a destacar por su entorno natural y su potencial como destino de descanso y turismo de naturaleza.
¿Cómo llegar a Villa Batiruana?
Como mencionamos anteriormente, la distancia a Villa Batiruana desde San Miguel de Tucumán es de 125 km -estimados en 1 hora y 30 minutos de viaje- por lo que se presenta como una excelente alternativa para escaparse durante el día para quienes se encuentran disfrutando de una estadía en la provincia de Tucumán o bien una parada obligada para quienes estén experimentando un roadtrip espontáneo por la región Noroeste de Argentina. Por ejemplo, desde Catamarca, la distancia a Villa Batiruana es de 132 km.
Para llegar a Villa Batiruana desde Tucumán se deberá tomar la Ruta Nacional N°38 hasta el departamento de Juan B. Alberdi. A partir de entonces, se continuará camino por lo que se conoce como Ruta Escaba. Luego, una vez finalizado el tramo asfaltado, será necesario continuar por un sendero de tierra ascendente que conduce hasta la zona donde se encuentra esta localidad, todo en plena montaña.

Según ha trascendido en portales y sitios especializados, es importante tener en cuenta que el acceso no es del todo sencillo ya que solo unos 13.5 km tienen asfalto (y con baches) y el resto del recorrido es de ripio y sin señalización. Ante este panorama, la recomendación es movilizarse con paciencia y equipos adecuados.
¿Qué hacer en Villa Batiruana?
De Villa Batiruana podríamos decir que es un rincón donde la naturaleza habla bajito y con eso solo ya es suficiente para que una persona se sienta a gusto: acá el silencio no incomoda, sino que abraza. Sin grandes desarrollos e infraestructura ni turismo masivo, todo sucede al ritmo del paisaje.

Además de su atmósfera serena, la localidad también ofrece varias actividades que invitan a la contemplación, el contacto con la naturaleza y la conexión con lo simple. A continuación, una lista de oportunidades recreativas imperdibles para aprovechar al máximo del paso por este lugar:
- Senderismo por el bosque energético: uno de los circuitos más recomendados, de baja dificultad, recorre un tramo de selva de yungas atravesado por árboles añosos, helechos, sonidos de aves y tramos donde apenas entra la luz del sol. Es conocido como “bosque energético” por la atmósfera envolvente que genera.
- Cascadas y piletas naturales: el río Marapa, que serpentea por la villa, da forma a remansos y piletones ideales para refrescarse o simplemente sentarse a escuchar el sonido del agua. El Segundo Remanso es uno de los más conocidos, y afortunadamente accesible a pie.
- Avistaje de aves y biodiversidad: la ubicación que corresponde a Villa Batiruana comprende una zona rica en flora y fauna. Es común cruzarse con loros, picaflores, tucanes y mariposas, entre otros ejemplares. Para los interesados en ciencia, aquí se encuentra la Estación Biológica Batiruana, donde investigadores del CONICET y la Fundación Miguel Lillo trabajan en el estudio del ecosistema local.
- Descanso y gastronomía local: la villa cuenta con hostales sencillos, como Lluq’ana Batiruana o Alpa Misky, y una casa de té cultural (Las Yungas) que funciona también como espacio de encuentro y reposo. Además de probar comidas caseras, aquí se pueden ver muestras o participar de charlas o eventos folklóricos esporádicos.