Cómo usar el agua de arroz para darle a tus plantas una inyección de vitalidad

Un líquido muy fácil de preparar, que puede mejorar el suelo, estimular el crecimiento y fortalecer las plantas. Cómo preparar agua de arroz y aplicarla sin errores.

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Reutilizar el agua del lavado o de la cocción del arroz es una forma simple de cuidar las plantas y reducir desperdicios en casa.

Es blanca, turbia y parece inútil. Pero el agua que queda luego de lavar el arroz guarda compuestos que pueden beneficiar al suelo y a la salud de tus plantas.

No es magia: es química sencilla y vida microbiana. El agua de arroz aporta al suelo almidones, vitaminas y nutrientes que alimentan a las bacterias y hongos beneficiosos, mejora la estructura del suelo y puede dar un empujoncito al crecimiento de las plantas, siempre que se use con cuidado.

Qué es (y por qué funciona)

El agua de arroz es el líquido que queda luego de enjuagar o cocinar arroz. Contiene almidón, pequeñas cantidades de nitrógeno, fósforo y potasio, además de micronutrientes como hierro, magnesio y zinc y algunas vitaminas del complejo B.

Ese cóctel no reemplaza a un fertilizante completo, pero funciona como un fertilizante suave y como fuente de carbono para la microbiota del suelo: esas bacterias y hongos transforman los compuestos en formas aprovechables por las raíces.

También, si se fermenta, se multiplica la cantidad de microorganismos beneficiosos que pueden promover la salud del suelo.

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El agua de arroz contiene almidones y micronutrientes que alimentan los microorganismos del suelo y favorecen el crecimiento vegetal.

Hay dos maneras sencillas de prepararla:

En frío: agua de lavado o remojo (rápida y práctica)

Colocá 1 taza de arroz en un bol y agregá 3 a 4 tazas de agua.

Frotá o remové el arroz con la mano durante 20 o 30, segundos hasta que el agua se vuelva turbia.

Colá el líquido en un recipiente: esa es tu agua de arroz.

    Si la usás de inmediato, podés diluirla con una cantidad igual de agua de la canilla. Si la guardás en heladera, usala dentro de 3 a 7 días.

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    Este método extrae sobre todo almidones y algunas vitaminas y minerales superficiales. Es ideal para quien busca reutilizar el agua del enjuague sin esperar.

    Agua de cocción: el sobrante de arroz para comer (más concentrada)

    Si cocinaste arroz y te quedó agua blanca (sin sal ni aceite), dejala enfriar hasta temperatura ambiente.

    En este caso es preferible diluirla un poco, por ejemplo 1 parte de agua de arroz por 2 partes de agua, para evitar exceso de almidón en macetas.

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    La fermentación del agua de arroz potencia la actividad microbiana y puede mejorar la salud del suelo.

    El agua de cocción suele contener más nutrientes liberados por la cocción del grano, por eso conviene usarla más diluida que la de enjuague. Importante: jamás uses agua con sal, condimentos o restos de aceite.

    Variante potente: fermentación

    Si querés maximizar los beneficios, dejá reposar el agua de lavado en un frasco tapado a temperatura ambiente de 3 a 7 días, hasta que huela ligeramente ácido (no putrefacto).

    La fermentación aumenta la presencia de bacterias beneficiosas (por ejemplo Bacillus y otros promotores del crecimiento) y convierte compuestos en formas más disponibles para las plantas.

    Antes de aplicar, diluí la mezcla fermentada 1:1 con agua y usala con moderación. Algunos estudios experimentales mostraron mejoras en crecimiento y en propiedades del suelo tras aplicaciones consecutivas de agua de arroz fermentada.

    Cómo aplicarla

    Riego foliar o riego al suelo: lo más efectivo y seguro es aplicar al suelo, en la base de la maceta o el anillo alrededor de la planta. El riego foliar con líquido muy turbio puede dejar residuos y producir hongos.

    Frecuencia: una aplicación cada 2 a 4 semanas suele bastar para plantas ornamentales y huertas; para plantas sensibles o macetas pequeñas. Se sugiere empezar con una vez al mes y observar la respuesta.

    Diluciones: para agua de lavado diluir 1:1; para agua de cocción diluir 1:2 o 1:3. Si usaste fermentación, diluí 1:1 antes de aplicar.

    Precauciones: nunca usar agua con sal o restos de alimentos grasos; si aparece moho en la superficie del sustrato o mal olor, suspendé las aplicaciones y enjuagá con agua limpia. Evitá usar en sistemas hidropónicos por riesgo de proliferación bacteriana y turbidez.

    ¿A qué plantas les viene mejor?

    Huerta (tomates, pimientos, hojas verdes): suele mejorar el vigor y el rendimiento cuando se aplica con moderación, porque estas especies responden bien a aportes suaves de N y microbios útiles.

    Plantas de interior resistentes (espatifilos, helechos, potus): se adaptan bien a aplicaciones mensuales diluidas; en macetas pequeñas hay que reducir la frecuencia para evitar acumulación de almidón.

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    No todas las plantas la necesitan por igual: funciona mejor en suelos con buen drenaje y en especies de crecimiento activo.

    En plantas sensibles a hongos o en sustratos muy compactos, usar con precaución, porque el exceso de almidón puede favorecer mohos si el sustrato no drena bien.

    Las suculentas y cactus no son las más indicadas para aplicaciones frecuentes ya que prefieren suelos pobres y riegos secos; si se aplica, hacerlo poco y muy diluido.

    Hay que tener en cuenta que no es un fertilizante completo. Sí aporta muchos beneficios, pero no cubre todas las necesidades nutritivas a largo plazo. Tampoco hay que olvidar que usar demasiada agua de arroz puede producir costras de almidón, atraer insectos o fomentar hongos; por eso la recomendación de diluir, espaciar aplicaciones y observar la respuesta de las plantas.