La Niña es la imagen destacada del día de Copérnicus: ¿cuál será el impacto en Argentina para los próximos meses?
La Niña aparece en la imagen del día de Copérnicus con un claro patrón de enfriamiento en el Pacífico. Te contamos en qué consiste este fenómeno y qué puede significar para Argentina en los próximos meses.

Nuestros ojos ven el mundo gracias a la luz visible: distinguen colores, formas y movimientos, pero no pueden decirnos si una superficie está fría o caliente. Un sensor infrarrojo (IR) a bordo de un satélite funciona como unos “ojos especiales” que ven el calor en lugar de los colores.
Gracias a esos “ojos térmicos” en el espacio, hoy podemos detectar fenómenos como La Niña incluso antes de que sus efectos se noten en tierra firme. Cuando el color del mar se tiñe de azul significa que el agua está más fría, y eso ¡cambia el clima de todo el planeta!
Eso es lo que nos muestra la "imagen del día", publicada por el servicio Copérnicus de la Unión Europea: esa “respiración” distinta del océano, un patrón de enfriamiento en el Pacífico ecuatorial que identifica al fenómeno climático La Niña.

Aunque suene algo técnico, puedes pensar que La Niña actúa como un “ventilador” gigante: enfría las aguas del Pacífico, lo que influye en los vientos, en las nubes y, por extensión, en las lluvias y temperaturas a miles de kilómetros de distancia.
Esta imagen del día no solo es hermosa; es un aviso visual de que los patrones globales de clima están cambiando temporalmente y que esos cambios pueden sentirse también aquí en Argentina.
El Pacífico y su “modo frío”
La Niña es parte de un ciclo climático conocido como El Niño–Oscilación del Sur, o ENSO, que tiene fases de calentamiento (El Niño), enfriamiento (La Niña) o neutralidad del Pacífico. Durante La Niña, las aguas centrales y orientales del Pacífico ecuatorial se mantienen más frías de lo normal, reflejando un patrón que aparece con tonos azulados en las imágenes satelitales, como la elegida por Copérnicus.
Este enfriamiento modifica la circulación atmosférica: los vientos alisios se intensifican, empujando aguas cálidas hacia el oeste y haciendo que el aire húmedo se acumule en otras zonas. Es como si el océano “estirara” el aire y el agua de lluvia hacia distintos lugares, cambiando dónde cae el agua y dónde escasea, algo que los meteorólogos llamamos "patrones de precipitación".
Como informó el equipo de Meteored, los pronósticos climáticos indican que La Niña tiene una probabilidad moderada de persistir durante los próximos meses, aunque en general se espera que el fenómeno sea débil o transitorio y que pueda regresar a un estado neutro a principios de 2026.
Esto quiere decir que los impactos, si bien pueden sentirse, no serían tan extremos como en eventos fuertes de La Niña. Sin embargo, aún hay incertidumbre: los modelos climáticos no siempre coinciden, y la llamada “barrera de predictibilidad” (disminución de la fiabilidad del pronóstico ENSO que se observa en el otoño del hemisferio sur), puede complicar proyecciones a largo plazo.
Impactos para Argentina: ¿qué esperar?
En Argentina, un episodio de La Niña suele asociarse con ciertos patrones:
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Menos precipitaciones en las principales regiones productivas agrícolas, lo que puede tensionar cultivos como maíz y soja si el déficit (sequías) se prolonga.
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Más sol y cielos despejados en amplias zonas, susceptibles de favorecer días más secos y cálidos.
Sin embargo, la situación no está escrita en piedra: la reciente humedad del suelo en muchas áreas agrícolas podría amortiguar estos efectos este ciclo.
Piensa en La Niña como una “mano invisible” que ayuda a barajar las cartas del clima: a veces enfatiza las condiciones más secas o húmedas, y otras veces su efecto casi pasa desapercibido porque otras fuerzas, como las oscilaciones estacionales o el calentamiento global, llevan la delantera.

En este caso, una de las fuerzas que suele anular o potenciar La Niña es el Dipolo del Océano Índico (IOD), conocido como La Niña India en su fase fría. Si ambos eventos son coincidentes (La Niña + La Niña India), los efectos de La Niña del Pacífico se pueden hacer más pronunciados, como sucedió con la Niña de 2017-2018, que era un evento de débil intensidad pero se potenció al estar en fase con La Niña India, y las consecuencias fueron desastrosas para Argentina.

En esta ocasión, afortunadamente, La Niña India está desfalleciendo, de acuerdo con el análisis del Bureau of Meteorology de Australia, y las perspectivas de un impacto negativo en las precipitaciones para las regiones productivas de nuestro país van disminuyendo conforme La Niña del Pacífico también pierde fuerza, dada la alta probabilidad de transición a condiciones neutras desde principios de 2026.
¿Regresa El Niño?
Si bien uno de los mayores inconvenientes para elaborar un buen pronóstico del ENSO es -como mencionamos anteriormente- su "barrera de la predictibilidad" del otoño, por el momento hay una clara tendencia a una transición a El Niño a mediados o fines de 2026, conforme los confiables modelos del Climate Prediction Center / NCEP, de la NOAA.

Si esto sucede, si El Niño se hace presente en 2026, las consecuencias para el planeta pueden ser muy notorias. Es menester recordar que gran parte del calor oceánico absorbido por el Pacífico tropical occidental se libera a la atmósfera influyendo en la temperatura media global, siendo el disparador de los años más calurosos en los registros.
Bajo estas condiciones y en el marco del Calentamiento Global ANtropogénico... ¿estaremos presenciando el final del umbral de temperatura media global de 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales en 2026-2027?