¿Reaparece La Niña en 2025? ¿Qué dicen los principales modelos climáticos? Estos son los posibles efectos en Argentina
El enfriamiento del Pacífico ecuatorial central avanzó en las últimas semanas y algunos pronósticos apuntan al regreso de La Niña durante el verano. De consolidarse, este cambio en la circulación atmosférica podría tener un fuerte impacto en el clima de Argentina.

Tras un período de condiciones neutrales, algunos de los principales modelos internacionales comienzan a coincidir en un nuevo giro de la circulación en el océano Pacífico. El enfriamiento observado en las últimas semanas, tanto en la superficie como en la subsuperficie del mar, fortalece la hipótesis de que La Niña podría regresar en los meses de verano. De concretarse, este fenómeno podría instalarse antes de fin de año y extender su influencia durante la campaña agrícola 2025/26.
En el marco del ciclo ENSO (El Niño–Oscilación del Sur), La Niña se caracteriza por temperaturas más frías de lo normal en el Pacífico ecuatorial central, lo que altera los patrones globales de circulación. Para Sudamérica, y en particular para Argentina, este fenómeno suele estar asociado a lluvias por debajo de lo normal en las regiones agrícolas del centro y norte del país, además de un aumento en el riesgo de heladas tardías en primavera y una mayor frecuencia de irrupciones de aire polar.

Los datos actuales muestran que la temperatura del agua en la región clave del Pacífico todavía se encuentra dentro del umbral de neutralidad. Además, la presencia de una masa fría subsuperficial entre los 100 metros y 150 metros de profundidad sugiere que este enfriamiento podría intensificarse durante los próximos meses. Modelos como el NMME y el ECMWF coinciden en proyectar una posible presencia de La Niña hacia el verano, con una probabilidad apenas superior a la probabilidad de evento neutral. Cabe destacar que otros modelos todavía mantienen la mayor probabilidad en situación neutral.
Impactos potenciales de La Niña en Argentina
En nuestro país, los efectos de La Niña varían según la región y la época del año. Durante la primavera y el verano, suele haber un déficit de lluvias en las zonas agrícolas clave: norte y centro de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y parte del NOA. Esta condición puede acentuarse si el evento se instala con intensidad, afectando el desarrollo de cultivos de gruesa como el maíz y la soja.

Además del déficit hídrico, La Niña aumenta la frecuencia de pulsos fríos que pueden generar heladas tardías en primavera, especialmente en zonas del sur de la región pampeana. También se asocia a una mayor amplitud térmica, con mañanas frías y tardes cálidas, lo que puede tener implicancias en la floración y el llenado de grano de los cultivos.
Durante los años Niña también es habitual observar una circulación del oeste más débil y un fortalecimiento del anticiclón del Atlántico, lo que limita el ingreso de humedad desde el norte y favorece condiciones más secas y estables. Esto se traduce en menor cobertura nubosa y mayor radiación solar, lo cual puede favorecer algunas etapas del cultivo pero también aumentar la evapotranspiración.
Nada está dicho: perspectivas y monitoreo
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) aún no ha emitido un informe oficial que confirme el retorno de La Niña, ya que por el momento son tendencias incipientes y no concluyentes, pero sí reconoce el enfriamiento progresivo del Pacífico y monitorea de cerca su evolución. El último informe de consenso regional elaborado por la OMM (Organización Meteorológica Mundial) insinúa sobre un posible desarrollo de condiciones Niña hacia fines del presente año, pero al momento no se puede confirmar, ya que la mayoría de los modelos todavía insiste en una proyección neutral.

Así como aún no puede determinarse esta posibilidad, mucho más difícil resulta anticipar con certeza la intensidad del fenómeno, ya que la tendencia de los modelos no es clara. En este contexto, resulta clave el monitoreo continuo de la evolución oceánica y atmosférica para ajustar las estrategias productivas en función del riesgo climático y no apresurarse en la toma de decisiones, ya que este fenómeno aún no está resuelto.
La experiencia de campañas anteriores bajo eventos Niña, como 20/21, 21/22 o 22/23, demostró que el impacto en el sector agropecuario puede ser muy significativo, especialmente cuando se combinan con otras variables como olas de calor, sequías prolongadas o heladas fuera de estación, por lo que es clave continuar con el análisis de las perspectivas de largo plazo.