La otra cara de Hong Kong: búfalos salvajes entre los rascacielos y el tráfico

Más allá de las luces, el tránsito y los rascacielos de Hong Kong, unos peculiares vecinos generan sentimientos encontrados: una pequeña población de búfalos salvajes despiertan una mezcla de curiosidad, preocupación y conexión con el pasado.

bufalos HK
Los búfalos salvajes de Hong Kong son un recordatorio de que, incluso en los entornos más modernos, la vida silvestre puede encontrar su lugar si le damos espacio.

Cuando pensamos en Hong Kong, la imagen que se nos suele venir a la mente es la de un bosque de rascacielos iluminados por luces de neón, calles abarrotadas y un ritmo frenético que nunca se detiene.

Sin embargo, más allá de esta postal urbana, Hong Kong guarda un secreto sorprendente: manadas de búfalos de agua salvajes que deambulan por sus islas, coexistiendo con el asfalto y el acero. Sí, en medio de una de las ciudades más densamente pobladas del mundo, estos majestuosos animales nos recuerdan que la naturaleza siempre encuentra la forma de hacerse presente.

Búfalos citadinos

Los búfalos de agua, conocidos localmente como “búfalos asiáticos”, han sido parte de la historia de Hong Kong durante siglos. En el pasado, eran esenciales para la agricultura, ayudando a los granjeros a arar los campos de arroz en las zonas rurales de las Nuevas Tierras y las islas periféricas, como Lantau. Pero con la modernización y la urbanización acelerada, los arrozales dieron paso a edificios y carreteras, y muchos de estos animales fueron abandonados. Lejos de desaparecer, los búfalos se adaptaron, convirtiéndose en una población salvaje que hoy se estima en unos 200 ejemplares.

Bufalos salvajes
Billy era un búfalo de ocho años que vivía en la playa de Pui O, al sur de la isla de Lantau. Un examen mostró que el estómago y el tracto intestinal del animal habían sido bloqueados con suficientes bolsas de plástico para llenar dos contenedores de basura, según el Departamento de Agricultura, Pesca y Conservación (AFCD).

Imagina la escena: estás en Sai Kung, una región al noreste de Hong Kong, y entre los senderos verdes y las playas aparece un grupo de búfalos pastando tranquilamente. No es raro verlos descansar en pantanos o incluso pasear por caminos cercanos a carreteras transitadas. En Lantau, cerca del aeropuerto internacional, los residentes están acostumbrados a cruzarse con estos gigantes de cuernos curvados mientras conducen o caminan. Aunque son pacíficos, su imponente presencia —pueden pesar hasta 800 kilos— sorprende a cualquiera que espere solo ver taxis y autobuses.

Un reciente estudio realizado por la Universidad de la Ciudad de Hong Kong (CityUHK) examina la percepción de los residentes de Hong Kong sobre sus peculiares vecinos. Estos hallazgos sugieren que las opiniones son tan diversas como la ciudad misma.

Gris y verde

Estos búfalos no solo son un contraste visual con el paisaje urbano; también plantean preguntas sobre la convivencia entre el desarrollo humano y la vida silvestre. Por un lado, son un símbolo de resiliencia. Sin intervención humana directa, han aprendido a sobrevivir en humedales, bosques y hasta en los márgenes de las ciudades. Por otro, su presencia genera desafíos. A veces, los búfalos invaden tierras agrícolas o cruzan carreteras, lo que ha llevado a conflictos con granjeros y autoridades. Organizaciones como la Fundación para la Conservación del Búfalo de Hong Kong trabajan para protegerlos, promoviendo su reubicación en áreas seguras y educando a la población sobre su importancia ecológica y cultural.

"Algunos ven al búfalo como un vínculo vivo con el pasado rural del territorio, mientras que otros se preocupan por la seguridad, el impacto ambiental o las interrupciones del tráfico". Alan McElligott, autor del estudio.

Para los hongkoneses, los búfalos son más que una curiosidad. Representan un vínculo con un pasado rural que se desvanece rápidamente. En un lugar donde el espacio es un lujo, su libertad para vagar es casi un acto de rebeldía contra la modernidad. Además, atraen a turistas y fotógrafos que buscan capturar esa extraña armonía entre lo salvaje y lo urbano. ¿Quién diría que en una metrópoli famosa por su skyline podrías encontrarte con un búfalo tomando un baño de lodo?

Búfalos de HK
Un turista se toma una selfie con uno de los búfalos de agua en Ngong Ping, Hong Kong.

Las conclusiones clave de la investigación realizada por CityUHK indican que las actitudes públicas hacia el búfalo se dividen en cuatro categorías:

  1. Apreciación y aceptación condicional de su presencia
  2. Preocupación por el impacto en la comunidad y demanda de una mejor gestión
  3. Su valor para la conservación y la educación
  4. Percepciones individuales formadas a través de encuentros cotidianos.

En cada una de estas categorías, las respuestas neutrales hacia el búfalo fueron las más frecuentes, seguidas de las positivas y, posteriormente, las negativas.

Las respuestas emocionales fueron comunes en las entrevistas: la mayoría expresó cariño por los búfalos o mostró una actitud neutral, mientras que una minoría expresó preocupación por los riesgos de seguridad.

La otra cara de Hong Kong nos invita a reflexionar sobre cómo las ciudades pueden coexistir con la naturaleza. Los búfalos salvajes son un recordatorio de que, incluso en los entornos más modernos, la vida silvestre puede encontrar su lugar si le damos espacio. La próxima vez que pienses en Hong Kong, no solo imagines rascacielos: visualiza también a estos imponentes animales, caminando con calma entre el caos urbano, como guardianes de un equilibrio que aún podemos preservar.

Referencia de la noticia:

Yang, D., Bhattacharjee, D., Flay, K. J., Wang, Y., Mumby, H. S., & McElligott, A. G. (2025). Public attitudes and values regarding a semi-urban feral ungulate. People and Nature, 00, 1–17. https://doi.org/10.1002/pan3.70082