Tenía 18 metros y rodillas flexionadas: aparece una nueva especie de dinosaurio en Neuquén
Científicos del CONICET encontraron en Añelo restos casi completos de un dinosaurio saurópodo. El esqueleto, preservado con lujo de detalles, revela parte desconocida de su anatomía y sugiere que murió arrodillado.

Astigmasaura genuflexa es el nombre de la nueva especie de dinosaurio descubierta por investigadores del CONICET. Vivió hace 95 millones de años y dejó un esqueleto casi completo, con las patas traseras dobladas como si descansara arrodillado.
Entre capas de arena y arcilla, en el paisaje ondulado de Añelo, Neuquén, un grupo de paleontólogos encontró algo que no sucede todos los días: un dinosaurio casi completo, con la cola en alto y las patas traseras dobladas, como si hubiera quedado arrodillado para siempre. Así apareció Astigmasaura genuflexa, una nueva especie de saurópodo de la familia de los rebaquisáuridos, que habitó lo que hoy es la Patagonia hace unos 95 millones de años.
Paleo-ilustración de Astigmasaura genuflexa
— Miguelangelo Tornero (@MiguelangeloTo7) June 17, 2025
Tamaño estimado : 14 metros
Vivió: 96 90 m.a , Cretácico Tardío
Lugar : FormHuincul , prov de Neuquén , Argentina.
Familia : Rebbachisauridae
Descrito por : Bellardini y otros, 2025#dinosaur2025 pic.twitter.com/lP091AhmsN
El hallazgo, liderado por investigadores del CONICET y otras instituciones nacionales, fue presentado en la revista Cretaceous Research, y no solo suma una nueva ficha al gran álbum de los dinosaurios argentinos: también permite reconstruir, por primera vez, parte de la anatomía desconocida de este grupo de titanes herbívoros.
Un rebaquisáurido con estilo propio
Astigmasaura fue un cuadrúpedo de cuello y cola larga que medía unos 18 metros de largo y superaba las 10 toneladas. Sí, un peso pesado. Sin embargo, su andar no era torpe: tenía patas traseras esbeltas y pies con dedos anchos, como listos para pisar con firmeza los suelos pantanosos del Cretácico.
Su cola contaba con vértebras de formas extravagantes, con prolongaciones óseas que se elevaban hacia arriba y los costados, y arcos hemales que parecen salidos de una obra de arte natural: algunos rectos, otros en forma de estrella o de bota. Además, presentaba huellas de desgaste óseo y tendones osificados, señales de que se trataba de un animal entrado en años.
Según Flavio Bellardini, becario posdoctoral del CONICET en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN) y primer autor del trabajo, es la primera vez que se encuentra esta parte del cuerpo de un rebaquisáurido tan bien conservada. La preservación incluye ambos miembros posteriores, la cadera y la mitad anterior de la cola, lo que permite entender mejor cómo era su postura, cómo caminaba, e incluso qué tipo de huellas podía dejar.
La historia enterrada en una curva del río
La historia comenzó en 2017, cuando un grupo de trabajadores petroleros del yacimiento GASNOC YPF de El Orejano dio aviso sobre un hallazgo fortuito. En un antiguo cauce meandroso -con forma de serpiente, de esos que cambian de dirección constantemente- aparecieron huesos fosilizados. El sedimento los había envuelto en el momento justo, después de que una crecida arrastrara parte del cuerpo. Lo que quedó enterrado terminó siendo un esqueleto parcial pero valiosísimo.
Fueron necesarias cinco campañas paleontológicas y más de treinta días de trabajo para extraer los restos. El terreno no se rindió fácil: hubo que usar mazas, martillos, herramientas neumáticas y hasta una retroexcavadora. Los huesos fueron transportados en bochones de yeso -algunos pesaban más de una tonelada- hasta el Museo Municipal “Argentino Urquiza” de Rincón de los Sauces, donde comenzó el minucioso trabajo de laboratorio.
Vivió hace 95 millones de años. Se trata de una nueva especie, bautizada Astigmasaura genuflexa. Fueron encontrados por investigadores del #Conicet.
— LMNeuquén (@LMNeuquen) July 3, 2025
Hallaron en el departamento de Añelo, Neuquén, los restos fósiles de un nuevo dinosaurio de la familia de los pic.twitter.com/Pl86Lgjwwj
Finalmente, se prepararon 20 vértebras caudales, 19 arcos hemales, la cadera, ambos fémures, tibias, fíbulas, astrágalos y pies casi completos. La calidad del material permitió comparar sus huesos con los de otras especies ya conocidas y detectar una serie de rasgos únicos. Así se definió este nuevo género y especie.
Un nombre con doble historia
El nombre Astigmasaura genuflexa tiene su propia narrativa. Astigmasaura combina el prefijo latino “a-” (sin) y stigma (marcas), en alusión al lugar del hallazgo: El Orejano, una expresión que en la jerga rural refiere a animales sin señales de propiedad, sin dueño. En este caso, un dinosaurio sin marcas… hasta ahora. El epíteto genuflexa (de “genus”, rodilla, y “flectere”, doblar) remite a cómo fue encontrado: con ambas patas traseras dobladas, como si se hubiera arrodillado antes de morir.
Además de su valor paleontológico, Astigmasaura aporta información clave sobre las últimas etapas de los rebaquisáuridos antes de su extinción, hace unos 90 millones de años. Con cada hueso, se reconstruyen no solo formas, sino comportamientos, movimientos y vínculos con el entorno.
Y así, desde las profundidades del tiempo, un coloso de la Patagonia vuelve a alzar la cola y mostrar sus rodillas, gracias al trabajo paciente de la ciencia local.
Referencia de la noticia:
BELLARDINI, F., FILIPPI, L., CARBALLIDO, J. É., GARRIDO, A., & BAIANO, M. (2025). Side by side with titans: a new rebbachisaurid dinosaur from the Huincul Formation (upper Cenomanian) of Patagonia, Argentina. Cretaceous Research, 106188.