Gigantescos tsunamis submarinos en Groenlandia están acelerando la destrucción de los glaciares desde su base

Un equipo internacional descubrió que los glaciares no solo se derriten desde arriba: también sufren un ataque silencioso desde las profundidades. Olas internas tan altas como edificios nacen cada vez que cae un iceberg, y ese movimiento oculto está acelerando el colapso del hielo en Groenlandia.

glaciar
Olas submarinas aceleran el derretimiento de los glaciares

Bajo la serenidad que envuelve a los glaciares, existe una especie de batalla interna constante. Cada vez que un trozo de hielo se desprende y cae desde decenas de metros de altura, el fiordo entero se sacude. No es solo un chapuzón superlativo: el impacto genera tsunamis superficiales y, mucho más importante, desencadena olas submarinas gigantes que mezclan el agua fría del deshielo con el agua marina más cálida. Esa mezcla alimenta el deshielo desde abajo, justo donde el glaciar es más vulnerable.

Lo que hasta ahora era intuición científica se convirtió en evidencia gracias a un experimento sorprendente: medir este caos submarino con un cable de fibra óptica.

Un laboratorio natural en el límite del hielo

El glaciar Eqalorutsit Kangilliit Sermiat, en el sur de Groenlandia, es uno de esos escenarios donde el hielo avanza hacia el Atlántico como si fuera una enorme cinta transportadora congelada. Cada año libera alrededor de 3,6 km³ de hielo: casi tres veces el volumen del glaciar del Ródano en Suiza. El fiordo recibe un desfile continuo de bloques gigantes que se desprenden, algunos del tamaño de un estadio de fútbol.

Un fiordo es una entrada de mar larga, estrecha y profunda, flanqueada por acantilados altos o montañas escarpadas, que se forma por la inundación de un valle excavado por un glaciar

Para entender qué ocurre en ese instante preciso, un equipo de la Universidad de Washington, la Universidad de Zúrich y otras instituciones instaló un cable de fibra óptica de diez kilómetros en el fondo del fiordo. Lo usaron con una técnica llamada Detección Acústica Distribuida (DAS), que funciona como un estetoscopio submarino: registra vibraciones, deformaciones del cable y cambios de temperatura a lo largo de todo su recorrido.

En otras palabras, el fiordo se convirtió en un enorme sensor.

El equipo pasó tres semanas en el campo, observando cómo se desprendían bloques colosales cada pocas horas. Algunos avanzaban a más de 30 km/h, un ritmo sorprendente para masas de hielo tan gigantescas.

El “efecto multiplicador” que acelera el colapso

Cuando un iceberg cae, se generan olas superficiales que corren por el fiordo. Son los tsunamis inducidos por desprendimiento de icebergs. Pero lo más sorprendente nace después.

Mucho después de que la espuma desaparece, el cable detecta un movimiento más lento y poderoso: ondas internas, verdaderas murallas submarinas que avanzan entre capas de agua de distinta densidad. Algunas alcanzan la altura de los rascacielos.

cambio climatico
Los investigadores llamaron a esas olas internas “efecto multiplicador”

La física detrás de esto es simple y brutal. El agua marina que entra a los fiordos es más cálida y densa que el agua dulce que se derrite del glaciar. Por densidad, esa agua más cálida se hunde, mientras que la más fría queda arriba, tratando de proteger al hielo como un escudo natural.

El problema: cada tsunami submarino rompe ese escudo.

Dominik Gräff, autor principal del trabajo, ofrece una comparación doméstica irresistible: “Es como un cubito de hielo en una bebida caliente. Si no lo removés, el hielo dura. Si revolvés, desaparece mucho más rápido”. En Groenlandia, cada colapso de iceberg es un cucharón gigante.

El agua cálida sube hacia el frente del glaciar, y la fría baja hacia el fondo. Esa mezcla acelera la erosión del hielo sumergido. Y cuanto más se erosiona la base, más inestable queda la pared vertical del glaciar. Resultado: más desprendimientos, más olas, más mezcla. Un círculo vicioso perfecto.

Los investigadores lo llamaron “efecto multiplicador”. Nunca antes pudieron medirlo con esta precisión.

Por qué esto importa para el planeta

La capa de hielo de Groenlandia es tres veces más grande que Texas y actúa como uno de los grandes reguladores climáticos del hemisferio norte. Su pérdida de masa influye en el nivel del mar, en la estabilidad de las corrientes oceánicas y en los ecosistemas polares.

Si se derritiera por completo, el nivel del mar subiría unos 7,5 metros. Un número tan grande que no entra en la cabeza, pero que basta para imaginar ciudades costeras reconfiguradas y millones de personas desplazadas.

Además, los glaciares que retroceden descargan enormes volúmenes de agua dulce en el Atlántico Norte. Esa inyección puede debilitar la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico, el sistema de corrientes que transporta calor desde los trópicos hacia Europa y distribuye nutrientes que sostienen la vida marina. Cambios allí pueden alterar el clima del continente europeo y generar impactos en cadena.

fibra optica
La fibra óptica puede medir variaciones que no pueden observarse con otra tecnología moderna

Por eso, entender cómo y por qué los glaciares pierden masa es urgente. Y también por eso los métodos tradicionales -satélites, sensores puntuales, observaciones de superficie- se quedan cortos. No pueden ver lo que pasa debajo del agua.

Un cable de fibra óptica, en cambio, sí.

Una tecnología que abre una puerta nueva

La medición por fibra óptica avanza a pasos agigantados. Lo que antes se usaba para monitorear terremotos o infraestructura ahora empieza a meterse en ambientes extremos como fiordos árticos. Los datos de este estudio permitirán mejorar modelos, ajustar proyecciones y quizá anticipar cambios abruptos en el frente glaciar.

También podrían servir como base para sistemas de alerta temprana de tsunamis generados por desprendimientos de icebergs, que no siempre quedan registrados por sensores convencionales.

Como resume Brad Lipovsky, coautor del estudio: “Llevamos la fibra a un glaciar y encontramos un efecto que jamás hubiéramos observado con tecnología más simple”. Un hallazgo que queda entre lo fascinante y lo inquietante.

Referencia de la noticia

Gräff, D., Lipovsky, B.P., Vieli, A. et al. Calving-driven fjord dynamics resolved by seafloor fibre sensing. Nature 644, 404–412 (2025).