Medicina azul: científicos explican cómo el poder del mar puede curar el cuerpo y la mente
Existe una conexión entre los entornos azules y la salud humana. Te contamos las evidencias científicas que demuestran los efectos de este horizonte de bienestar en el cuerpo y la mente humana.

El ser humano ha sentido históricamente una atracción innata por el mar, una conexión que a menudo se expresa como una necesidad de encontrar calma y serenidad en sus orillas. En la actualidad, con un 55 % de la población mundial residiendo en ciudades, esta intuición ancestral cobra una nueva relevancia.
La ciencia moderna, en un campo de estudio emergente, está comenzando a validar lo que la experiencia popular ha sabido desde siempre: la exposición a entornos con agua, o "entornos azules", ejerce un impacto profundo y multifacético en la salud humana.
Las investigaciones científicas están trazando un mapa claro de la conexión entre el mar y nuestro bienestar, demostrando que estos espacios no son solo un recurso natural para el ocio, sino un activo crucial para la salud. Los hallazgos sugieren que los beneficios de la inmersión en estos entornos pueden incluso superar, en algunos aspectos, a los de los entornos terrestres.
Te vamos a contar cómo el contacto con el mar beneficia a la mente, al cuerpo y a la comunidad, y por qué la protección de estos entornos es, en esencia, una inversión en nuestra propia salud, la llamada “medicina azul”.
“Terapia azul”: beneficios psicológicos y emocionales que nos brinda el mar
La exposición a los entornos azules demuestra una poderosa capacidad para mejorar el estado mental y emocional, actuando como un contrapunto al estrés y la fatiga que caracterizan la vida urbana moderna, un verdadero bálsamo para la mente. La evidencia científica se manifiesta tanto en la exposición pasiva (vivir cerca del mar), como en la activa (paseos o actividades acuáticas).
Múltiples estudios han establecido una correlación significativa entre la proximidad geográfica a la costa y un mejor estado de salud mental. Una investigación realizada en el Reino Unido reveló que los individuos que residían a menos de 5 kilómetros del litoral tenían una salud mental superior en comparación con aquellos que vivían más lejos.

Este efecto no se limita a la exposición directa, un estudio con adultos mayores en Irlanda, por ejemplo, observó una menor incidencia de síntomas de depresión en aquellos que gozaban de mayores vistas al mar, sugiriendo que incluso la percepción visual tiene un efecto terapéutico.
Además, la frecuencia de las visitas es un factor clave, una investigación con mil personas mayores en Hong Kong concluyó que quienes visitaban intencionadamente espacios azules con mayor regularidad reportaban mejores resultados en bienestar y un menor riesgo de depresión. En niños de entre 7 y 10 años, un estudio en Barcelona mostró que aquellos cuyos padres reportaban pasar más tiempo en la playa a lo largo del año tenían menos problemas emocionales y un mejor comportamiento pro-social.
El mar como un aliado fisiológico
El impacto del mar se extiende más allá del ámbito psicológico, generando beneficios tangibles en la salud física que están intrínsecamente ligados a la composición del ambiente costero y al estilo de vida que promueve.
El aire costero se distingue por ser más limpio y menos contaminado que el de las grandes ciudades, una cualidad vital para la salud respiratoria. La brisa marina, rica en yodo y sales, actúa como un descongestionante natural, mejorando la respiración y fortaleciendo el sistema inmunológico para combatir infecciones.

Este aire enriquecido, combinado con la mayor presión atmosférica y cantidad de oxígeno a nivel del mar, favorece la oxigenación de órganos y tejidos corporales. Esta mejora en la oxigenación tiene un efecto directo y positivo en la tensión arterial y la frecuencia cardíaca, contribuyendo a la estabilidad del sistema cardiovascular.
La inmersión en el agua de mar también ofrece beneficios fisiológicos. La composición salina del agua favorece la cicatrización de heridas, lo que puede acelerar la curación de afecciones de la piel como el acné, cortes e inflamaciones internas.

Además, se ha observado que las personas que viven cerca del mar experimentan una normalización en la producción de hormonas tiroideas y una mejor absorción de elementos esenciales como el magnesio y el calcio, lo que beneficia el sistema metabólico general.
Pasar tiempo junto y dentro del mar
El simple acto de pasar tiempo junto al mar tiene efectos inmediatos y cuantificables en el bienestar. Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) involucró a 59 participantes que realizaron caminatas de 20 minutos durante una semana en una playa. Los resultados mostraron una mejora significativa en el estado de ánimo, la vitalidad y la salud mental inmediatamente después del paseo por el espacio azul, en comparación con caminar en un entorno urbano o descansar.
La explicación a este fenómeno reside en cómo los entornos naturales interactúan con nuestros mecanismos de atención. Mientras la vida urbana exige una "atención dirigida" y fatigable, con un constante estado de estrés mental causado por el exceso de información y la exposición a la tecnología, el mar ofrece un escape. El sonido armónico, predecible y suave de las olas, combinado con la inmensidad del paisaje, capta lo que los neurocientíficos llaman "atención involuntaria". Esta forma de atención no es fatigable y permite a la mente "reiniciarse" y recuperarse.
Esta sensación de "calma" se vio reforzada en estudios de simulación, donde un entorno azul fue el único asociado con una caída de la presión arterial y una percepción de que el tiempo pasaba más rápido, una experiencia que se asemeja al estado de "fluidez" o asombro.
Además de los beneficios pasivos, las actividades recreativas en el mar ofrecen ventajas específicas. La natación en sí misma puede reducir la ansiedad causada por el estrés y mejorar aspectos psicológicos en niños autistas.
Del mismo modo, el buceo ha demostrado tener el potencial de aliviar el dolor crónico y los síntomas de depresión, con efectos que, en algunos casos, pueden ser más significativos que los de otros deportes. Estas actividades fomentan no solo la salud individual, sino también la integración social y el desarrollo de nuevas amistades.
El mar como estilo de vida saludable
La cercanía al mar actúa como un catalizador para un estilo de vida más activo. Las personas que tienen acceso a entornos naturales, especialmente acuáticos, muestran una mayor propensión a realizar actividad física, lo que contribuye a mejorar su condición física y a reducir el riesgo de obesidad y enfermedades cardiovasculares.
Actividades como caminar o correr por la playa, nadar o practicar kayak son comunes en las costas y ofrecen beneficios específicos; por ejemplo, el kayak ayuda a mejorar el equilibrio y prevenir caídas en personas mayores.
La sinergia entre el ambiente y el comportamiento es un aspecto fundamental de la "terapia azul". La calidad del aire costero facilita el ejercicio, y este movimiento, a su vez, amplifica los beneficios del entorno. Este ciclo se refuerza con el impacto en el sueño.

La estabilización de la tensión corporal y la reducción del estrés, inducidas por el mar, favorecen un descanso más prolongado, profundo y de calidad. Un sueño reparador, a su vez, fortalece la capacidad de concentración y la resiliencia mental, creando un círculo virtuoso de bienestar que abarca tanto la salud física como la psicológica.
Por último, vivir en zonas costeras también implica una mayor exposición a la luz solar, lo que se traduce en una mayor producción de vitamina D. La deficiencia de esta vitamina ha sido vinculada a problemas de salud graves, como enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes, lo que subraya la importancia de esta ventaja inherente a la vida cerca del mar.
Conservación de ecosistemas costeros para la salud pública
La conexión entre el mar y la salud humana va más allá del nivel individual. Los entornos costeros saludables son pilares del bienestar colectivo y la resiliencia comunitaria, ofreciendo una amplia gama de "servicios ecosistémicos" que son cruciales para la supervivencia y prosperidad de las poblaciones. La valoración de estos es fundamental para comprender la importancia total del mar para la vida.
La capacidad del mar para proporcionar estos beneficios no es ilimitada; está directamente ligada a su estado de conservación. La contaminación, ya sea por basura marina o por descargas de aguas residuales, puede comprometer severamente la calidad del agua y la integridad de los hábitats, amenazando la salud pública y causando brotes de enfermedades entéricas. El número excesivo de visitantes también puede perjudicar ecosistemas sensibles como las dunas de las playas.
La salud del ecosistema costero es, en última instancia, un determinante social de la salud humana. Cuando este ecosistema se encuentra saludable brindan seguridad económica (pesca, turismo), protección física (barreras naturales) y cohesión social (actividades culturales y recreativas), lo que demuestra que la salud de los ecosistemas es una condición previa para la salud de las comunidades que dependen de ellos.
Referencias de la noticia
Mathew P. White, et al. "Blue space, health and well-being: A narrative overview and synthesis of potential benefits". Environmental Research. Diciembre de 2020.
Mathew P. White, et al. "The Effects of Exercising in Different Natural Environments on Psycho-hysiological Outcomes in Post-Menopausal Women: A Simulation Study". Int. J. Environ. Res. Public Health. 2015