El cambio climático está cambiando el color del océano

El océano está tornado su color más hacia el verde en las últimas décadas. El aumento de la temperatura ha cambiado el comportamiento de los microorganismos que lo habitan, y está produciendo una estratificación del agua cerca de la superficie.

AQUA
Los cambios en la coloración del océano se midieron utilizando datos de la sonda MODIS emplazada en el satélite AQUA de NASA.

El resultado de observaciones recientes indica que el azul profundo del mar se está volviendo un poco más verde. Si bien este año la atención está puesta en el récord de temperaturas cálidas en la superficie del mar, lo cierto es que el color de la superficie oceánica es indicativo del ecosistema que hay debajo.

El 56 por ciento de la superficie marina mundial ha sufrido un cambio significativo de color en los últimos 20 años.

Las comunidades de fitoplancton, organismos microscópicos que realizan la fotosíntesis, abundan en las aguas cercanas a la superficie y son fundamentales para la cadena alimentaria acuática y el ciclo del carbono. Tal como indica Earth Observatory, este cambio en la tonalidad del agua confirma una tendencia prevista por el cambio climático y señala cambios en los ecosistemas del océano mundial, que cubre el 70% de la superficie de la Tierra.

Investigadores dirigidos por B. B. Cael, científico principal del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, revelaron que el 56 por ciento de la superficie marina mundial ha sufrido un cambio significativo de color en los últimos 20 años. A esta conclusión llegaron tras analizar los datos sobre el color del océano procedentes del instrumento MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer) del satélite Aqua de la NASA, y descubrieron que gran parte del cambio se debe a que el océano se ha vuelto más verde.

Lo que indican los índices de clorofila

El mapa que inicia la nota destaca las zonas en las que el color de la superficie oceánica cambió entre 2002 y 2022, con tonos verdes más oscuros que representan diferencias más significativas. Por extensión, dijo Cael, "estos son lugares donde podemos detectar un cambio en el ecosistema oceánico en los últimos 20 años". El estudio se centró en las regiones tropicales y subtropicales, excluyendo las latitudes altas, oscuras durante parte del año, y las aguas costeras, donde los datos son naturalmente muy ruidosos.

Los puntos negros del mapa indican la zona, que abarca el 12% de la superficie oceánica, en la que los niveles de clorofila también cambiaron durante el periodo de estudio. La clorofila ha sido la medida a la que han recurrido los científicos de teledetección para medir la abundancia y productividad del fitoplancton. Sin embargo, esas estimaciones sólo utilizan unos pocos colores del espectro de luz visible. Los valores mostrados en verde se basan en toda la gama de colores y, por tanto, captan más información sobre el ecosistema en su conjunto.

En el mundo de la teledetección, es relativamente raro encontrar series temporales largas de un solo sensor. Como el satélite Aqua cumplirá 20 años en órbita en 2022, superando con creces su vida útil de 6 años, Rafael se preguntó qué tendencias a largo plazo podrían descubrirse en los datos. En concreto, tenía curiosidad por saber qué podría haberse pasado por alto en toda la información sobre el color de los océanos que había recogido.

Más datos por venir

Es interesante el método de trabajo que se ha implementado. Al utilizar los datos a lo grande, el equipo detectó una tendencia en el color del océano que se había predicho mediante modelos climáticos, pero que se preveía que tardaría entre 30 y 40 años en detectarse mediante estimaciones de clorofila por satélite. Esto se debe a que la variabilidad natural de la clorofila es alta en relación con la tendencia del cambio climático. El nuevo método, que incorpora toda la luz visible, fue lo suficientemente sólido como para confirmar la tendencia en 20 años.

PACE
El nuevo satélite PACE para rastrear los contenidos del ecosistema marino se está ensamblando en el centro Goddard de NASA, y será puesto en órbita en menos de 100 días.

En este momento, es difícil decir qué cambios ecológicos exactos son responsables de las nuevas tonalidades. Sin embargo, según los autores, podrían ser el resultado de diferentes ensamblajes de plancton, más partículas detríticas u otros organismos como el zooplancton. Según Cael, es poco probable que los cambios de color procedan de materiales como plásticos u otros contaminantes, ya que no están lo suficientemente extendidos como para registrarse a gran escala. "Lo que sí sabemos es que en los últimos 20 años el océano se ha estratificado más", afirmó el investigador.

Las aguas superficiales han absorbido el exceso de calor del calentamiento climático y, como consecuencia, son menos propensas a mezclarse con capas más profundas y ricas en nutrientes. Este escenario favorecería al plancton adaptado a un entorno pobre en nutrientes. Es posible que pronto lleguen más datos sobre los ecosistemas acuáticos de la Tierra. El satélite PACE (plancton, aerosoles, nubes y ecosistemas oceánicos) de la NASA, cuyo lanzamiento está previsto para 2024, realizará observaciones con una resolución de color más precisa. Los nuevos datos permitirán a los investigadores obtener más información sobre la ecología de los océanos, como la diversidad de especies de fitoplancton y sus tasas de crecimiento.