Sentinel-5A: el nuevo satélite que transforma la forma en que vemos la atmósfera terrestre
La misión europea Sentinel-5A reveló sus primeras imágenes globales de gases atmosféricos, ofreciendo datos inéditos sobre ozono, dióxido de nitrógeno, formaldehído y otros compuestos clave. El programa Copernicus, fuente original de esta información, marca así un avance decisivo en la vigilancia ambiental del planeta.

Las primeras imágenes obtenidas muestran una capacidad de observación atmosférica sin precedentes. El satélite, lanzado a bordo de MetOp-SG A1, detecta diariamente gases traza esenciales para comprender la calidad del aire y los procesos meteorológicos. Su espectrómetro de alta resolución recorre la Tierra completa todos los días, permitiendo un monitoreo global continuo de una manera que hasta ahora ninguna misión europea había logrado.
La Agencia Espacial Europea destacó que estos datos iniciales permiten identificar patrones claros de contaminación regional, áreas de debilitamiento del ozono y fuentes de emisiones naturales y antrópicas. Este nivel de detalle convierte a Sentinel-5A en una herramienta estratégica para gobiernos, centros de investigación y agencias ambientales. El programa Copernicus, que difundió las imágenes originales, subraya que la misión garantizará décadas de mediciones sistemáticas que servirán como referencia para el estudio del clima.
El satélite inaugura una nueva etapa en la observación terrestre, ya que permite visualizar desde incendios forestales hasta contaminación urbana o actividad volcánica con una precisión nunca antes alcanzada. Esta información abre la puerta a pronósticos más confiables y a decisiones de política ambiental mejor fundamentadas.
Primeras revelaciones: ozono, contaminación y señales del clima
Los primeros mapas publicados por Copernicus muestran la distribución global del ozono, donde destaca el adelgazamiento estacional sobre la Antártida, aún por debajo del umbral de las 220 unidades Dobson. Esta observación confirma que la capa protectora sigue siendo vulnerable pese a su lenta recuperación, tal como señalan informes científicos recientes publicados por la ESA y la EUMETSAT.
In the margins of #CM25, we unveiled the first images from the recently launched Copernicus Sentinel-1D satellite and Sentinel-5A instrument Stunning radar views & atmospheric data show how vital these missions are for climate action. Thanks to partners @EU_Commission and pic.twitter.com/UsHCgB4myD
— Josef Aschbacher (@AschbacherJosef) November 26, 2025
Las imágenes también revelan concentraciones intensas de formaldehído sobre la zona costera de Angola y regiones de la República Centroafricana, probablemente vinculadas a incendios y procesos biogénicos. Estos focos resultan relevantes porque el formaldehído es un indicador clave de reacciones químicas en la atmósfera que influyen en la formación de ozono troposférico.

Otro mapa evidencia niveles elevados de dióxido de nitrógeno sobre sectores del Medio Oriente y zonas urbanas densamente pobladas en Sudáfrica. Asimismo, se identificaron emisiones de dióxido de azufre asociadas a actividad volcánica en Rusia, lo que demuestra la capacidad del satélite para distinguir entre fuentes naturales y antropogénicas.
Impactos en salud pública, clima y toma de decisiones
El instrumento de Sentinel-5A alimenta directamente al Copernicus Atmosphere Monitoring Service, lo que mejorará las alertas de calidad del aire y permitirá pronósticos más precisos sobre contaminación y radiación ultravioleta. Esto es esencial para reducir riesgos en poblaciones vulnerables, especialmente en áreas urbanas donde la exposición a gases como el dióxido de nitrógeno afecta a millones de personas cada año.

Además, el monitoreo continuo de gases de efecto invernadero y contaminantes contribuirá a entender mejor la evolución del cambio climático. Estudios recientes, publicados en Atmospheric Chemistry and Physics, indican que instrumentos como este permiten detectar variaciones en metano, aerosoles y ozono con una precisión decisiva para los modelos climáticos globales.
La disponibilidad pública de estos datos, característica central del programa Copernicus, garantiza una mayor transparencia en la evaluación de políticas ambientales y energéticas. Con información verificable, abierta y diaria, los países podrán ajustar normativas, identificar fuentes críticas de emisiones y responder ante eventos extremos con mayor anticipación.