¿De qué hablamos cuando hablamos de precipitaciones?

Es frecuente leer en el pronóstico la probabilidad de precipitaciones, pero ¿qué fenómenos engloba esta palabra y cuáles no? ¿Cuándo corresponde adjetivarlas como fuertes, muy fuertes o torrenciales?

Precipitación lluvia nieve granizo tormenta
Los distintos tipos de precipitación condicionan la vida alrededor del planeta.

La precipitación es un hidrometeoro que cae desde una nube o un grupo de nubes y alcanza el suelo. Puede estar formado por partículas liquidas o solidas lo cual va a depender fuertemente de la temperatura que presenta la atmósfera en los distintos niveles que va atravesando.

Existen 6 tipos hidrometeoros que precipitan: llovizna, lluvia, lluvia engelante, chaparrón, nieve y granizo. Es importante remarcar que fenómenos como la niebla, la escarcha o la ventisca también son hidrometeoros, pero no precipitan desde una nube sino que se forman, se depositan o son levantados de la superficie por acción del viento, respectivamente hablando.

Párrafo aparte merece el concepto de tormenta. Según la Organización Meteorológica Mundial, se define tormenta como una “descarga brusca de electricidad atmosférica que se manifiesta por un resplandor breve e intenso (relámpago), y por un ruido seco o estruendo sordo (trueno)”. La tormenta muy frecuentemente estará acompañada por precipitaciones, pero es destacado mencionar que puede haber tormentas sin necesidad de que esté lloviendo.

Tipos de precipitación

La llovizna está formada por gotas de agua muy numerosas de diámetro menor a 0,5mm y suelen reducir frecuentemente la visibilidad. La lluvia está conformada típicamente por gotas de agua con diámetro promedio entre 0,5mm y 5mm. Luego de ese umbral, la resistencia del aire hace que la gota comience a ser inestable en su morfología, deformándose y adoptando la forma de un paracaídas hasta que se rompe en dos o más partes. En casos excepcionales, se han registrado gotas con un tamaño de 12mm.

El chaparrón puede estar formado por gotas o partículas solidas (chaparrón de lluvia o chaparrón de nieve) cuyo tamaño suele ser mayor que en otros tipos de precipitación. Su principal característica es que suelen durar pocos minutos, comenzando y finalizando de manera repentina. Se asocia a nubes con mayor desarrollo vertical con respecto al resto de las precipitaciones.

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El granizo es el tipo de precipitación potencialmente más dañino que puede ocurrir, generando consecuencias adversas en la población y sus bienes.

La lluvia engelante está compuesta por gotas de agua subfundida que se congelan al impactar sobre un objeto en superficie. La nieve es la caída de cristales de hielo de manera aislada o conglomerada. Los grandes copos de nieve suelen llegar al suelo sí la temperatura de la atmósfera no es lo suficientemente fría. Hablamos particularmente de aguanieve cuando los cristales caen mezclados con agua.

Denominamos granizo a la precipitación de trozos de hielo con diámetros entre 5mm y 50mm (en situaciones severas pueden superar este umbral) que caen separados o agrupados irregularmente. Se asocian a nubes cumulonimbus en eventos de tormenta. Su tamaño dependerá fuertemente del tiempo de recirculación que tenga la piedra de hielo en la nube antes de precipitar y del entorno que tenga que atravesar luego en la atmósfera al salir de la nube.

Intensidad de la precipitación

La adjetivación de la precipitación se realiza según la intensidad que presenta, medida en milímetros o centímetros por hora. En el caso de la llovizna, si bien las intensidades débil, moderada y fuerte aparecen mencionadas en los códigos meteorológicos, la cantidad de agua caída en una hora suele ser despreciable y no se le asignan umbrales para su categorización.

En el caso de la lluvia, se habla generalmente de precipitaciones débiles cuando la intensidad es menor a 5 mm/h. En el rango de los 5 mm/h a 15 mm/h no tienen una adjetivación específica, y luego entre los 15 mm/h y 30 mm/h hablamos de lluvia fuerte, o lluvia muy fuerte si presenta intensidades de 30 mm/h a 60 mm/h. Se denominan lluvias torrenciales a aquellas que superan la intensidad de 60 mm/h.

Las nevadas son débiles cuando los copos son pequeños y dispersos, y el espesor de la nieve es menor a 0,5 cm/h si el viento es calmo. Con espesores de 0,5 cm/h a 4 cm/h no suele adjetivarse aunque presentan suficiente densidad como para disminuir la visibilidad. Con intensidades mayores a 4 cm/h y visibilidad muy baja, hablamos de nevadas fuertes.

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