El bello y hostil sitio de la Cordillera de los Andes donde un aviador se estrelló y Saint-Exupéry viajó a buscarlo
El aviador y autor de "El Principito" se enamoró de la cordillera, que lo inspiró para sus obras. La increíble historia que comenzó con la búsqueda de un aviador estrellado.

La Laguna del Diamante es una paradisíaca área natural protegida ubicada en la Cordillera de los Andes y donde uno puede ver trotar y pastar guanacos a su lado. Todo ello frente a un imponente lago sobre la base de un volcán inactivo y donde se refleja (de allí el nombre del lugar).
Pero en 1930, este sitio fue el escenario donde un conocido aviador francés pasó una semana perdido luego de estrellarse en su aeronave. Y, por momentos, llegó a sentir a la muerte respirando sobre sus espaldas.

Llegó a ser tan famoso el accidente que hasta el mismísimo Antoine de Saint-Exupéry viajó para buscar a quien era su amigo desde las alturas. Porque el autor de "El Principito" también era un experimentado aviador. Y fueron los paisajes que observó en la cordillera argentina la inspiración de muchas de sus obras literarias.
Un piloto estrellado y perdido en medio de la cordillera mendocina
El viernes 13 de junio de 1930, el aviador francés Henri Guillaumet (28) despegó en su avión Potez 25 desde Santiago de Chile con destino a Mendoza (Argentina). Lo hizo a pesar de las advertencias del Servicio Meteorológico referidas a un temporal en altura

En pleno cruce de los Andes, la tormenta lo envolvió. Desorientado y sin visibilidad, intentó mantenerse en el aire, pero terminó realizando un aterrizaje forzoso en las inmediaciones de la Laguna del Diamante, a más de 3.000 msnm.
¿Sabías que el autor de El Principito, Antoine Saint Exupèry, estuvo en #Mendoza en 1930 y quedó maravillado con nuestra cordillera? El autor del uno de los tres libros más leídos del mundo vino a rescatar a un amigo, Henri Guillaumet, y esta es la historia pic.twitter.com/jbQhCeznlY
— Biblio San Martín (@BPGSM_Mza) July 31, 2020
Durante días, nadie supo nada de Guillaumet, por lo que la aerolínea Latécoère (precursora del correo aéreo entre Europa y América del Sur) lo dio por desaparecido. Varios pilotos fueron enviados a rastrillar la zona desde los aires, entre quienes estaba un joven Saint-Exupéry con 30 años.
Aún no lo sabía, pero Saint-Exupéry quedaría fascinado por las postales y paisajes que observaría en su búsqueda. “¡Qué extraordinaria es la Cordillera de los Andes!”, escribió en su diario tras partir desde Mendoza.
Increíble: sobrevivió una semana caminando en la montaña
Guillaumet sobrevivió al impacto del forzoso aterrizaje en medio de la cordillera. Al principio, se refugió en la cabina del avión y así pasó la primera noche en medio de un temporal de nieve. Solamente tenía un poco de licor entre sus provisiones.

A la mañana siguiente, el aviador francés escuchó los motores de los otros aviones que lo buscaban. Lanzó bengalas para hacerse notar, pero nadie las vio (ni tampoco a él).
Decidido a no morir congelado, Guillaumet emprendió una caminata sin rumbo definido. Antes de partir, escribió en una de las alas del avión estrellado: “Je pars vers l’Est” (“Voy para el este”, en francés).
En el trayecto cayó por un barranco, lo que lo llevó a perder su comida y su botiquín de primeros auxilios. Pero siguió avanzando entre el viento y la nieve del crudo invierno, debía sobrevivir como fuese.
Seis días después del accidente, exhausto y casi inconsciente, Henri Guillaumet fue hallado por un niño puestero de la zona. Era Juan Gualberto García, de 14 años y quien, junto a su madre, refugiaron a Guillaumet en su puesto.

Por este gesto sencillo de humanidad y que salvó la vida del aviador, el puestero Juan Gualberto fue distinguido en 2001 por el Gobierno de Francia con la Legión de Honor.
Saint-Exupéry, el abrazo con su amigo y la fascinación que llegó a sus libros
El 20 de junio de 1930, en el Plaza Hotel en la Ciudad de Mendoza, se produjo el emotivo reencuentro entre el piloto rescatado Henri Guillaumet y su amigo y colega Antoine de Saint-Exupéry, quien lo había buscado sin descanso.
Pero, más allá de la alegría del reencuentro, todo este episodio marcó profundamente al escritor y su vida. Su experiencia y sus días y noches sobrevolando los Andes mendocinos lo inspiraron años después a escribir "Vuelo nocturno", una de sus obras más celebradas.
Además, la búsqueda de Guillaumet marcó en el aviador y escritor el inicio de su amor declarado por Argentina. Saint-Exupéry vivió más de un año en este país, donde concibió parte de su mirada poética sobre el hombre y la naturaleza.
Entre las montañas de Mendoza, el aviador y escritor aprendió que, incluso en los paisajes más hostiles, puede latir la esperanza. Tal vez por eso escribió, años después: “Lo esencial es invisible a los ojos".