5 cosas cotidianas que impactan mucho en el clima y seguro no sabías

Algunos de los productos que usamos o consumimos normalmente tienen un gran impacto negativo en el ambiente, aunque poco se hable de ellos. En esta lista repasamos los más comunes.

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Cosas cotidianas que tienen una gran huella en el cambio climático.

Casi todos sabemos que tipo de cosas son las que contribuyen al cambio climático y que debemos hacer para reducir la huella: evitar los viajes en avión o en auto, consumir menor cantidad de carne y reutilizar y reciclar materiales. Pero hay otros elementos inusuales de la vida cotidiana que seguramente no sepas que tienen un alto costo para el sistema climático.

Estos son algunos de ellos:

Arroz

    Es el alimento básico de 3.500 millones de personas en el mundo. Es decir que más de la mitad de la población mundial incluye diariamente al arroz en su dieta, según datos de Naciones Unidas. Pero es un cultivo muy problemático para cosechar.

    Se requieren grandes cantidades de agua para mantener constantemente irrigados los arrozales, y esto provoca que los microorganismos en el suelo húmedo generen enormes concentraciones de metano, un gas de efecto invernadero que es significativamente más potente que el dióxido de carbono.

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    Más de la mitad de la población mundial incluye diariamente al arroz en su dieta.

    El cultivo de arroz representa del 1 al 2% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre. Y la deforestación de tala y quema necesaria para dar paso a nuevos arrozales también contribuye a la liberación de dióxido de carbono en la atmósfera.

    Los investigadores están trabajando en todo el mundo para desarrollar variedades de arroz con mayores rendimientos de producción y que no requieran inundación de arrozales para crecer, con la esperanza de reducir el impacto que tiene en el calentamiento global el cultivo de arroz.

    Búsquedas en internet

      Cada vez que nos sentamos en nuestras computadoras a googlear algo o conectarnos en una red social, se produce una pequeña emisión de unos pocos gramos de dióxido de carbono, debido a la energía requerida para hacer funcionar tus dispositivos y alimentar tu red inalámbrica. En principio, esta cantidad puede parecer pequeña, pero las últimas cifras estiman que hay 4.660 millones de usuarios de internet en todo el mundo, por lo que los números se acumulan.

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      El uso de internet genera un gran aporte a las emisiones de dióxido de carbono.

      El mundo transmite alrededor de mil millones de horas de videos de YouTube todos los días. Y aunque Google, que administra la plataforma de transmisión de video, está haciendo su parte al alimentar sus servidores con energía renovable, la generación de emisiones de carbono recae sobre los usuarios que ven estos videos.

      Un estudio de la Universidad de Bristol en Reino Unido descubrió que en 2016 las personas que veían YouTube generaron aproximadamente 11,13 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono, similar a la cantidad de gases de efecto invernadero producidos por una ciudad del tamaño de Glasgow.

      El queso

        Quizás te sorprenda saber que el queso es el tercer mayor productor de emisiones de carbono en la industria de la carne y los lácteos, detrás de la carne de res y de cordero. Genera 13,5 kg de emisiones equivalentes de dióxido de carbono, por cada kilogramo ingerido, lo que lo coloca más arriba en la lista de los infractores del cambio climático que el pollo, el cerdo, el pavo o el salmón.

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        Fabricar queso produce más emisiones que algunos tipos de carne.

        Se utilizan alrededor de 10 litros de leche para producir un kilogramo de queso debido al proceso de maduración, aunque los quesos más blandos contienen menos leche, por lo que tienen un menor efecto sobre el medio ambiente.

        El sector lácteo mundial produce alrededor del 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el hombre, de las cuales las vacas y otros animales productores de leche son en parte responsables, ya que emiten grandes cantidades de metano que, como sabemos, causa más daño a la atmósfera que el dióxido de carbono.

        Cosméticos con microesferas

          Las microesferas de plástico comenzaron a introducirse en los productos cosméticos, de aseo y limpieza, en los años 70, pero fue en la década de los 90 cuando las marcas comenzaron a incorporarlas de forma masiva. Pastas dentífricas, cremas, lociones, champús o detergentes incluían las microesferas como la gran innovación del momento para conseguir un efecto abrasivo.

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          Algunos países prohíben el uso de cosméticos con microesferas.

          Sin embargo, los estudios actuales revelaron que los sistemas de filtrado de aguas residuales no retienen estas partículas de tamaño inferior a un milímetro y que estos microplásticos terminan contaminando los hábitats marinos y sus cadenas tróficas a razón de 1,3 millones de toneladas al año. Además, constituye el 11% de toda la polución plástica que se vierte a los océanos. Estos productos se usan para exfoliar la piel durante un minuto o dos y luego van a parar al medio ambiente, donde pueden durar 10.000 años.

          Cápsulas de café

            Datos de 2020 indican que en EE.UU. el 27% de los consumidores de café utilizan estas máquinas en sus desayunos. En 2016 se vendieron en todo el mundo 48.000 millones de cápsulas, el 27% de metal y el 73% de plástico. Tener esta cafetera en casa tiene un coste muy elevado para el medio ambiente, ya que cada año más de medio millón de toneladas de cápsulas acaban en la basura.

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            Este tipo de cafetera genera gran cantidad de deshechos.

            En 2016, la ciudad alemana de Hamburgo se convirtió en la primera en prohibir las cápsulas de café en sus edificios públicos, al mismo tiempo que el propio ex CEO de Nespresso, Jean-Paul Gaillard, calificaba de “desastre” la polución causada por estos residuos. Como respuesta a las críticas, la compañía propiedad de Nestlé puso en marcha una campaña de reciclaje de sus cápsulas de aluminio mediante puntos de recogida, y otras compañías optaron por vender cápsulas compostables. Pero una revisión de 2021 concluye que todavía “las soluciones son insuficientes para el tratamiento de estos residuos a escala global”.

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