Si cambiamos nuestra alimentación, tendríamos un 50 % más de chances de mantener el calentamiento por debajo de 1.5 °C

Cambios en la dieta logan el mismo resultado climático con reducciones menos estrictas de dióxido de carbono en el sistema energético.

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Cambiar lo que comemos aumenta la viabilidad de reducir el aumento de temperatura global.

Los resultados de un nuevo estudio muestran que los cambios dietéticos hacia una dieta saludable flexitariana podrían aumentar considerablemente la viabilidad de no superar los 1,5 °C de calentamiento en los próximos 10 a 15 años, tal como propone el Acuerdo de París.

Varias investigaciones anteriores ya alertaban sobre la importancia de reducir el consumo de carne, pero hasta ahora, los estudios no mostraban claramente cómo lo que consumimos afecta al clima. En una nueva investigación del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), los científicos estudiaron en qué medida lo que comemos ayuda a alcanzar el límite de temperatura y cuáles serían las consecuencias de cambiar esa dieta.

La Dieta de Salud Planetaria EAT-Lancet es una dieta flexitariana que presenta predominantemente una amplia variedad de alimentos de origen vegetal, una marcada reducción de productos ganaderos, especialmente en regiones de ingresos altos y medios, y una ingesta restringida de azúcares añadidos, entre otras cosas.

Y lo que hallaron fue esperanzador: si cambiamos nuestra alimentación a una dieta flexitariana, tendríamos un 50 % más de chances de mantener el calentamiento por debajo de 1.5 °C. “La Dieta de Salud Planetaria EAT-Lancet es una dieta flexitariana que presenta predominantemente una amplia variedad de alimentos de origen vegetal, una marcada reducción de productos ganaderos, especialmente en regiones de ingresos altos y medios, y una ingesta restringida de azúcares añadidos, entre otras cosas”, explica la coautora Isabelle Weindl de PIK.

Una dieta flexitariana es un tipo de alimentación que se basa en reducir el consumo de carne roja y procesada, sin eliminarla por completo. Se trata de una dieta flexible que permite disfrutar de una variedad de alimentos, incluyendo:

  • Frutas, verduras y legumbres: estos alimentos son la base de la dieta flexitariana y deben ser la mayor parte de cada comida.
  • Granos integrales: son una fuente importante de fibra y nutrientes.
  • Proteínas vegetales: como lentejas, frijoles, tofu, tempeh y frutos secos.
  • Carne roja y procesada: se consume en menor cantidad, generalmente como un complemento a las comidas principales.

La producción de carne es una de las principales fuentes de gases de efecto invernadero (GEI) como el metano y el óxido nitroso, que son gases muy potentes que atrapan el calor en la atmósfera. Por lo tanto, al cambiar nuestra alimentación no solo estaríamos comiendo más saludable, sino que también ayudaría a mantener el calentamiento global bajo control.

Transición más lenta y económica

Muchos países, especialmente los europeos, regulan su contribución al aumento de temperatura global con “precios a las emisiones”. Estos precios son un instrumento de política ambiental que busca internalizar el costo del daño ambiental causado por la emisión de gases de efecto invernadero. Se trata de un valor que se asigna a cada tonelada de CO2 equivalente emitida por cada país a la atmósfera.

Existen dos tipos principales de precios a las emisiones de carbono:

  • Impuestos al carbono: es un cargo fijo que se aplica a cada tonelada de CO2 equivalente emitida.
  • Sistemas de comercio de emisiones: establecen un límite total de emisiones que se pueden emitir y permiten a las empresas comprar y vender permisos de emisión.

Así que si reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero en la dieta, tendríamos más "crédito" de carbono disponible para mantener el calentamiento global bajo control, específicamente a 1,5 °C. Esto significa que podríamos lograr el mismo resultado climático con menos esfuerzo en eliminar el dióxido de carbono y reducir las emisiones de CO2 de otros sectores, como por ejemplo el de energía.

Además, al poder emitir más cantidad, se reducirían las multas a países o empresas por superar su crédito disponible, o incluso podrían quedar con "saldo a favor", lo que llevaría a bajar los precios de productos y servicios, como los combustibles y alimentos.

“Nuestros resultados muestran que cambiar a una dieta más sostenible no solo reduce los efectos negativos de producir alimentos en la tierra, como la deforestación y la pérdida de nutrientes. También disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero de la tierra, lo que significa que los precios de estos gases compatibles con mantener el calentamiento global bajo 1,5 °C podrían reducirse en un 43 % en toda la economía para el año 2050", explica Alexander Popp, quien es coautor principal del estudio y lidera el grupo de gestión del uso de la tierra en PIK. "Además, una dieta saludable también reduciría nuestra necesidad de eliminar el dióxido de carbono en un 39 % para el año 2050", agrega.

Referencia de la noticia:

Florian Humpenöder et al. ,Food matters: Dietary shifts increase the feasibility of 1.5°C pathways in line with the Paris Agreement.Sci. Adv.10,eadj 3832(2024). DOI: 10.1126/sciadv.adj3832

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