CFC: los químicos destructores de ozono están en aumento nuevamente

La producción mundial de los clorofluorocarbonos, conocidos como CFC, está totalmente prohibida desde 2010, pero a pesar de esto, los investigadores detectaron niveles crecientes de cinco productos químicos CFC de fuentes desconocidas.

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La producción de CFC esta prohibida desde 2010.

Las concentraciones de algunos clorofluorocarbonos (CFC) que agotan la capa de ozono en la atmósfera están aumentando rápidamente, advierten los científicos, a pesar de que la producción de estos productos químicos fue prohibida a nivel mundial desde 2010.

Los CFC se usaban comúnmente en refrigerantes, propulsores de aerosoles y solventes hasta que se descubrió que eran la fuerza impulsora detrás de la destrucción de la capa de ozono. Esto llevó a firmar por todos los países del mundo el Protocolo de Montreal, que comprometía a todos los gobiernos a eliminar gradualmente la producción de estos químicos entre 1989 y 2010.

Pero un equipo de la Universidad de Bristol, Reino Unido, y sus colegas descubrieron un fuerte aumento en las concentraciones atmosféricas globales de cinco productos químicos CFC entre 2010 y 2020, lo que podría sugerir que todavía se producen de manera ilícita en algunas fábricas. Usaron datos de 14 sitios de medición en todo el mundo, los investigadores encontraron que las concentraciones de CFC-112a, CFC-113, CFC-113a, CFC-114a y CFC-115 aumentaron desde 2010, alcanzando un pico récord en la atmósfera en 2020.

La cantidad de estos gases emitidos en 2020 tendría un efecto de calentamiento equivalente a las emisiones totales de carbono de un país como Suiza.

Los CFC no solo son la principal causa que genera el agujero de ozono, sino que también son gases de efecto invernadero, por lo que su liberación a la atmósfera contribuye al aumento de temperaturas global y profundiza la crisis climática. La cantidad de estos gases emitidos en 2020 tendría un efecto de calentamiento equivalente a las emisiones totales de carbono de un país como Suiza.

Los investigadores aclaran que no es probable que el salto actual en las emisiones de CFC obstaculice significativamente la recuperación de la capa de ozono y que aún se espera que sane por completo para la década de 2060. Sin embargo, consideran que este hallazgo debería funcionar como un alerta temprana para que los países tomen medidas enérgicas contra la producción ilícita o negligente de los productos químicos.

Origen desconocido de los CFC

Parte del aumento de las emisiones puede explicarse por un salto en la producción de hidrofluorocarbonos (HFC), que son los gases con los que se reemplazaron los CFC. La producción de HFC a veces conduce a la producción y liberación de CFC como subproducto.

Una de las teorías es que las fábricas estén usando CFC-112a ilegalmente para producir fluorovinil éter o solventes.

Pero dos CFC hallados, CFC-112a y CFC-113, no tienen usos legales conocidos y los investigadores no están seguros de qué está causando el aumento de las emisiones. “Eso realmente da un poco de miedo”, dijo Stefan Reimann en los Laboratorios Federales Suizos de Ciencia y Tecnología de Materiales durante la misma sesión informativa.

Una de las teorías es que las fábricas estén usando CFC-112a ilegalmente para producir fluorovinil éter o solventes, por ejemplo. "No tenemos evidencia que sugiera que eso es lo que está pasando”, dijo. “Pero ese es uno de los únicos usos previamente conocidos de CFC-112a”.

Asimismo, los investigadores no están seguros de dónde provienen las emisiones. “Estamos bastante seguros de que no proviene de Europa ni de Estados Unidos”, dijo Isaac Vimont, miembro del equipo de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. Pero, más allá de eso, aún no está claro qué países son la fuente de las emisiones, dijo.

En 2018, se descubrió que las fábricas en China eran la fuente de un aumento en las emisiones de CFC-1. Investigaciones anteriores identificaron al este de Asia como una fuente de emisiones de CFC-113a y CFC-115.

En virtud de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, ratificada en 2016, los países acordaron reducir la producción y el consumo de HFC. Estos son inofensivos para la capa de ozono, pero impulsan el cambio climático.

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