Cómo llegar y por qué visitar la imponente Cueva de las Manos, en un recorrido ideal por el noroeste de Santa Cruz

Además de contar con el cautivante Glaciar Perito Moreno, Santa Cruz es hogar de una de las expresiones de arte rupestre más antiguas de la historia de Sudamérica.

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La Cueva de las Manos se encuentra dentro del Parque Provincial Cueva de las Manos, ubicado sobre la Ruta Nacional 40.

Dispuesta sobre un farallón en el corazón del cañadón del Río Pinturas, la Cueva de las Manos es presentada como uno de los grandes tesoros arqueológicos de Argentina, basta solo con recordar algún manual escolar para rememorar su distinción entre las páginas dedicadas a la cultura local. Conoce por qué es tan importante y amerita una visita durante un viaje por Santa Cruz.

¿Por qué visitar la Cueva de las Manos?

Su principal atractivo y valor reside en las pinturas rupestres realizadas por pobladores hace más de 9.000 años y que aún hoy en día permanecen casi intactas. En ellas se refleja la historia de hombres y mujeres que se dedicaban a la caza y recolección y se pueden observar siluetas y manos, así como figuras de animales que eran su fuente de alimentación.

La escena de la Cueva de las Manos resulta maravillosa entendiendo que las civilizaciones utilizaron la técnica del “negativo” para crear tales formas: caza, animales y formas geométricas que ayudaron a comprender cómo vivían los pueblos originarios de la Patagonia Argentina.

Junto a guías que acompañan el recorrido, se explican también algunas técnicas y pinturas que representaban historias, instrucciones y creencias de los pueblos originarios, particularmente los tehuelches, que habitaron en la zona y sus antecesores.

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Se trata de una de las expresiones de arte rupestre más antiguas de la historia de Sudamérica.

Es tal su importancia que en el año 1993 la Cueva de las Manos fue designada Monumento Histórico Nacional. A partir de este reconocimiento, en 1995 y con el inicio de un Programa de Documentación y Preservación del Arte Rupestre Argentino, en el lugar se comenzó a desarrollar tareas destinadas a la conservación.

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Con las diferentes pinturas se refleja la historia de hombres y mujeres que se dedicaban a la caza y recolección.

Unos años más tarde, en 1999, la Cueva de las Manos también recibió la declaración de Patrimonio Histórico, Cultural y Natural de Santa Cruz y de Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, siendo uno de los pocos puntos geográficos en contar con esta categoría.

En cercanías a la Cueva de las Manos se encuentra el Cañadón del Río Pinturas, que cuenta con un acervo arqueol��gico relevante para la región.

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La vista del Cañadón del Río Pinturas desde la Cueva de las Manos.

Ambos atractivos se complementan con el Parque Nacional Patagonia, un espacio singular que permite imaginar cómo fue en verdad el entorno natural donde habitaron estos primeros pueblos cazadores-recolectores del territorio que hoy ocupa la Patagonia argentina.

¿Cómo llegar a la Cueva de las Manos?

El acceso al Parque Provincial Cueva de las Manos se encuentra sobre la Ruta Nacional 40, precisamente a 90 km al sur de la localidad de Perito Moreno (en sentido desde el norte) y 40 km del paraje Bajo Caracoles (en sentido desde el sur).

Un aspecto importante a tener en cuenta para dirigirse hacia el lugar donde ha tomado lugar la Cueva de las Manos es que se trata de un acceso de 29 km de camino de ripio.

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En el lugar se indican senderos y pasarelas para admirar de cerca la Cueva de las Manos.

Otra opción para llegar a la Cueva de las Manos desde el sur es mediante un recorrido por la Ruta Provincial 97 desde Bajo Caracoles, para luego acceder por un camino de ripio de 47 km.

Para quienes no cuentan con vehículo propio o alquilado para circular por la zona, hay varias agencias de viajes en la provincia que ofrecen la excursión y visita a la Cueva de las Manos.

Una vez dentro del Parque Provincial Cueva de las Manos, los visitantes deberán realizar un sendero de pasarelas de 1,5 km para llegar al punto exacto donde se encuentra la Cueva en sí. Allí se encuentra un pequeño enrejado que evita que los turistas “toquen” las pinturas, algo que desafortunadamente estaba permitido hace algunos años atrás hasta que expertos descubrieron que esto deterioraba el arte rupestre.