COVID-19: nuestros hábitos y comportamientos nos ponen en peligro

Detrás de la COVID-19 se encuentra la modificación y destrucción de la naturaleza originada por nuestros consumos y hábitos. Te contamos cuáles son los factores que pueden haber ayudado a crear esta pandemia.

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El tráfico de fauna aumentó el contacto entre animales silvestres y humanos que, de otra manera, nunca hubieran ocurrido.

Una naturaleza sana, con ecosistemas funcionales y ricos en especies, nos protege de una manera muy amplia ante infecciones por patógenos. No existe sistema de salud, gobierno ni fuerza de seguridad que pueda darnos la protección que nos brinda la naturaleza. Pero desde hace unas cuantas décadas, el consumismo desproporcionado y los hábitos del ser humano la están enfermando.

Ante esta situación mundial generada por un virus, es momento de plantearnos y debatir cuáles son los factores de fondo que desencadenan un cambio en el ambiente y favorecen una pandemia en el mundo actual en el que vivimos.

Destrucción de ecosistemas naturales

Los ecosistemas se están transformando. La fauna tiene cada vez menos espacio y su hábitat se destruye a medida que el ser humano explota la tierra para construir o cultivar. Como consecuencia, lo animales silvestres y los domésticos están en estrecho contacto y, casi sin darnos cuenta, las enfermedades que son transmitidas por animales pueden llegar fácilmente a nuestros hogares.

La extinción de especies también está simplificado las cadenas alimentarias y reducen las relaciones entre especies que naturalmente controlan el tamaño de las poblaciones animales. La ausencia de predadores naturales permite que algunas poblaciones crezcan sin control, aumentando su frecuencia de contacto con personas y con ello la probabilidad de transmitirles patógenos. Algunas especies de roedores, por ejemplo, se benefician con la basura en las ciudades y los granos en los campos, y sin aves rapaces y otros carnívoros que los controlen, se concentran junto a las viviendas y transmiten enfermedades.

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Muchas especies encuentran un hábitat apropiado en lugares en los que antes no hubieran podido sobrevivir.

La deforestación también se asocia a la propagación recurrente de enfermedades transmitidas por animales silvestres. Como ejemplo de esto se puede mencionar el mal de Chagas, transmitido por vinchucas o el ébola que se transmite por murciélagos, cuyos focos de infección se encuentran en dos de las regiones con altos niveles de deforestación.

Tráfico de animales

El tráfico de fauna a escala global aumentó el contacto entre animales silvestres y poblaciones humanas que, de otra manera, nunca hubieran ocurrido. Cada animal y planta lleva en su organismo una diversidad de virus a los que hospeda desde hace mucho tiempo. Durante esa convivencia milenaria desarrollan inmunidad contra esos virus. Así, plantas y animales sobreviven atenuando la virulencia de sus huéspedes, y los virus se reproducen infectando sin eliminar a sus hospedadores.

Este equilibrio se rompe cuando un virus se transmite a otra especie con la que no convivió nunca, encontrando así un hospedador que no desarrolló inmunidad contra él. Aunque todavía se buscan evidencias, se cree que el virus COVID-19 se transmitió de alguna especie comercializada en un mercado de Wuhan a una persona, mostrándonos la facilidad con que el ser humano se pone a sí mismo en peligro.

La globalización

Esta pandemia nos dejó claro que la movilidad de las personas de país en país es un gran desencadenante de una pandemia. El avance en el transporte y la globalización implica rápidos y masivos desplazamientos de personas, favoreciendo la propagación de las enfermedades infecciosas, desde el lugar de origen hacia cada rincón del mundo.

La urbanización también constituye un ambiente eficaz para las epidemias. Existen más de 500 aglomeraciones urbanas en las que se supera el millón de habitantes, con ciudadanos que en su rutina diaria están continuamente expuestos a posibles infecciones. Por eso, las medidas más eficaces y urgentes que se tomaron en muchos países estuvieron relacionadas con la limitación a los movimientos de personas y al aislamiento preventivo.

Cambio climático

La temperatura y los patrones de lluvias de muchas regiones del planeta se están modificando. Hoy, especies silvestres encuentran un hábitat apropiado en lugares en los que antes no hubieran podido sobrevivir. Algunos insectos tropicales, como el mosquito, pueden adaptarse y permanecer en zonas que antes eran más templadas, ampliando la distribución de enfermedades como el dengue, el zika o la malaria.

Nuestras formas de producir y consumir son grandes responsables de la pandemia al impactar sobre la salud del ambiente. La situación que se vive a nivel mundial nos muestra con crudeza cuán sensibles somos a un medio natural que no funcione bien y debe servir como experiencia para gestionar mejor la salud planetaria y humana.

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