Determinante estudio de atribución: las olas de calor extremo en el hemisferio norte son a causa del cambio climático

Un reciente estudio de atribución se centró en los 3 domos de calor extremo en este julio de 2023: Estados Unidos, Europa y China. Sin cambio climático inducido por el hombre, estos episodios de calor habrían sido extremadamente raros.

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El hemisferio norte vive otro verano con temperaturas extremas, un escenario cada vez más habitual.

Los estudios de atribución han tenido un desarrollo muy prospero en el mundo en los últimos 15 años, analizando el papel que tienen las causas humanas en el desencadenamiento de un fenómeno extremo en particular.

Su principal objetivo es determinar en qué grado el calentamiento global inducido por la actividad humana influyó en la probabilidad de ocurrencia y/o la intensidad de un evento meteorológico extremo.

Uno de los primeros antecedentes exitosos en este tipo de estudio se remonta a la histórica ola de calor de 2003 en Europa, en donde se determinó que el cambio climático aumentó en cuatro veces la probabilidad de que se produjeran las temperaturas observadas en aquel evento.

Sucesivos eventos fueron analizados desde esta perspectiva, incluso en Argentina con un trabajo muy reciente donde se demostró que la ola de calor de 2022 en nuestro país fue 60 veces más probable en el contexto actual de cambio climático.

Arde el hemisferio norte, ¿es el cambio climático?

Este mes de julio vio olas de calor extremas y simultáneas en varias partes del hemisferio norte, con 3 domos principales incluyendo el suroeste de los EE.UU. y México, el sur de Europa, y China.

Las temperaturas superaron los 50 °C el 16 de julio en el Valle de la Muerte en EE.UU., así como en el noroeste de China. También se alcanzaron récords en muchos otros puntos de China y se quebró el récord de calor nacional (52,2 °C) en Sanbao el 16 de julio. En Europa, se registró el día más caluroso de la historia en Cataluña y se batieron récords de temperatura mínima diaria en otras partes de España.

Ante este escenario, científicos de la iniciativa World Weather Attribution trabajaron en forma colaborativa para evaluar en qué medida el cambio climático inducido por el hombre alteró la probabilidad y la intensidad del calor extremo de julio en estas tres regiones.

En un comunicado emitido este martes 25, indicaron que usaron métodos revisados por pares, y analizaron cómo el cambio climático inducido por el hombre alteró la probabilidad y la intensidad de:

  • temperaturas máximas promedio en una ventana temporal de 18 días en las regiones más afectadas en el oeste de EE.UU., Texas y el norte de México;
  • temperaturas máximas promedio en un periodo de 7 días sobre sobre la zona más afectada de Europa, en torno al Mar Mediterráneo;
  • temperaturas máximas promedio en una ventana de 14 días sobre las tierras bajas de China, cubriendo aquí tambien la región más afectada.

Principales conclusiones del estudio de atribución

El estudio recién realizado destaca que, en consonancia con lo previsto en las proyecciones climáticas del pasado y en los informes del IPCC, estos fenómenos ya no son raros hoy en día. América del Norte, Europa y China han experimentado olas de calor con mayor frecuencia en los últimos años como resultado del calentamiento causado por las actividades humanas, por lo tanto, las olas de calor actuales no son raras en el clima actual.

Estos eventos extremos tienen actualmente un periodo de retorno de aproximadamente una vez cada 15 años en la región de EE.UU. y México, 10 años en el sur de Europa, y 5 años en la región de China.

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Las olas de calor como las actuales en el hemisferio norte, ya no son raras hoy en día.

Sin embargo, sin el cambio climático inducido por el hombre, estos episodios de calor habrían sido extremadamente raros. En China se habrían producido una vez cada 250 años, mientras que en la región de Estados Unidos/México y en el sur de Europa habrían sido prácticamente imposibles que se produjeran con la ferocidad observada en este julio de 2023.

Otra conclusión muy interesante que se desprende del trabajo es que, para todas las regiones, una ola de calor de la misma probabilidad que la observada actualmente habría sido significativamente más fría en un mundo sin cambio climático. De manera similar a estudios anteriores, encontraron que las olas de calor definidas anteriormente son 2,5 °C más cálidas en el sur de Europa, 2 °C más cálidas en América del Norte y aproximadamente 1 °C en China en el clima actual de lo que habrían sido si no fuera por el cambio climático inducido por el hombre.

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