Día internacional del inodoro: cómo erradicar la defecación al aire libre

Desde 2013 las Naciones Unidas establecieron el 19 de noviembre como día Internacional del Inodoro para establecer conciencia sobre la problemática que genera no tener acceso a su uso. Se establece 2025 como el año para eliminar la defecación al aire libre.

Baño
La falta de acceso a un baño limpio y seguro es un lujo que millones de personas no tienen.

Aunque muchos quienes lean esta nota tendrán en sus casas un baño con inodoro, ese es un bien mucho más escaso de lo que pensamos. Veamos los números: De los 8000 millones de habitantes que tiene el planeta, 1700 millones de personas siguen sin acceso a servicios básicos de saneamiento, como inodoros o letrinas privados. De ese número, 494 millones de personas hacen sus necesidades al aire libre, una práctica muy común en países como India. En varios países de África más del 60 % de la población hace sus necesidades al aire libre. En Argentina, según OMS, el 2 % de la población defeca al aire libre.

Siguiendo en la escala local, según datos de la ONG Módulo Sanitario, en Argentina hay 6 millones de habitantes que no tienen baño. Eso representa casi el 15 % de la población del país. Por esas razones, el 19 de noviembre de 2013 la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció esa fecha como el día internacional del inodoro para generar conciencia sobre necesidad de tener acceso a su uso como un derecho humano, totalmente relacionado con el acceso al agua potable.

En aquel momento, a esta declaración de Naciones Unidas se le sumo el objetivo de que 2025 sea el año en el que se pueda eliminar la defecación al aire libre, algo que de momento parece complicado que se pueda cumplir. Esta práctica se asocia a condiciones que permiten la transmisión de enfermedades en sociedades vulnerables.

La tragedia detrás de la falta de acceso a la sanidad

Desde que las Naciones Unidas establecieron esa declaración se han logrado algunos avances. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre los años 2016 y 2020, el porcentaje de la población mundial que disponía de una fuente de agua potable gestionada de manera segura en su hogar aumentó de un 70% a un 74%; los servicios de saneamiento gestionados de manera segura se incrementaron de un 47% a un 54%; y las instalaciones para lavarse las manos con agua y jabón aumentaron de un 67% a un 71%.

Pero el objetivo 2025 aparece complejo porque la pobreza sigue lejos de derribarse. Los 494 millones de personas que aún defecan al aire libre, lo tienen que hacer en lugares como alcantarillas, detrás de arbustos o en masas abiertas de agua. Al mismo tiempo, el 45% de las aguas residuales domésticas generadas en el mundo aún se vierten en cuerpos de agua sin tratamiento seguro y se estima que al menos 10% de la población mundial consume alimentos regados con aguas residuales.

Según indica Sandra Pérez, Gerente de Producto Latam de Amanco Wavin, una de las empresas más importantes en varios continentes como proveedores para la construcción y la infraestructura, “las enfermedades van de la mano de la falta de una red de saneamiento adecuada. Esta situación se profundiza en los segmentos de la población que viven por debajo de la línea de pobreza”. Una de las consecuencias directas más trágicas es que anualmente fallecen más de 800.000 personas cada año por causas que se podrían evitar asociadas a la falta de higiene.

El acceso al agua es un derecho humano

De las personas que mueren por causas asociadas a la falta de higiene relacionadas con el acceso a baños seguros o acceso al agua potable, el 60% es a causa de diarrea y el resto debido a enfermedades tropicales desatendidas, como las lombrices intestinales, la esquistosomiasis y el tracoma, que son todos factores que además contribuyen a la malnutrición.

Falta de higiene
La falta de higiene sanitaria aumenta el avance de enfermedades graves.

Por otro lado, en los países donde la defecación al aire libre está más extendida se registran el mayor número de muertes de niños menores de cinco años, así como los niveles más altos de malnutrición y pobreza. Con la pandemia de COVID-19, esta situación se hizo más profunda. Algunos datos manejados por a OMS revelaron que tres de cada 10 personas de todo el mundo no podían lavarse las manos con agua y jabón en su hogar.

Tanto la OMS como UNICEF advierten que miles de millones de personas se quedarán sin acceso a servicios de agua potable, saneamiento e higiene antes de 2030 a menos que el progreso en las inversiones se multiplique por cuatro. La crisis global actual parece alejar aún más esa posibilidad.

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